Capítulo 8

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Verónica y Antony se levantaron primero que todos, desde que habían descubierto el río tenía una fantasía loca la cual iban a realizar a toda costa y era bañarse desnudos en el río, debían ir temprano ya que esa tarde tenían la reunión de despedida que María había planeado, al día siguiente debían empacar y esperar a que los fueran a recoger el domingo para dejar la cabaña.

—Antony si el clima está frío, ahora imagínate esa agua— Verónica caminaban junto a su novio mientras se abrazaba a sí misma —¡Antony te estoy hablando!

—Se supone que ya deberíamos haber llega'o—habló este mirando sus alrededores.

—Yo siento que hemos subido en vez de bajado— se quejó.

—Es por aquí, camina— la agarró del brazo obligándola a avanzar —mira esas matas, hay que pasarlas para llegar al río.

—¡Antony!— Verónica gritó asustada al ver que casi caía por un precipicio. —Vamo' a devolverno' que hay frío, mucho lodo y parece que va a llover, además 'tamos perdi'os.

—¡Coñazo! que no 'tamos perdi'os— le gritó haciéndola saltar en su lugar.

—Antony el río ta' como a 20 metros de profundidad ¿Qué tú pretende'? ¿Qué no' tiremo'?— le reclamó. Estaba titiritando por el frío.

—¡Verónica cállate la maldita boca!— volvió a gritarle exasperado —¡tú no me deja' pensar!

—Pero e' que no hay na' que pensa', sólo hay que devolverse ¿Cuál e' el maldito problema?— las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, Antony nunca la había tratado mal y ese día estaba siendo un completo patán. —¿Te digo una cosa? yo me voy, tengo frío y hambre y no me voy a mete' en un fucking río que debe 'ta congela'o.

Dio la vuelta y comenzó a bajar por el camino que habían subido.

—¡Antony!— el grito desgarrador lo alertó y comenzó a correr por donde esta se había marchado.

—¡Verónica!— la llamaba pero nadie respondía, no había nadie —¡Verónica!

Siguió corriendo deprisa por el camino pero sintió que ya estaba muy lejos así que se devolvió, no había rastros de Verónica, el cielo se oscureció y comenzaron a caer pequeñas gotas de agua, ya no sabía que hacer, la llamaba y nada, sus manos temblaban y a cada paso sentía que su corazón estaba por salirse, en el trayecto llegó a pensar varias veces que si era una broma se iba a molestar mucho, pero muy en el fondo quería que eso fuera, solo una broma. 

Al llegar un poco adelante encontró el pequeño espejo que ella siempre cargaba con manchas de sangre, palideció sintió un nudo en el estómago y las piernas le flaquearon, cayó de rodillas con la respiración cortada, comenzó a sollozar y por reflejo se llevó las manos a la boca.

Después de unos minutos, como pudo se estabilizó y corrió hacia dentro del bosque saliéndose del camino, la llamó varias veces y luego se dio cuenta de que era un error hacerlo pues quien sea que se la hubiese llevado sabría que el iba por ella. La lluvia provocó que la tierra se volviera un lodo resbaladizo.

—¡Verónica!— gritó con todas sus fuerzas ignorando sus instintos de hacer silencio, estaba desesperado y la lluvia no ayudaba, no podía abrir bien los ojos, tropezó y se cayó resbalando por una pendiente de tierra, impotente y temeroso de que le haya pasado algo comenzó a llorar sentado en el lodo. —Verónica di algo por favor.

El sonido de un teléfono lo alertó, se puso de pie esperando el impacto que nunca llegó, el sonido continuaba, caminó un poco siguiendo el timbre y procurando no caerse de nuevo y metros más adelante la vio.

La Ciguapa 🔹 (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora