5. Tu decisión, bebé.

28 3 3
                                    

Franny desató su delantal y lo guardó en su mochila.

-Tengo que lavarlo, ya camina por si solo-

Me reí por su comentario mientras lavaba mis manos.

-¡Noa, tienes una mesa!- gritó Josh.

-Bueno, chica, te veo en unos días- me sequé con el delantal mientras la observaba y antes de que pueda decir mucho más crucé las puertas.

Cuando vi el sector de mesas que me había sido asignado mis pies se clavaron al piso. Era Kian, con una chica que no conocía.

¿Por qué de todos los lugares de Los Angeles tenía que venir justamente acá?

Tragué saliva y un poco nerviosa acomodé mi ropa.

-Hola- saludé a la pareja -¿Qué puedo traerles?- dibujé la mejor sonrisa que pude y los observé.

Kian clavó sus ojos en mí y yo quise volver a esconderme en la cocina.

El chico lamió sus labios antes de hablar -Yo no sabía ...-

-No hay problema- lo corté antes de que continúe justificandose. No era necesario -¿Qué les traigo?- insistí algo impaciente.

-Yo quiero una limonada- contestó la chica sin entender la situación. Sus ojos iban de Kian hacia mí -Calculo que el chico aquí delante quiere una Coca-Cola- lo señaló.

Frunci el ceño -Es muy temprano para una gaseosa- susurré antes de darme cuenta lo que estaba diciendo y corregirme atropelladamente -Está bien- apresuré mis palabras -Pueden seguir viendo el menú. Enseguida les traigo las bebidas-

Salí de allí antes de que la pareja se dé cuenta de lo incómoda que me sentía.

Dentro de la cocina tuve que recostarme en una de las paredes a respirar.

Después de tanto tiempo Kian seguía provocandome todo tipo de sensaciones con una simple mirada.

-¿Necesitas que te cambie la mesa?- preguntó Josh en un tono preocupado.

Levanté mi rostro para observarlo y le respondí algo agitada todavía -¿Podrías hacer eso por mí?-

Asintió en mi dirección -No hay problema. Desacansa un poco, estás pálida-

Asentí antes de verlo desaparecer por la puerta y concentrarme en la pila de platos que había para lavar.

Me había escondido en la cocina el resto de mis horas de trabajo y para mi suerte había mucho para hacer de este lado. Había sido la mejor forma de olvidarme de todos mis pensamientos.

Desate mi delantal y lo metí dentro de la mochila.

Después de despedirme de todos y con unos cuantos dólares de más en mis bolsillos salí para poder volver a casa.

Era bastante temprano todavía, asi que podía ir a comer algo después de darme un baño en casa. Lo malo era que no tenía auto e iba a tener que ir y volver caminando, para sumar, el calor de Los Angeles cada vez se hacia más insoportable.

Cuando levanté la vista para cruzar el estacionamiento vi a Kian recostado en su auto. Cuando me vio llevó sus lentes hacía arriba, peinando su cabello hacia atrás.

Tragué saliva y sin pensarlo demasiado caminé hasta estar frente a él.

-Hola- hablé por lo bajo.

-Desapareciste- lo conocía y pude distinguir su tono decepcionado.

-Me asignaron a las tareas de la cocina. Había muchos platos para lavar- asentí para mi misma. Estando totalmente conforme con mi mentira, aunque era verdad que me la había pasado limpiando pilas y pilas de vajilla.

Levantó una de sus cejas. No me había creído ni la mitad.

-Ya lo veo- antes de que pueda seguir trabajando en mi mentira se paró derecho y tiró de la manija de su auto -Vamos. Te llevo-

Giré los ojos. Él ni siquiera estaba preguntando. Típico de Kian.

-Puedo ir caminando a casa- tapé el sol con la palma de mi mano para poder mirarlo sentado dentro del auto -No queda lejos de todas formas- me encogí de hombros.

-Por eso mismo, no queda lejos- con la puerta abierta encendió el motor del auto. Una de sus piernas colgaba fuera del vehiculo todavía, como si estuviese preparado para salir detrás de mi si me iba corriendo -¿Prefieres caminar debajo de este sol infernal o estar fresquita con el AC de mi auto dandote en la cara?- levantó sus manos -Es tu decisión, bebé-

Suspiré e ignoré cómo me había llamado para asentir en su dirección y rodear la camioneta para sentarme del lado del pasajero.

-Eso creí- habló por lo bajo cuando cerré la puerta.

-¿Qué dijiste?- levanté una ceja y lo enfrenté después de abrochar mi cinturón.

Con una hermosa sonrisa en sus labios volvió a hablar -Este calor dije- apoyó su mano en mi asiento mientras daba marcha atrás, antes de que continuaramos nuestro camino me guiñó un ojo y bajó sus lentes hasta el puente de su nariz.

Estiré mi mano y empujé suavemente su rostro -Sí, claro-

Pinky promise? 2 / Kian Lawley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora