Capitulo 5

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Y con esa cola.



Diferentes

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No fue capaz de volver a la realidad hasta que Rukia se separó de él, Ichigo podría haber olvidado que necesitaba del aire, pero ella no.

Ichigo, cuando se sintió liberado de los brazos de Rukia, recordó que él seguía siendo tan humano como toda la vida, nadó hacia la superficie por instinto y no porque deseara apartarse de ella.

Inhaló el preciado oxígeno, sintiendo como si hubiera vuelto a la vida después de que ella le llevará a un mundo que no conocía con algo tan sencillo como lo era unir sus labios con los suyos.

A no más de medio metro la cabeza de Rukia se asomó, con el negro cabello cubriendo su bello rostro, ella no tardó en hacerlo a un lado, sonriendo, aunque aquel pequeño mechón permanecía en el centro de su cara.

— Rukia— aunque su intención era regañarla, Rukia rió complacida de ver los cabellos naranja de su flequillo pegados a su frente que se encontraba arrugada por cómo fruncía el ceño—. No puedes arrojarme así al agua.

— ¿Por qué no?— nadó rápidamente y le abrazó de los hombros, pegando completamente sus pequeños pechos con el suyo—. No has venido a nadar conmigo.

Hizo un puchero, le había insistido mucho y él no venía, así que ahora ella le había hecho venir. Ichigo sintió que se empezaba a sonrojar, tendría que haber aprovechado la vuelta al mercado para tratar de conseguirle un top a Rukia. Aunque para ella fuera lo más natural del mundo, no era correcto que él anduviera por allí aprovechando para ver piel de más.

— Porque podría ser que no sepa nadar— espetó, queriendo dejar de pensar en los dos suaves senos que ahora podía sentir a la perfección gracias a que su camisa se encontraba totalmente mojada, era como si no llevara nada.

— Pero— ella se quedó sin argumentos, tan ignorante de lo que estaba haciendo en él que era casi enfermizo que Ichigo sintiera esa emoción de estar así de cerca de ella—, es imposible que no sepas nadar, ¿por qué te estás poniendo rojo? No sabía que los hijos del hombre cambiarán de color ¿Eres como los pulpos?

Ella le sujetó con ambas manos la cara, observando con detenimiento la piel sonrojada, maravillada por el cambio.

— ¡No, no, no!— ella se asustó, sin embargo no se apartó de él—, es complicado de explicar, porque no sé cómo sea allá— dijo refiriéndose al lugar de dónde sea que Rukia viene—, pero aquí en la tierra las mujeres se cubren sus pechos.

— ¿Los pechos?— Rukia bajó la mirada a los suyos, nunca les había prestado particular atención—, ¿qué tienen que ver mis pechos con que te pongas rojo?

Ichigo estaba seguro de que su tono ahora era equivalente al de un cangrejo.

— Para los humanos, los pechos son muy atrayentes.

— ¿Atrayentes?— Rukia parecía muy interesada en el tema.

— Sí, y las mujeres humanas los cubren para que los demás no los vean. Porque son algo íntimo.

— Pero no me importa que los veas— se quedó pensando un instante, e Ichigo pensó que quizá había entendido—. ¿Te molestan?

— ¡No, no! Son muy lindos— la cara de Rukia se iluminó por lo la declaración de Ichigo—, pero debo de cuidar de ti. Te compraré un bonito top para que uses, ¡del color que tu quieras!

— Si es un regalo tuyo, Ichigo, no me importa el color— aseguró Rukia.

— Bueno, pero creo que eso no podré hacerlo hasta mañana. Y creo que deberías de usar uno cuando le diga a mis hermanas de ti.

— ¿Ellas también se cubren sus pechos?— Ichigo asintió en silencio, este tema era demasiado para él. Rukia, aunque no entendía del todo el tema, sí sabía que era importante seguir las normas de esta nueva forma de vida—, tú también te cubres, aunque estoy segura de que eres un varón.

Jaló la tela mojada de su camisa negra con estampado, para remarcar el hecho de que estaba vestido. Iba a ser difícil explicarle las diferencias que se habían inventado los humanos respecto a la anatomía femenina y masculina.

Ichigo se quitó la camisa y aunque batalló un poco para manipularla por lo mojada que estaba, de algún modo se las arregló para ponérsela. No tenía idea de porque hasta ahora no se le había ocurrido dársela.

Obviamente seguía siendo obvio que no llevaba nada debajo, pero ahora podría explicarle más fácil ya que no le distraen los dos montes coronados.

— Los hombres no tenemos pechos como los de las mujeres—. Rukia, que hasta ese entonces estaba admirando la camisa, tratando de decidir si le agradaba o no la sensación de esta sobre su piel volteó a verle para escucharlo mejor—. Nosotros en la puber... ¿qué haces?

Rukia se le pegó de nuevo, pero esta vez para pasar sus garras por sus costillas, explorando.

— Te estoy tocando— exclamo como si fuera lo más normal del mundo.

— ¿Pero por qué?— se estaba sonrojando de nuevo, pese al peligro potencial que eran las extremidades de Rukia ella tenía un cuidado durante su recorrido.

— Nunca había visto un torso masculino— Rukia le veía con sus grandes ojos fascinada, tocando los músculos del abdomen en un camino ascendente—. Es duro, no se amolda a mi mano como mis pechos— remarcó las diferencias cuando llegó a los pectorales.

— Sí, te decía que somos distintos...

— ¿Qué otras diferencias tenemos?— preguntó Rukia bajando la mano y colocándola justo en el botón del pantalón, viéndole directamente a sus castaños ojos, como buscando encantarle una vez más.

Ichigo no sabía si había malicia en su pregunta, pero al no ver escapatoria se sumergió en el agua, tratando de huir de ella y sus propios deseos.

Ella le iba a volver loco.


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Sirena [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora