Capitulo 8

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Perlas

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Ichigo acomoda el moño una vez más, nervioso de lo que estaba a punto de hacer, como si fuera un adolescente.

— Te tengo un regalo.

— Pero yo no te he hecho otra carta— refunfuña Rukia, ahora sintiendo que le debe incluso más.

— Yo quería hacerte un regalo especial— se sienta en el borde de la piscina, con una caja en las manos, que tiene un enorme moño encima—. Es un regalo para pedirte algo... algo muy especial.

— ¿Qué cosa?— pregunta curiosa, como habiendo olvidado que sentía que estaba en deuda con él.

— Bueno...— no sabe exactamente qué decir ahora. Los enormes ojos de Rukia le ven, expectantes. y siente el impulso de querer besarla hasta que le falte el aliento—. Abrelo.

Le entrega el regalo que Rukia con casi voracidad abre.

— ¡Qué lindo!— Rukia ve fascinada el collar de plata que tiene tres perlas blancas—. Estas las encuentras en las ostras, ¿qué significan para ustedes?

— Bueno, no hay un significado como tal— se rascó la nuca—, pero yo quiero darle un significado exclusivo para nosotros dos.

— ¿Y qué sería?— pregunta ilusionada, le gusta cuando comparte cosas con Ichigo.

— Rukia, recuerdas cuando hablábamos de qué son los novios— ella asiente, aunque se distrae un poco por estar admirando su regalo—. Bueno, creo que debería explicarte qué son los novios.

— Pero si tú y yo...

— Sí, pero quiero explicarte— le quita el collar y abre el cierre, para empezar a ponérselo— los novios son dos personas que se quieren tienen una relación en donde se conocen, y con el tiempo...— terminó de ponérselo, Rukia lo hace lucir tan bien— deciden si quieren quedarse juntos para siempre.

— Pues no veo mucha diferencia a lo que tenemos... ¿o no quieres ser mi novio?— parecía de repente tan preocupada.

—No, no. Yo sí quiero— rió suavemente, poniendo uno de sus mechones detrás de su oreja—, ¿y tú quieres, Rukia?

— ¡Sí quiero!— dio un salto fuera del agua, apoyándose en sus brazos para alcanzar sus labios, y lo besó, como haciendo una promesa—, ven a nadar conmigo, novio— bromeó, mientras lo jalaba para que fuera a nadar con ella.

— Vamos, novia— se tira al agua con ella.

Lleva todo el día frente a la computadora, ni siquiera quiso salir de su habitación para evitar distraerse con Rukia y ceder a la tentación de entrar al agua. Era urgente terminar ese trabajo. Cuando terminó, se estira en su asiento mientras se aleja de la pantalla, le duelen los ojos y pareciera que va a empezar a tener una migraña. Debería de relajarse ahora, antes de que empezara a doler demasiado.

Se cambió para que al momento de llegar con Rukia lo único que sería necesario fuera sacarse la camisa, porque su padre ya le había llamado la atención varias veces por entrar con los pantalones al agua, y no estaba de humor para eso. Sonrió de solo pensar en que pronto estaría nadando con su sirena.

Pasa a la cocina y recoge un poco de helado, nunca le ha dado a Rukia pero supone que no le hará mal probar, después de todo, el chocolate era demasiado bueno como para hacerle daño.

Cuando cruza el umbral de la puerta, lo primero que ve es el cuerpo de Rukia flotando en el agua, boca abajo.

— ¿Rukia?— preguntó dudoso, quizá es solamente una broma. Después de unos eternos segundos, dejó caer el bote de helado, cuyo destino ahora es derramarse en el suelo, para después entrar al agua con un clavado casi perfecto. Nada tan rápido como puede, y cuando llega a ella la voltea y aprieta contra su pecho—. ¡¿Rukia?!

Ella abre sus bellos ojos, que han perdido su brillo característico, con mucha dificultad, como si estuviera haciendo un esfuerzo enorme por responder a él.

— No me siento muy bien— se veía terriblemente pálida, como si toda la sangre del cuerpo le hubiera abandonado.

— ¿Rukia? ¿Qué pasa? ¿Comiste algo diferente? ¿Le pusieron algo al agua?— está aterrado, ella ya ni siquiera parece tener la energía para nadar por lo que la obliga a apoyarse en él.

— Ichigo...— se queja y el corazón de Ichigo se rompe en mil pedazos.

— Vas a estar bien, Rukia, te lo prometo.

— No estoy segura de poder estar bien.

Ichigo negó con la cabeza.

— Lo estarás— no podía perderla, no iba a hacerlo— le sostiene la mano, y nota como al rozarla las escamas se desprenden, dejando la piel de Rukia irritada—. Oh, Dios mío.

— ¿Qué...— Rukia hace una pausa—... pasa?— al parecer ni siquiera le había dolido, pero eso no dejó de preocupar a Ichigo. Esto no podía ser en ningún sentido normal.

Con miedo, pasa su mano por la parte superior de la cola de Rukia, en su cadera, y de nuevo, las escamas se desprenden, pero esta vez también puede ver como delgados hilos de sangre invaden la pureza del agua.

Entra en pánico, ¿qué demonios estaba pasando?

— ¡Papá!— gritó con desesperación, no tenía idea de a quién acudir. Isshin ha sido tan rápido que Ichigo casi ni se percató de que su progenitor entró al santuario.

— ¿Qué ocurre?— se nota apurado, y cuando ve a Ichigo con Rukia en sus brazos, con una expresión tan abatida, de igual modo se lanza al agua.

La pelinegra se inquieta ante la presencia de Isshin, pero él de inmediato trata de tranquilizarla.

— Tranquila, Rukia-chan— le dice mientras peina sus cabellos, ya iniciando con la inspección con la mirada sin que ella se percate de ello, en búsqueda de cualquier cosa extraña que le pueda estar pasando—. Déjame cuidar de ti.

— Por favor, Rukia— le pidió Ichigo, y ella asiente, tratando de no verse tan débil—. Sus escamas...

No termina de explicar porque Isshin ya ha tomado la mano de Rukia, y contempla con grande sorpresa el mismo fenómeno que Ichigo.

— Voy por mi maletín— le dice a Ichigo, antes de empezar a instruirlo—: Trata de acercarla a la orilla con cuidado, entre menos la toques mejor.

Rukia se la pasa somnolienta. Más allá de la fatiga y que cada vez tiene menos escamas, pues estas se desprenden al más mínimo roce, no tiene otro síntoma significativo. Ya son tan pocas que la piel de su cola está tomando un tono rojizo, pero no parece tener alguna otra afección, porque no hay inflamación, dolor ni fiebre.

Ichigo no estaba seguro de si sus órganos eran como los de un humano, pero si su padre le hacía los chequeos a su madre debía saber de su anatomía y fisiología, y él dijo que ella estaba perfectamente sana de su cuerpo, a excepción del detalle antes nombrado.

Aunque dijo no tener ni idea de porqué estaba tan somnolienta, y pensó que quizá ese era el modo en que su sistema inmune trataba de recomponerse a la "muda", que era la única explicación que se le ocurrió decir a Isshin.

Y el tratamiento... descanso. No hay nada más que hacer.

Ichigo se había encargado de poner en la orilla de la piscina una hamaca bajo el agua, para que Rukia pudiera estar recostada. Y él se quedó a su lado, para que ella no se sienta sola.

— Me voy a poner bien— le prometió Rukia mientras acariciaba las perlas de su collar—, entonces podremos volver a nadar juntos.

La voz se le quebró, parecía estar aterrada, pero no quería admitirlo.

— Lo haremos— Ichigo esperaba que no fuera a convertirse en una mentira. En verdad teme por su vida.

No sabe que pasará a partir de ahora, solo sabe que no quiere perderla.


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Sirena [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora