Cinco

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El desayuno transcurrió de manera silente, la misma rutina de hace dos días, la misma mirada esquiva tan similar a la suya, pidiéndole que se fuera rápido para que la incómodidad menguara un poco. Y Minato no pudo más que acatar, ya lo había intentado todo y nada parecía funcionar. Se había equivocado, lo admitía abiertamente, y sin embargo, nada justificaba la acción tan peligrosa a la que se hubo expuesto Naruto.

-Regresaré temprano para recogerte- depositó la mesada sobre el mantel, junto al plato intacto de Naruto, luego trató de acercarse para despedirse, pero el menor lo repelió bruscamente, girando la silla en dirección a la nevera.

-Quiero mi celular de vuelta- exigió un molesto Naruto, extendiendo el brazo hacia Minato. Este, a pesar de verse afectado por el rechazo, no movió un solo músculo para cumplir el capricho como tantas veces hizo en el pasado, sino que aseveró la mirada y negó en rotunda desaprobación.

-Dije dos semanas de castigo, Naruto. Lo que hiciste fue reprobable- mucho peor, casi había muerto en vida al imaginar que le había pasado algo a la persona más preciada que tenía.

-¿Y golpearme estuvo bien?- contraatacó, dándose vuelta para contemplar el brillo de remordimiento en las pupilas de su padre.

-Lo que hice no fue mejor- Minato bajó la voz gradualmente hasta casi susurrar. -No entiendo qué me paso.

Naruto arrugó el entrecejo, y rendido, bajó el brazo.

-Puedo volver solo- musitó.

-¿Hasta cuando me dirás con quién estuviste?- inquirió Minato al borde de un colapso nervioso, odiaba sentirse tan impotente respecto a la seguridad de su propio hijo. Evidentemente había estado con alguien experimentado, quizá un profesor. Prueba fehaciente de sus sospechas era el vehículo que Naruto había abordado intencionalmente, además de aquellas nauseabundas marcas que ahora ocupaban parte considerable de su cuello.

-¿Para que quieres saberlo?- retó el menor, exhibiendo determinación en su mirada. -Eres ingenuo si piensas que lo delataré. Debería bastarte el saber que es mi pareja y estoy en todo mi derecho a salir con quien yo quiera- se cruzó de brazos y desvió el rostro con despecho.

-Claro- asintió Minato, cual autómata. -Porque eres lo suficientemente grande, responsable y apto para medir las consecuencias de tus actos. Maldición, Naruto, te fuiste con un desconocido en su coche- remarcó palabra por palabra, tratando de ser visto por el menor mientras efectuaba exagerados ademanes que demostraban su actual desespero. -Pudo pasarte algo.

-Pero no paso- tajó Naruto a la defensiva. -Nada que yo no haya querido.

Minato exhaló profundamente en un intento de serenar a la bestia interna que le exigía volver por décima ocasión al colegio para investigar a diestra y siniestra a cada alumno y profesor que estuviera vínculado de algún modo con Naruto. Aunque sabía de sobra que no iba a servir, ya lo había hecho, e incluso había ofrecido una cuantiosa suma a los compañeros de su hijo con tal de obtener cualquier pista del susodicho "novio".

Moría internamente de celos solo con pensarlo.

-Me preocupo por ti, Naruto- le acarició la mejilla con el dorso, y notó, como repentinamente, Naruto dejaba de tensarse por el suave tacto. -No quiero que nada malo te pase, no quiero que nadie se aproveche de mi pequeño. Sería capaz de matar si llegan a hacerte daño.

Aquella declaración dejó perplejo a Naruto. No esperaba que su padre, siendo la persona calma, dulce y afable, pudiera siquiera concebir esos pensamientos propios de un vil criminal.

-Ya dije que lo sentía, dattebayo.

-Una disculpa no basta- suspiró Minato en tanto tomaba asiento a su lado. -Prometemelo- Naruto apartó la mirada, rehuyendo nuevamente cualquier contacto. -Quiero que me prometas que no volverás a ver a nadie sin mi consentimiento.

-¿Ahora necesito tu aprobación para salir con alguien?- ironizó en son de mofa. -¿Y qué hay de ti? haces lo que te place sin tenerme en cuenta.

Lentamente, Minato dulcificó su expresión, rodeó a Naruto entre sus brazos y se permitió consentirlo a traves de reconfortantes caricias, haciendo a un lado la lujuria que lo había estado atormentando día y noche en las últimas semanas, fingiendo una vez más que sus deseos protectores procedían de su faceta paterna y nada más. Porque así debía de ser.

-No saldré con nadie en mucho tiempo, te doy mi palabra de ello.

Naruto se vio forzado a asentir, correspondió vacilante al abrazo y pidió disculpas infinidad de veces mientras se acurrucaba contra el pecho de Minato.

**

Despues de haber dejado a Naruto en el colegio, Minato se presentó a la empresa lo más presentable que le fue posible. Sentía un alivio inmenso de que Naruto estuviera a salvo, de que al menos le diera la certeza de no haber estado intimamente con nadie.

Y es que, no quería enturbiar aún mas sus pensamientos con imagenes eroticas que involucraran a su hijo teniendo relaciones con un desconocido al que ansiaba encontrar.

Porque, lógicamente, no dejaría las cosas así. Encontraría al susodicho y le enumeraría una retahíla de advertencias para que dejara en paz a Naruto, a su bebé, y al dueño de sus morbosas fantasías...

-¿Minato?

Saliendo de sus cavilaciones, Minato saludó al personal que recién abandonaba el ascensor. Se trataba de Hiruzen Sarutobi, su hijo Asuma y su nieto Konohamaru.

Al abordar el ascensor, más y más dudas comenzaron a embargarlo.

¿Y si Naruto había mentido? Tal vez lo hubieran lastimado y no había querido confiar en él.

Tamborileando los dedos sobre el tablero, Minato se decidió a extraer el móvil de su bolsillo. Le había prometido a Naruto devolverselo en una semana.

Dudoso, encendió el celular y aguardó para desglosar la lista de contactos donde figuraba un número desconocido.

Pulsando el cuarto botón del tablero, esperó a que las puertas se cerraran y al mismo tiempo marcó el número desconocido, llevándose el aparato al oído mientras sus pulsaciones se aceleraban incontrolablemente.

Podía no ocurrir nada. Solo esperaría a que la otra voz atendiera la llamada para darse una idea del perfil y la edad, incluso, con algo de suerte, podría reconocer la voz de entre los compañeros y profesores de Naruto.

Sonó el timbre intermitente. Las puertas del ascensor se abrieron y justo cuando Minato se disponía a salir, un conjunto de empleados ocuparon su lugar en el cubículo métalico.

El sonido de un celular resonó dentro del ascensor. Minato se mordió la cara interna de las mejillas y desechó la coincidencia, pero vaciló una vez más al notar que alguien al fondo del ascensor introducía su mano en el bolsillo delantero del saco.

-¿Fugaku?

Fugaku miró fijamente la pantalla de su telefono, luego oprimió el botón para atender la llamada.

Part of me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora