Capitulo 9

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Imposible

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La quietud de la noche le despertó sin razón. Ni siquiera el mismo Ichigo estaba seguro de porqué había despertado.

Aunque lo mejor hubiera sido que no hubiera dormido, Rukia estaba muy mal antes de que perdiera el conocimiento.

— ¿Rukia?— preguntó temeroso, no quería llamarla y descubrir que ella jamás podría contestarle. Se asomó al borde de la piscina, esperando encontrarla dormida en la hamaca, pero se encontraba vacía—, ¡¿Rukia?!

Ella no estaba en la piscina.

El corazón le latía con fuerza, ¿a dónde se supone que podría haber ido? Rukia no puede avanzar mucho por su anatomía inadaptada a la tierra.

Se da media vuelta, para ir a correr con Isshin, sin importarle la hora, porque va a salir a buscarla y entre más sean más rápido la encontrarán. Pero entonces, escucha pasos ligeros y apresurados, y de repente siente como unas pequeñas manos le empujan por el pecho para que caiga al agua, con el menudo cuerpo pegado al suyo, empapándolos por completo.

Ichigo está aturdido, eso fue totalmente inesperado, y está listo para pelear contra lo que sea que haya sido eso, pero la risa de Rukia le trae de vuelta a este plano.

— Soy yo, tonto— ella le da un beso rápido mientras Ichigo se estabiliza en el agua, y antes de que se de cuenta, siente un par de piernas abrazarse a sus caderas.

— ¿Rukia?— dice incrédulo, porque su nombre fue lo único que pudo decir, pero ella no le da tiempo de procesar tantas preguntas que pasan por su mente que no puede ordenarlas, porque lo abraza con fuerza ahora con sus brazos, obligándolo a besarla, ahora con fuerza.

Su beso es demandante, sin pedir permiso para retarlo, sin miedo a consecuencias.

Ichigo se deja llevar, como si de nuevo hubiera sido hechizado por esta sirena.

Ni siquiera se preguntó en qué momento Rukia logró quitarle toda la ropa, no es que la necesitará, de todos modos; solo importaba estar juntos.

Las olas se mecían despacio, adaptándose a su ritmo, acariciando cada poro de su piel, creando un estímulo que se sentía como caricias en todo el cuerpo, como si fuera una persona más en el íntimo encuentro.

Pero Ichigo solo besaba los labios de Rukia, y estaba seguro de que no besaría los de nadie más.

Jamás.

No ahora que sabía que ella era el amor de su vida, que la había encontrado, esa fantasía casi imposible para los simples mortales. Estaba seguro de que estaba hecho para ella, y solo ella.

Los cabellos de ella se le pegaban al cuerpo, cubriéndoles un poco, casi como si ella tratara de protegerlos de espectadores no presentes.

Las piernas recién adquiridas le aprietan más contra ella, y agradece estar vivo para poder realizar esto, un acto que desborda emociones al ritmo de sus embestidas.

Rukia susurra una dulce canción de amor en sus oídos a la par de los melodiosos gemidos que se le escapan de vez en cuando.

E Ichigo canta su nombre como si fuera su himno.

A la mañana siguiente, cuando despierta, se da cuenta de que no ha sido un salvaje sueño, sino la más bella de las verdades que antes le parecerían jamás posibles.

Se pellizca más de una vez, y Rukia ríe mientras abraza sus piernas, probablemente pensando que se ha vuelto loco.

— ¿Por qué no habías dicho nada? Pensé que iba a perderte.

— Ni siquiera yo sabía que pasaba conmigo— el rubor en su rostro es evidente, aunque sabe que no es por pudor, y es que a pesar del regaño, ella se ve tan feliz, le encanta verla así, quiere estar así con ella para siempre.

Ichigo se siente culpable por el reclamo, pero no tarda en besarla de nuevo, refugiándose en sus pequeños pechos y las delicias de su interior, ignorando todas sus responsabilidades de adulto.

Empezaron una vida de recién casados, ni Isshin ni sus hermanas dijeron nada, obviamente expresaron sorpresa porque Rukia de repente apareció en la sala con un vestido celeste, pero más allá de eso, la vida era absolutamente maravillosa.

Rukia empezó a llevarse mejor con Isshin ahora que estaba totalmente segura de que no era una amenaza; Ichigo estaba casi seguro de que él sabía que era lo que Rukia tenía mientras estaba "enferma" pero se había callado porque le encantaba hacerle esta clase de "bromas" a Ichigo.

De todos modos, no tardaron en aprovechar lo que podían hacer ahora que Rukia tenía dos piernas.

Ichigo le había comprado vestidos veraniegos, que a Rukia le encantaron por lo ligeros y lindos que eran. Su actividad favorita era ir al mercado a buscar nuevos jugos y dulces para que Rukia probará. A Ichigo le divertía mucho verla juguetear en el patio.

Las personas hablaban de la nueva integrante de la familia Kurosaki, pero a Ichigo no le importaba mucho, estaba demasiado feliz para importarle los rumores.

— Creo que te amo— le dijo una noche Rukia, mientras se abrazaba a él en el sofá mientras veían una película francamente aburrida, pero que seguían viendo para tener una excusa de estar solos en la sala.

— Hmm... creo que yo también— le besó la frente, mintiendo, porque él estaba seguro de que si la amaba.

— ¿Y cómo sabes que amas a alguien?

— Es complicado— acarició su hombro, metiendo la mano debajo de su camisa—, si eres feliz con alguien, entonces es porque lo quieres. Pero amar es algo más fuerte que eso.

— ¿Más fuerte que qué?

— Es imposible medirlo— Rukia se acurrucó más cerca de él, como si tuviera miedo de ese concepto tan mundano para los humanos. A Ichigo le causó mucha ternura.

— ¿Cómo sabrás si me amas? ¿Cómo lo sabré yo?

— Sólo lo sabré— algún día le dirá que la ama y quiere vivir toda su vida a su lado—. Y tú de igual modo algún día simplemente te darás cuenta de ello, porque no es algo que se pueda planear o decidir. Simplemente lo sientes.

Pronto, muy pronto, le pediría que se case con él.

Ichigo una mañana despierta como si nada, algo cansado y con ganas de permanecer en la cama fría, porque Rukia probablemente se fue al patio, pues acaba de descubrir a las catalinas y está fascinada con ellas.

Da por sentado que la vida seguiría su maravilloso curso en la cotidianidad, porque ya no tiene una sirena en la piscina, sino a la mujer que ama a su lado. Se prepara el desayuno y continúa con su rutina de un día cualquiera. Pero después de un par de horas trabajando se dio cuenta de que Rukia no había llegado a traerle un par de panes tostados, que al final se acabaría ella comiendo uno, pero era divertido ver cuánto se esforzaba por hacerlo feliz incluso con algo tan sencillo.

Lo que parecía imposible, pasó.

Rukia no está.


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Sirena [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora