9. Comida y dinero.

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Kian no había dicho nada desde mi confesión. Había manejado unos minutos más pero no podía reconocer el camino y tampoco quería preguntar hacia donde nos dirigíamos.

Cuando vi la M amarilla entendí.

-Yo no ...- comencé a hablar.

Me miró y negó con la cabeza después de realizar algunas maniobras para ponerse en la fila del automc. Sabía que lo mejor era no confrontarlo.

-No puedo creer que no hayas pedido ayuda-

Estaba enojado y yo me hundía cada vez más en el asiento de su auto.

-Tendría que haberme dado cuenta- volvió a negar con su cabeza como si estuviese regañandose a él mismo -Tienes que hablar, Noa. Esto tiene que cambiar de una vez. No puedes ir por la vida sin hablar con las personas y sin pedir ayuda. Te hubiese dado todo el dinero que necesitaras- aseguró en un tono de disgusto.

-No quiero el dinero de nadie- respondi bastante orgullosa tratando de que no se me noten las lagrimas que se comenzaban a acumular en mis ojos.

-¡Ya sé!- golpeó suavemente el volante del auto -Pero tienes que tratar. No puedo creer que hayas hecho durar una comida un día entero, ¿hace cuánto lo haces?-

Me rasque la cutícula de mis dedos, habían empezado a sanar pero ahora estaba sacando la cascarita previa a que comenzara a crecer la piel nueva, así que ahí iba mi progreso.

-Unas semanas- me encogi de hombros.

Antes de que pueda seguir retandome era su turno en la fila.

Sin mirarme o consultarme pidió nuestra orden, conociendo detalladamente como me gustaba el big mc y las papas.

Cuando le dieron el ticket de pago lo sostuvo entre sus labios mientras avanzaba a la siguiente ventana, una vez en ella sostuvo el papel en sus manos.

-Ahora vamos a comer y me voy a asegurar de que comas toda tu comida y de esa forma podré dormir tranquilo, o por lo menos tratando de ignorar lo estúpido que soy-

No entendía.

-Esto no es culpa de nadie. Tampoco tienes que hacerlo por mi. En cuanto pueda te devolvere el dinero-

Lo escuché suspirar. Mis ojos estaban fuera del auto observando a las pocas personas que caminaban por las calles de Los Angeles a esta hora.

Sus dedos tomaron mi mentón y me obligó a mirarlo. Su tacto me dio escalofríos cuando las yemas tibias tocaron mi cara fría.

-No quiero tu dinero. Habrías hecho lo mismo por mi-

Asentí en su dirección. Tenía razón.

-Yo no estaría donde estoy si no fuera por ti y tus ahorros. Me salvaste la vida y esto no es ni un cuarto de lo que debería estar haciendo por ti-

Mis labios se abrieron un poco ante sus palabras. Yo no quería que se sienta en deuda conmigo por haberlo ayudado hace unos años.

Antes de que pueda decir algo se acercaron a darnos nuestras bolsas, dejándome con muchas cosas que confesar.

Pinky promise? 2 / Kian Lawley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora