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	El niño no había podido comer más deprisa ese día

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El niño no había podido comer más deprisa ese día. Su padre, al volver a casa tras despedirse del vendedor errante, le había preguntado qué le había dicho antes de marcharse, pero su hijo no se lo había querido contar. Le había puesto una excusa, diciéndole que había llegado a animarle para que se esforzase más en su futuro oficio, pero no había explicado a cuál de ellos se refería. No hacía mucha falta, ya que su padre seguía empeñado en que ese oficio fuera la cartografía.

Pero el niño, ya con las ganas que él tenía sumadas a las que le había transmitido el vendedor con su historia, sabía que no iba a ser cartógrafo definitivamente. Y su padre, le gustase o no, tendría que ver cómo su hijo se convertiría en herrero.

Una vez acabaron de comer, su padre recogió todo y el niño le preguntó si podía salir fuera toda la tarde. El cartógrafo al final dijo que sí, ya que habían trabajado mucho en los mapas que el vendedor se había llevado y no le venía mal un descanso. Aunque el niño no tenía planeado descansar precisamente.

Abrió la puerta y la cerró tras de sí rápidamente, decidido a hacer lo que había planeado la tarde anterior. Se había llevado la brújula que su padre le dio, tratando de hacer caso a lo que le dijo el vendedor. Probablemente encontraría una forma de usar lo que su padre le estaba enseñando aunque se fuese a dedicar a otra cosa. Y aunque no supiera usarla, a lo mejor le servía de algo allá donde iba a ir.

Cuando salió, se encontró al gólem junto a su casa, tapándose la cara como si estuviera jugando al escondite. El niño se rió. Además de no estar ni detrás de una pared, siendo tan grande era imposible no verle. Tenía unas ocurrencias muy graciosas.

El niño, cuando el gólem se quitó las manos de la cara, le hizo un gesto para que le siguiera y el gigante se contuvo una vez más de darle la rosa. Puede que esa tarde encontrara algún momento especial para dársela. Un momento en el que pudieran estar tranquilos, aunque ningún día entre esos dos parecía estar muy tranquilo que digamos.

Siguieron por esa misma calle y el niño, que corría más de la cuenta, se tenía que parar de cuando en cuando para dejar que el gólem le alcanzase. Torcieron a la izquierda y ahí estaban de nuevo, la casa del herrero. El gigante se quedó parado, pensando si tendría que volver a meterse en ese cuchitril en el que ni cabía, pero el niño se le adelantó, haciéndole un gesto con la mano.

—Quédate fuera —le advirtió—. Ahora mismo salgo.

El gólem obedeció. ¿Qué otra cosa iba a hacer? No quería volver a entrar en esa casa de ninguna de las maneras, era agobiante para él tener tan poco espacio. Además, ya había causado bastantes destrozos el día anterior. Afortunadamente, no tendría que volver a hacerlo, o no ese día. Pero, ¿qué era lo que iría a hacer el niño?

Le escuchó revolver cosas, escuchó golpes y poco después, salió por la puerta. Con la ropa llena de polvo, se ajustaba un cinto a la espalda y plegaba mejor de lo que estaba un pergamino que parecía ser un mapa. Tras él, llevaba sujeto lo que parecía un pico de diamante. El gólem inclinó la cabeza y el niño se atusó la ropa para después, cerrar la puerta de la herrería. No iría a...

Lᴀ ʀᴏꜱᴀ ᴅᴇʟ ɢóʟᴇᴍ ᴅᴇ ʜɪᴇʀʀᴏ 「Minecraft」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora