Seis

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Negó con la cabeza y oprimió nuevamente la tecla para llamar. El resultado, sin embargo, fue el mismo de antes.

Nada.

Silencio definitivo...

Por un momento había llegado a pensar en una idiotez. A suponer que una voz en extremo familiar le respondería la llamada. En cambio, había hecho el rídiculo, corriendo escaleras abajo para interceptar al elevador cuando este llegara a la primera planta. Todo en vano. Los escasos empleados se habían disuelto ya por las oficinas para continuar con el resto de las labores encomendadas, y él...él solo pudo hacer lo mismo.

No tenía sentido. Solo era una conjetura, una demente teoría en la que había llegado a involucrar a un superior con su propio hijo.

"Estás mal, Minato. Estás muy mal"

Paranoico. Estaba siendo quiquilloso en cuanto el supuesto novio de Naruto que bien podría tratarse de un simple compañero de escuela. Y es que a pesar de haberlo visto abordar un vehículo, ello no significaba que tuviera que tratarse de una persona adulta. Los jovenes aprendían a manejar a edades tempranas para impresionar chicas, o en cuyo caso aplicaba para seducir a su hijo.

¿Verdad?

Consternado, apuró el paso, dobló en la siguiente esquina y entró rápidamente al establecimiento para no darse tiempo a retractarse. Dentro y sentado en uno de los taburetes junto a la barra, se hallaba Jiraiya, bebiendo despreocupadamente de su vaso de sake mientras entablaba alguna charla banal con dos meseras.

-Jiraiya- saludó en tono cordial, respetuoso, forzando inclusive una sonrisa para disfrazar su mal temple. -¿Puedo sentarme?

Jiraiya rió ante el cuestionamiento.

-No lo sé, ¿Puedes?- vació otro vaso y palpó el taburete de junto. -Venga ya, algo te pasa y no te irás hasta que me lo cuentes todo.

-En realidad solo vine por un trago- Minato suavizó la mirada al recibir su pedido. Sabía que era pésima idea contarle sobre aquello que lo aquejaba, pero necesitaba relajarse urgentemente antes de seguir acusando a medio mundo masculino de tratar de seducir a su pequeño. -Gracias- bebió apresuradamente el líquido adulterado y suspiró con pesar al sentir la quemazon bajando por su garganta. -Uno más. Por favor.

Confundido, Jiraiya dejó el flirteo de lado y encaró al rubio con una ceja alzada.

-¿Vas a decirme que te pasa o tendré que averiguarlo de nuevo?

-No es nada. Exceso de trabajo- contestó a la defensiva, luego añadió antes de tomar la copa. -Estres.

-Ajá- ironizó el mayor, endureciendo sus facciones al contemplar el estado alicaído de Minato. -¿Qué hay de Naruto?- supo que había tocado un punto sensible cuando Minato tensó la mandibula y aferró con más fuerza la copa.

-Todo bien. Es...- calló para ingerir el resto de la bebida. -Esta en la etapa de rebeldía pero no es nada grave- poco a poco la lengua empezó a trabarsele. No toleraba siquiera pensar que Naruto lo desobedeciera de nuevo para enrollarse con un desconocido ni mucho menos.

-Minato- comprensivo, Jiraiya apoyó un brazo sobre su hombro. -Rechazaste a la pollita más sexy de todas, has estado llegando tarde al trabajo, te olvidaste del aniversario de Kushina, y ahora vienes a embriagarte para sentirte mejor por...

-¿Qué dijiste?- parpadeó el rubio al reparar en un punto de la enumeración. -Oh dios, no- se mesó el cabello con fuerza y ordenó un trago más. -Me olvidé del aniversario de la muerte de Kushina- la tristeza lo embargó rápidamente, sumiéndolo en un irreparable estado de dolo. Era inconcebible que se olvidara, cada año acudía al cementerio para llevarle un bouquet floral y esta vez...

De repente, abrió más los ojos, separó los labios y se levantó de un salto.

-¿Minato?

-El cumpleaños de Naruto- balbuceó. -¡Lo olvidé por completo!- sacó su billetera, dejó el pago correspondiente junto a su copa y salió corriendo del lugar, dejando a Jiraiya con las palabras en la boca.

Minutos más tarde, Mei Terumi abandonó su puesto en la segunda barra. Se ajustó el escote del ceñido vestido azul y parpadeó incrédula al no ver al Namikaze por ningún lado. Lo había estado observando desde que llegó, era su oportunidad perfecta para recuperar a "su" hombre. Ella se casaría, asi tuviera que amarrarlo para cumplir con su cometido. Casi podía verse a sí misma vistiendo su pomposo vestido blanco en el altar.

Con las mejillas arreboladas por el pensamiento, reanudó su caminata, miró a izquiera y derecha y tras un descuido del viejo pervertido, se acercó a la barra a preguntar por su amado. La respuesta del cantinero la dejó helada, petrificada.

¡¿Qué se había ido?!

No...no era posible. Eso desbarataría sus planes.

-¿Hiciste lo que te pedí?- se volvió hacia el robusto hombre que servía velozmente a los nuevos clientes.

-Madame, vertí cinco gotas diluidas en cada uno de sus tragos.

Mei frunció el entrecejo, y preocupada, decidió emprender la busqueda de Minato. Con suerte y no sería muy tarde...
**

Empezaba a aburrirse de veras, incluso sopesó el hecho de salir y buscar a Fugaku para darle al menos una explicación de lo que estaba ocurriendo. Sentía que, de algun modo, se lo debía. Pero tampoco podía dejarse llevar por el impulso, bastantes problemas tenía ya con su padre para verse involucrado en un nuevo lío o malentendido. Sin duda su relación con el Uchiha debía terminar, había accedido a salir con él para vengarse de su padre, aunque nada de eso tenía sentido realmente. Ya lo había perdonado y ambos acordaron no frecuentar a nadie por un tiempo.

Indeciso, se terminó su vaso de leche y vio la hora en el reloj sobre la nevera. No entendía por qué su padre tardaba tanto, seguramente tenía más trabajo de lo normal. Lo peor de todo es que había salido una hora más temprano de lo usual por la ausencia de uno de los profesores, y al no tener su celular consigo, no pudo alertar a su padre de ello. El muy ingenuo lo iría a buscar al colegio y...

-¿Naruto?- el azote de la puerta lo sobresaltó. Dejó el vaso en el fregadero y fue testigo del tambaleo inusual en Minato cuando este se dirigió en su dirección.

-¿Papá?- preguntó a su vez, sin despegar la vista de las cajas forradas en coloridos tonos que llevaba el adulto entre sus brazos.

-Perdoname, perdoname- repitió su disculpa al menos tres veces más mientras dejaba los obsequios sobre la mesa. Después abrazó a Naruto y lo besó delicadamente en el cabello, implorando reiterativamente que lo perdonara por semejante olvido.

Naruto, atrapado en el posesivo abrazo paterno, no pudo más que desviar la mirada hacia el calendario.

Oh. Era eso...

El también se había olvidado.

-Papá- algo andaba mal. Muy mal. Naruto lo notó al percibir el fuerte aroma a licor que despedía el aliento de Minato. Pero no fue todo, al intentar liberarse de su agarre, su rodilla rozó accidentalmente el bulto dentro de sus pantalones.

¿Estaba excitado?

-Soy un mal padre. Te amo tanto y aún así, aún asi...- tomó el rostro de Naruto entre sus manos y lo besó suavemente en los labios. Un beso corto y dulce que el menor no vio venir. -No puedo dejar de pensar en lo mucho que ansío hacerte mío.

-Papá, estás ebrio- Naruto intentó hacerle entrar en razon, en parte ilusionado y en parte dolido de que la confesión fuera un simple estrago de la bebida. -Te acompañaré a tu recámara para que descanses.

-No- se rehusó Minato, volviendo a atraerlo hacia su cuerpo, el éxtasis lo envolvía ante la cercanía de su hijo. -Dejame tomarte, dejame...- vaciló. -Tenerte como deseo.

Fuertemente sonrojado, Naruto ladeó el rostro.

Part of me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora