«Las rosas rojas que dejan los gólems de hierro al morir, son aquellas que no pudieron regalarles a los niños que quisieron ser sus amigos.»
▶Esta historia está basada en la teoría que subió Warfredone a su canal de Youtube sobre los gólems oxidados...
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Los niños aldeanos siempre son algo reticentes a acercarse a los gólems de hierro que protegen la villa. Son criaturas imponentes, enormes y que parecen ser tan duros y fuertes como una montaña. Además, éstos nunca hablan. Solo rondan por la aldea observando el panorama. Y es por eso que los niños siempre les miran, pero no se atreven a acercarse a ellos.
No obstante, lo que no saben, es que a los gólems les encantan los niños y les gustaría poder jugar con ellos si les dejasen. Pero pocos niños, por no decir ninguno, consigue interpretar qué es lo que los gólems quieren.
Por eso, cuando un niño se acerca a un gólem, como la mole de hierro no puede hablar, le regala una rosa roja. La flor es un símbolo de esos grandes seres tanto para demostrarle su amistad, como para que el niño vea que puede sentir, que le está agradecido y sobre todo, que no tiene nada que temer de él.
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