c u r v e s

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Los gemelos Yugi jamás le tomaron importancia al hecho de ser un alfa y un omega.
La casta de cada uno era un dato trivial que no servía para más que marcar una leve diferencia entre ambos. Es justamente por ello que la frase de Hiroki no tenía sentido.

O eso creyó Amane antes de encontrarse mirando a Tsukasa de una manera en la que no debería.

Eran apenas las seis de la tarde, Hiroki-san salió hace menos de quince minutos para terminar de conseguir lo necesario para la nueva habitación del omega; aún sin decirle nada al respecto. En este lapso de tiempo, a Tsukasa se le ocurrió cocinar. Así que fue por un delantal, un banquito y un par de ingredientes para comenzar su labor. Y ahí estaba Amane, sentado en la mesa observando atentamente la silueta energética de su gemelo moverse de un lado al otro. Era problemático, es decir, sus ojos se centraban principalmente en como los shorts café se levantaban cada vez que se inclinaba para recojer algo o la manera en la lamía despreocupadamente sus dedos cubiertos de crema. Sabía que estaba mal y no quería hacerlo, pero le resultaba inevitable. Tardó un par de minutos antes de darse cuenta de su propio morbo, desvío la mirada sintiéndose culpable. Su hermano estaba cocinando donas para ambos, esforzándose en una tarea que claramente no era su fuerte solo para que él esté ahí mirándolo de forma indecente.

Su reproche interno pasó a segundo plano al ver como Tsukasa rompía media docena de huevos contra el suelo.

ㅡ ¿Qué...? ㅡ Murmuró sin entender.

ㅡ Agh, ¡Amane! No puedo con esto. ㅡ Se quejó inflando sus mejillas en un puchero. El alfa comenzó a acercarse a paso lento, mentalizándose a limpiar el desorden.

ㅡ ¿Qué sucede, Tsukasa?

ㅡ Necesito romper tres huevos para ponerlos en la mezcla, ¡pero siempre caen pedazos de cáscara! ㅡ Exclamó con una expresión de derrota mientras se cruzaba se brazos.

Amane analizó minuciosamente la zona se trabajo para descubrir, entre todo el desastre, trozos de cáscara de huevo regadas por todas partes. A juzgar por la cantidad, había estado la mitad del tiempo que llevaba cocinando ocupado en quitar aquello de la masa. Sonrió tratando de no ser tan evidente, después de todo, el menor parecía bastante frustrado al respecto.
Se acercó un poco -bastante- a su gemelo para envolver y acomodar su cuerpo entre sus brazos. De esta forma, era más cómodo para guiarlo. Tomó las manos del omega con delicadeza, notando en el proceso una leve diferencia de tamaño.

ㅡ Mira. ㅡ Señaló con la cabeza e hizo que Tsukasa agarrara un un huevo que había quedado oculto entre los recipientes. ㅡ si lo haces suave, no tendrás ningún problema. ㅡ Suspiró en su oído, Tsukasa tembló un poco. Hizo que golpeara el huevo contra un costado. La yema se deslizó desde el interior y cayó sobre la mezcla sin problemas, sin trozos de cáscara de por medio.

ㅡ Ohh, Amane es genial. ㅡ De alguna forma, lucía sorprendido. Se acomodó mejor entre los brazos de su hermano.

ㅡ Eso no... ㅡ Amane prefirió callar mientras soltaba las manos su compañero lentamente. Lo abrazó por la cintura viendo como repetía el movimiento hecho segundos atrás. Enorgulleciéndose de, esta vez, no hacer un desastre.

ㅡ ¿Viste, Amane? ¡Lo logré! ㅡ Dijo dando pequeños brincos de alegría, el mayor le sonrió en respuesta. Volvió a concentrase en su labor con una amplia mueca de felicidad.

El alfa observaba la rapidez que poseía un tanto  asombrado. Sus manos se movían -mejor dicho, se deslizaban- por el contorno del mueble tomando todo lo que le hacían falta, acomodando algunas cosas y a su vez siguiendo la receta al pie de la letra; manteniendo un ritmo sin pausa. Las feromonas de Tsukasa le tranquilizaban, eran agradables y se notaba por el aroma que estaba pasando un buen momento. Recargó su cabeza en el hombro del chico mientras lo oía tararear la melodía de la serie que estuvo viendo en la mañana. Tenía sueño, se habían levantado temprano. Ya deseaba que toda aquella locura de la nueva habitación terminara para así dormir una larga siesta junto a su gemelo. Comenzó a inhalar la fragancia del omega directamente desde su piel, deslizando la nariz por su cuello. Oyó una suave risa.

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