Ese día Amane despertó más temprano de lo usual. Se removió un poco sintiendo una picazón en su nariz, los cabellos de Tsukasa le hacían cosquillas. Bostezó sobre su nuca intentado volver a dormir, apegándolo un poco más a si mismo. La certeza de que el menor estaba entre sus brazos le ayudaba a conciliar el sueño. Sobretodo ahora que comenzó a sentir una extraña afinidad por él.
Estaba dormitando cuando sus ojos se posaron en el cuello de Tsukasa. La pijama se había deslizado hacia un costado, dejando su hombro totalmente expuesto; dejando su glándula omega totalmente expuesta. Sintió la necesidad de morder, de marcar. Abrió levemente la boca rozando por casualidad sus labios en la piel ajena. El menor se removió en sus brazos, al igual que alfa interno de Amane que rogaba por cometer aquél acto. Suspiros bajos -mejor dicho rugidos- se deslizaban de la boca del mayor mientras su juicio se iba nublado por la necesidad y falta de sueño. Cohibió el impulso insensato remplázandolo por un beso sutil, uno que provocó que Tsukasa volviera a moverse entre sus brazos.
Estaba a prácticamente a segundos de quedarse dormido cuando el sonido de la puerta principal llamó su atención. No solo a él, pues el omega se giró dando un largo bostezo en lo que se arrullaba contra su pecho.
ㅡ Buenos días, Amane. ㅡ Habló con una tenue sonrisa.
ㅡ Hola, Tsukasa. ㅡ El mayor imitó el gesto acariciando un poco sus cabellos.
ㅡ ¿Mamá vuelve hoy? ㅡ Preguntó entre suspiros. Estaba cansado, aún era muy temprano.
ㅡ No, debe ser Hiroki. ㅡ Tsukasa hizo una mueca.
ㅡ ¿No es demasiado temprano para que esté aquí? ㅡ Envolvió al alfa entre sus brazos, gustoso por su cercanía. El mayor se sonrojó un poco.
ㅡ Debe traer la comida de esta semana. ㅡ Supuso mientras buscaba algo de espacio personal. Idea a la que desistió al poco tiempo al notar lo aferrado que esta su gemelo.
Ellos había dormido juntos desde siempre. Incluso cuando eran bebés, su madre se había encargado de comprar una amplia cuna para que pudieran dormir juntos; según ella, lloraban de manera exagerada cuando estaban separados. Es por eso que Amane, ahora con catorce años y sin haber roto esta tradición nunca, se sentía confundido -hasta frustrado- por sus repentinas reacciones. Adoraba tener a Tsukasa cerca, incluso diría que no podría dormir si no estaba con él, pero había factores internos que volvían esta experiencia un tanto incómoda.
El crujir de las escaleras, acompañadas del rítmico traqueteo de unos zapatos de tacón, les dió el indicio a los gemelos Yugi que Hiroki estaba a nada de entrar en la habitación. Amane envolvió a Tsukasa en sus brazos de forma un tanto posesiva, fue un acto reflejo, totalmente inconciente. La mujer, aun del otro lado de la puerta, pudo notar las feromonas esparcirse en la habitación. Probablemente, buscando cubrir al omega que se encontraba en ella. Lanzó un suspiro y preparó su mejor sonrisa antes de golpear tres veces la puerta, suave.
ㅡ Pasa. ㅡ Escuchó la típica voz ronca tras recién haber despertado por parte del gemelo mayor.
La mujer entreabrió la puerta asomando sus ojos verdes, pidiendo un último permiso para finalmente ingresar. Vió a los hermanos acurrucados en la cama que compartían. Amane la veía con cansancio, mientras que Tsukasa seguía sin despegar su rostro del pecho del alfa. Normalmente le parecería tierno, era una escena a la que estaba acostumbrada. Pero era otra edad, y hay ciertos límites que tendría que empezar a marcarles. Volvió a acomodar su cabello girsaseo en el rodate improvisado que tenía un tanto nerviosa.

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Omega
Hayran KurguSer un alfa y un omega jamás representó un problema para los gemelos Yugi. Pero la adolescencia trae consigo eventos inesperados.