6. Cami.

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Kian no había dicho ni una palabra en los minutos que pasamos dentro del auto.

Yo por mi parte estuve lastimando la piel de mis cutículas y observando las calles de Los Ángeles.

Un móvil comenzó a sonar y vi por el rabillo del ojo como Kian atendía. La llamada sonaba en todo el auto, en altavoz.

-Ey- solo dijo, esperando que le contesten del otro lado.

-¿Crees que puedes venir?- preguntó sin rodeos una chica del otro lado -Tengo problemas con el proveedor aquí. El idiota dice que el precio no era el acordado- pude escuchar como un hombre gritaba en respuesta al insulto.

Kian suspiró -Sabía que el tipo era idiota. Estaré ahí en cinco-

Toda mi actuación fingiendo que no estaba escuchando la conversación se cayó cuando me giré para encararlo.

-Dejame en casa- exigi.

-Será solo media hora- sin que pueda protestar volvió a hablar -¿Crees que puedes regalarme aunque sea cinco minutos de paz?-

Frunci el ceño.

¿Qué me quería decir de todos modos?
Me pedía paz y él era el que me estaba llevando a la fuerza a cualquier lugar.

Suspire y miré por la ventana completamente resignada. Por lo menos no tenía que caminar hasta casa, lo malo era que no comía hace nueve horas.

Después de unos minutos más de viaje estaba estacionando en un bar de mala muerte.

-Vamos. Acompañame- lo vi recoger sus objetos personales mientras ponía cara de asco de solo pensar en una comida de este lugar. De todas formas me moría de hambre.

Suspire bajando del auto.

No hay que juzgar un libro por su portada, ¿cierto?

Me esperó frente al auto y me escoltó hasta el lugar con su mano en mi espalda baja.

Su tacto se sentía tan familiar y natural que ninguno de los dos dijimos nada hasta estar dentro.

-¿Qué pasa, Cami?- asintió en dirección a una chica del otro lado de la barra.

El lugar no era la pocilga que esperaba que fuera. Necesitaba unas remodelaciones y sería un buen espacio.
Pude ver a los meseros a un costado, limpiando la vajilla y agradecí haber terminado mi turno.

Cuando terminé de observar el lugar miré a quién se dirigía Kian, era la chica que estaba en el restaurante hoy.

Me sentía incómoda y empecé a retroceder, evitando que alguien se dé cuenta que me estaba escapando.

-Ella es Noa- estiró su mano hacia atrás, ya que se había adelantado unos cuantos pasos. Sus dedos se movieron y por acto reflejo tomé su mano impulsandome hacia delante con su ayuda.

Observé el perfil de Kian, sin entender cómo podía actuar tan natural a mi alrededor, haciéndome creer que el tiempo no había pasado.

-Hola- levantó la mano la chica -Soy Cami-

Antes de que pueda decir algo más Kian me acercó hasta los taburetes y me ayudó a sentarme en uno.

-Gracias- susurré por lo bajo. Sabía que me había escuchado porque asintió en mi dirección.

-No comió- me señaló -¿Te parece si le preparas algo?-

Cami sin contestar empezó a moverse por el lugar.

Aproveché a observar a Kian.

-No te vayas- volví a hablar por lo bajo, aferrandome a su muñeca.

Todavía seguía teniendo problemas con sociabilizar. Hay cosas que no se pierden nunca.

-Vas a estar bien- tamborilleo sus dedos contra la barra -Tengo que solucionar un problema-

Suspire y solté su mano.

-Está bien-

Me observó más de la cuenta y me sonrió un poco antes de desaparecer de mi vista.

Golpeé mis dedos contra la barra, y esperé a que la situación no sea tan incómoda como la imaginaba.

-¿Trabajas aquí?- pregunté elevando un poco el tono de voz.

La chica levantó su cabeza en mi dirección.

-Algo así- acercó un plato con un sándwich en mi dirección.

La verdad se veía bastante bien para lo que era el lugar.

-Mi tio era el dueño- aclaró antes de volver a alejarse -¿Coca o pepsi?-

-Pepsi- dije sin dudar.

-Buena elección- halago mientras destapaba la lata para mi -Mi tio murió hace un tiempo y me heredó el lugar. Es una pocilga pero estamos tratando de hacer las cosas bien esta vez-

Mordi mi sándwich antes de hablar -¿No era un buen lugar antes?-

Estaba bastante bueno y las papas estaban condimentadas muy bien.

-Lo era, pero lo malo eran los negocios y la gente que atraía este lugar- asintió mirando a su alrededor como si estuviese recordando -Espero que podamos terminar con las remodelaciones y poder tener un lugar donde la gente se sienta cómoda y segura. Pero sobre todas las cosas es que puedan comer cosas ricas a un buen precio- asentí en su dirección estando de acuerdo -¿Trabajas en Macy's?-

Limpié mi boca con la servilleta antes de hablar.

-Sí- le di un sorbo a la lata -Soy nueva. Mi amiga Franny me ayudó a entrar al lugar. Necesito el dinero porque volví después de un tiempo fuera del país- me encogi de hombros y me pregunté porqué daba tanta información a veces.

-Sí, conozco a Franny-

Sonreí -Ella es buena. Son amigos con Jc hace años- hablé como siempre, creyendo que las personas conocen a las personas que se relacionan conmigo.

La chica abrió su boca un poco -Oh- me señaló -¿La prima de Jc?-

Frunci el ceño -Sí- dije en un tono más de pregunta que afirmación.

Levantó su mentón y me sonrió aún más.

-¿Qué pasa?- pregunté sin entender.

Antes de que Cami me conteste Kian apareció detrás mio, asustandome.

-No vuelvas a hacer eso- toqué mi pecho -Jesucristo, Kian- dije agitada.

Él solo estaba como un tonto riéndose mientras se apoyaba en el taburete a mi lado y se cruzaba de brazos.

-¿De qué hablaban?-

Cami levantó sus cejas y sonrió en mi dirección.

La postura de Kian cambió y revoleo su mano por el aire antes de volver a hablar sin esperar respuesta.

-Lo que sea. Arreglé todo con el tipo, le dije que si no era ese el precio no había negocio- se encogió de hombros -Le comenté la situación y cuan ajustados estábamos, entonces accedió a dejarnos ese precio durante los próximos meses-

Yo solo podía asentir mientras los observaba charlar de lo que sea que estén charlando mientras terminaba mi sándwich.

Cami se había alejado cuando los meseros necesitaron de su supervisión.

-¿Estaba bueno, cierto?-

Asentí -La verdad que sí. No le tenía fe al lugar-

-Yo tampoco- dijo negando con la cabeza.

Pinky promise? 2 / Kian Lawley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora