Capitulo 2

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Santuario

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Cuando ella le permitió respirar propiamente, con sus cabellos azabache aún mojados pegándose con su piel bronzeada, que contrastaba de una manera etérea con la blanca de ella, tanto que pareciera que nunca hubiera estado expuesta al sol.

— Rukia— Ichigo se quedó pasmado, sin entender—, Rukia— ella puso su mano, o más bien garra, sobre su pecho. Entonces el joven entendió que ella se estaba presentando a sí misma, bruscamente, como si no supiera cómo hacerlo.

— Ichigo— se limitó a decir. Ella le entendió de inmediato.

— Ichigo— repitió, como para nunca jamás olvidarlo. Entonces sus escamas empezaron brillar, estableciendo una competencia con la luz de la luna en un espectáculo que merecía ser documentado como uno de los fenómenos más impresionantes de la naturaleza.

Era como si la mujer frente a él, Rukia, fuera la encarnación de una aurora boreal.

Ella le acarició los labios, cantándole una canción que no conocía, pero le parecía terriblemente familiar. Cuando ella le vio con sus enormes ojos una vez más, Ichigo supo que no tenía duda alguna, había sido hechizado por esta sirena y estaba encaminado a la locura.

Ichigo sabía que podría haberse perdido en las profundidades del océano si ella se lo pidiera, pero cuando trató de ponerse de pie, ella le rodeó con sus brazos, trazando un camino rojizo con sus garras sobre su tez, pidiendo en silencio que no la dejará, siendo tan vulnerable a él como él a ella.

Su ensimismamiento era tal, que ni siquiera estaba seguro de cómo llegó a la conclusión de que debía de subirla a su camioneta y abandonar a todos sus amigos, que estaban tan ebrios que que no podían hacer nada más que quedarse tirados en la arena.

¿Qué iba a hacer con ella? Se preguntó mientras conducía ¿Simplemente llevarla a casa y hacer como que podrían tener una vida normal? Fingir que ella no tenía una cola de pez iba a ser una tarea titánica.

Pero, podría manejarlo, ¿no?

Al menos, el oírla cantar en la tina le hacía sentir como que todo iba a estar bien.

Ella cantaba, feliz a pesar del reducido espacio. E Ichigo sentía que los sentimientos desbordaba por todas partes, como cuando una represa se rompe, dejando todo fluir con una fuerza abrumadora, para que eventualmente llegará la calma.

Nunca antes se había sentido así, como si hubiera encontrado a la persona correcta entre los millones que existían en el mundo a pesar de que las circunstancias eran todo menos convencionales.

Ichigo sabía que las cosas no podían ser tan perfectas como hasta entonces. La realidad le alcanzaría eventualmente y no sabría como empezar a formular preguntas y cómo dar respuestas. Mucho menos como plantear explicaciones.

Pero, hasta entonces, iba que dejarse guiar al mundo de los sueños con la magia de su voz.

Ya por la mañana, hizo como si nada estuviera pasando, como si no tuviera una sirena en la bañera.

— ¿Has atrapado algo especial?— Isshin le pregunta, burlándose de que la verdad le había golpeado en la cara cuando menos le esperaba.

— Podría ser— dijo mientras bebía café, mordiéndose la lengua por ofrecer disculpas después de años de creerlo un loco.

— Hmmm— su padre se rascó la barbilla, perezoso—. El baño de tu habitación no es adecuado.

E Ichigo sabía cuál sería el lugar adecuado. Después de tantos años, todo parecía tener un significado, como cada pieza se acomodaba en su lugar.

Isshin no entró ni siquiera a la habitación, diciéndole a Ichigo que debía que respetar el espacio de ella para que no le percibirá como un potencial agresor. Cuando abrió la puerta, ella le recibió con su habitual sonrisa.

— Te llevaré a un mejor lugar— le avisó en esa lengua que no sabía que podía hablar, pero de inmediato percibió el miedo en su mirada.

— Estoy bien aquí— se ocultó tras el borde de la tina, como si tuviera miedo de que se fuera a deshacer de ella.

— No va a ser lejos— la tomó entre sus brazos, ella usó sus garras para aferrarse a sus ropas, rompiéndolas un poco. Pero, más que molestarse por ello, se tomó el tiempo de acomodarle el cabello para cuidar de la modestia que Rukia carecía—, estaré contigo.

Le prometió, como si fuera a ser de ese modo para siempre.

Ichigo deseaba que pudiera ser así.

En el camino ignoró ese deseo de volver a besarla ahora que la tenía tan cerca.

Cuando el cuerpo de Rukia se sumergió en la piscina, dejó salir un gritito de felicidad, aliviada de poder nadar con total libertad.

En la piscina familiar, pero nadie tenía permitido utilizar.

Ichigo, en su adolescencia, sintió mucha amargura de no poderla usar para reuniones con sus amigos, pero ahora entendía la razón de este lugar: Un santuario para su madre.

Rukia le sonrió mientras peinaba sus azabaches cabellos, con sus ojos brillando.

¿Sería mucho pedir que esto durará para siempre?


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Sirena [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora