Le estaban mirando fijamente; lo podía sentir sin siquiera subir la mirada. Y es que no había comido absolutamente nada sólido en toda la semana y ya se empezaba a manifestar aquello en su carácter: si antes hablaba poco, ahora se tragaba las palabras. Únicamente aceptaba los vegetales, pero le echaban muchas broncas cuando no osaba a mirar el resto de su platillo o la mesa.
—Alelado —se escuchó al otro extremo de la mesa—, igual que su padre —supo de quien provenía aquella voz; había tenido pesadillas con ella.
Jungkook tomó un último sorbo a su zumo de naranja y se paró abrupto de su silla.
—Iré por mis cosas.
Abandonó a su familia en el comedor para dirigirse a su habitación. Introdujo en su zurrón una libreta a medio usar, unos lápices, unas cuantas monedas para comprarse algo que valiera la pena comer, y el estropeado libro que hurtó de la biblioteca. Se cambió las ropas con las que dormía y quedó nudo. Rebuscó algo apropiado para asistir a la escuela y se decidió por un overol que su tía Lucila le dio para sacar los yerbajos de la fachada de la casa, una playera color caramelo, unas botas limpias y su típica boina. No optó por colocarse una gabardina, pues hacía calor.
La puerta se abrió de golpe.
—Nonno...
—Ya te sabes el camino a la escuela, así que... —se rascó la nariz antes de mencionarle tan indiferente: —Te compré una bicicleta —Jungkook parpadeó y dejó caer su bolso desconcertado—. Vete ya que se te hará tarde —se había ido.
No supo cómo reaccionar. Le dijo que se las arreglara él mismo y ni sabía andar en bicicleta.
—Bastardo...
Esa fue la primera vez le maldijo en voz baja.
—🥩—
Pensó que sería bueno devolver el libro a su lugar —a pesar de haberlo dañado en demasía—, por lo que regresó al último pasillo e indagó por los estantes. No recordó con exactitud de adónde había agarrado el ejemplar, así que simplemente buscó un hueco en donde el cien hojas cupiera mejor.
Había hallado el mejor lugar cuando se topó con unos ojos en el hueco.
—¡AH...!
Trastabilló y cayó de espaldas con el susto, desplomando lo que traía en su mochila. Alguien estaba en el pasillo de al lado espiándole por los recovecos del estante...
En cosa de segundos alguien hizo presencia frente a sus ojos: ahí, de pie, se topó con un chiquillo. Parecía ser de su mismo grado, también era algo flacucho, sus cabellos eran como el color de la miel, castaños, su tez parecía ser besada por el sol, y sus ojos delataban en guardar lo curioso que trataba en disimular.
—Perdón, yo- —se rascó la nuca y apretó sus labios frustrado, como si algo no hubiese salido cuan planeaba—. Ah, qué mal. Déjame ayudarte —tomó de las manos a Jungkook y lo puso de pie. Se encaminó al zurrón en el suelo y metió de vuelta las pertenencias del pelinegro a su lugar. Una vez ya listo, le tendió el bolso algo cohibido y se relamió los labios—. No quería asustarte —la mirada impávida e inexpresiva de Jungkook le puso nervioso, mucho más de lo que estaba hace minutos atrás—. Me llamo Taehyung, soy de intercambio.
El otro se acomodó cabizbajo su bolso al hombro y le alzó una ceja inquisitivo.
—Yo no.
Taehyung hizo puños sus manos y sudó colorado hasta las orejas.
El pelinegro estaba a punto de darle la espalda.
—¿Cómo te llamas? Siempre te veo por a...
Se calló inmediatamente. Había soltado su secreto.
Jungkook le observó ciertamente sobrecogido y arrugó ligeramente el entrecejo.
—¿Siempre me ves? —quiso saber— ¿Cómo es eso?
Taehyung desvió la mirada rápidamente.
—Llegué hace poco, entonces... —tomó una bocanada de aire antes de intentar explicarse mejor, fallando— Estoy solo. No tengo amigos... Entonces, cuando de encontré aquí pensé...
—Pensaste... —le incitó a completar la frase que se le había quedado en la punta de la lengua pero Taehyung no cedió— Me llamo Jungkook.
Escucharle decir eso le asombró. Él pensaba que sería mucho más complicado el sacarle más de una palabra, pues de lejos se veía que el pelinegro era alguien introvertido y muy cortado.
—Jungkook...
—No soy de intercambio, pero sí que vengo de Corea —hizo un intento en amistar.
—¿Corea? ¿Y por qué terminaste aquí?
A Jungkook se le volvió a caer el bolso del hombro.
—Ah... —se rascó la cabeza por sobre la boina y mordió fuerte su labio inferior— No quieres saberlo.
—¿Por qué? —insistió inocentemente.
Jungkook cruzó el zurrón por su torso, sobre el otro de sus hombros, y puchereó con melancolía. Taehyung titubeó, sin saber dónde poner sus propias manos inquietas.
—Es delicado —fue la única explicación que dio el pelinegro—. Solo puedo decir que he quedado aquí con la familia de mi padre.
—Ah, lo lamento mucho... —vio como el de la boina solo se limitaba a asentirle con la cabeza— Y... ¿eres vegano?
Jungkook se congeló.
—¿A-Ah?
—Digo, por el libro que llevas contigo... —apuntó a la mochila que tenía colgada y le regaló una cálida sonrisa.
No supo qué replicar ante eso.
—Yo... Supongo.
—Eres interesante —Taehyung le alzó una de sus cejas y mantuvo su encantadora sonrisa— ¿Ya leíste Ana Karerina? —se dejó deslizar por la estantería y caer sentado a las baldosas— ¿Quieres leerlo conmigo?
Jungkook se pasmó ahí mismo, viendo como el chiquillo moreno palmeaba el suelo, invitándolo a sentarse. ¿Quería leer con él?
—Lo dejé a medias...
—¡Bien! Así podemos acabarlo juntos —le dejó apreciar sus bien cuidados dientes al sonreír, causando que el chico de la boina se quedara hipnotizado con sus perlas por un par de segundos—. Lo había visto en este pasillo, espera —se volvió a parar enérgicamente, dejando a un estropeado Jungkook en el piso.
Entonces... ¿Había hecho su primer amigo?
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del cuero • taekook
Fanfic" Jungkook y la teoría del veganismo. Jungkook y la teoría del cuero... " Donde las costumbres se arraigan a las raíces y tus venas se enferman por culpa de tu cabeza. Donde una familia forja un lazo inexpugnable, y un chico se sale del margen. D...