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Un chirrido sonó al abrir la puerta, dejando a la vista una habitación polvorienta y vieja, que pedía a gritos una limpieza y un montón de arreglos

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Un chirrido sonó al abrir la puerta, dejando a la vista una habitación polvorienta y vieja, que pedía a gritos una limpieza y un montón de arreglos. Pero de momento, valía así. El niño entró en casa del herrero con la pila de libros encima y el gólem se quedó fuera, sin saber qué hacer.

El hijo del cartógrafo dejó los libros encima de la mesa de herrería y le hizo un gesto a su amigo para que entrara en la casa. ¿Eh? ¿Cómo iba a entrar ahí? ¿No era muy estrecho para él?

El gólem se quedó allí parado y el niño siguió insistiéndole. Al final le tuvo que hacer caso e intentó entrar. Se agachó un poco y se puso de lado, temiendo llevarse la puerta por delante, cosa que efectivamente sucedió. El niño se echó a reír y pensó que cuando fuese adulto quizá tendría que hacer unos arreglos en la casa para que el gólem cupiese por la entrada sin que tuviera que hacer un estropicio.

Pero necesitaba que el gólem entrase, quería tener cerca las herramientas dentro del taller, salir con ellas fuera de allí continuamente iba a ser muy incómodo para los dos.

Una vez que el gólem estuvo dentro, que entró con la poca delicadeza que le caracterizaba, causó un par de destrozos más por si el de la puerta no había sido suficiente. Quizá lo tenía que haber pensado antes, pero quería tenerle dentro del taller, así que se aguantó con las consecuencias.

Empujó la mesa de herrería, volcó una vagoneta con un cofre lleno de carbón y estuvo a punto de tirar el horno de no haber sido porque consiguió sujetarlo a tiempo. El niño le hizo un gesto para que se estuviese quieto, si destrozaba la casa no podría practicar. Se dio cuenta entonces de por qué los gólems siempre estaban paseando por el pueblo y no entraban en las casas. Era como dejar entrar un tornado.

El gólem obedeció, sintiéndose más torpe por momentos, pero era culpa de la casa, era demasiado pequeña y estrecha para él, no podía hacer nada. Decidió que quizá era mejor sentarse en el suelo para dejar de tirar cosas, no sin antes tropezarse con el yunque, que no movió de sitio apenas porque pesaba demasiado.

El niño suspiró entre la nube de polvo que había levantado el gólem al sentarse de golpe después de tropezarse. Si entraba siempre así al taller, se rompería él y se llevaría la casa por delante. Tendría que pensar en otra solución, pero por el momento, ya estaba hecho.

—Quédate quieto, ¿vale? —dijo el niño, yendo a volver a colocar la puerta.

El gólem asintió con un montón de chirridos. Se quedó quieto, aunque trató de apartar el yunque para hacerse un sitio un poco más amplio. La casa era claustrofóbica.

Una vez puso la puerta en su sitio como pudo, la cerró y fue hacia la mesa de herrería y trató de arreglar un poco el estropicio antes de ponerse manos a la obra. Hojeó los libros deprisa y después, se puso a buscar en un cofre que había al fondo de la habitación. El gólem no sabía lo que estaba buscando y se quedó mirándole tratando de moverse lo menos posible.

Lᴀ ʀᴏꜱᴀ ᴅᴇʟ ɢóʟᴇᴍ ᴅᴇ ʜɪᴇʀʀᴏ 「Minecraft」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora