Capítulo 12

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Afuera se había desatado finalmente la tormenta de verano, con vientos de gran escala, que silvaban por las posibles endijas en la casa, al tiempo que una lluvia torrencial golpeaba los vidrios de las ventanas. Miró a través de ellas, como esas muchas gotas resbalaban, y esos ojos retornaban a su mente. Era sin lugar a dudas una maldita tortura, con la que no pudo más. Tomando su teléfono simplemente marcó el número. Ni siquiera se puso a pensar qué excusa daría a Lexa cuando le preguntara cómo demonios tenía su número.



Lexa seguía sentada en el piano practicando, las puertas del balcón las había dejado abiertas, porque si había algo que adoraba, era escuchar la lluvia caer como lo hacía en esos momentos. Mientras el viento se hacía de sus cabellos de vez en cuando, cada vez que una ráfaga se colaba dentro de la habitación.

Los truenos y relámpagos a lo lejos eran un espectáculo aparte, al que de vez en cuando miraba, elevando sus ojos de aquel teclado que conocía tan bien, y al que realmente no necesitaba mirar. Sus largos y estilizados dedos conocían esas teclas a la perfección, moviéndose ágilmente sobre ellas. Hasta que aquella distracción se produjo súbitamente, cuando comenzó a sonar su teléfono sobre la pequeña mesa junto al sofá. Sus manos se detuvieron de inmediato, y su corazón se saltó un latido. Sabía bien quién era, o sospechaba, aun sin saber cómo pero lo hacía.

Se incorporó de la banqueta junto al piano, y algo nerviosa pero también excitada se acercó a su teléfono. En la pantalla solo indicaba que era un número no identificado, o que no estaba en sus contactos. Sabía que era ella, lo podía sentir, aunque sonara extraño o loco. Sus manos temblaron un poco, comenzando a sentir un estremecimiento recorrer su cuerpo por entero, el mismo que la había recorrido cuando había estado a punto de besarla. Asi que solo respiró, se concentró en respirar para calmar un poco esa ansiedad repentina, mientras decidía si la atendía o no.

Obviamente se recordó que estaba enojada con Clarke, después de haberla visto revolcándose con su hermana en esa cama, y realmente no deseaba hablarle. Pero por otra parte, ella no podía actuar como una niña de diez años. Clarke había llegado a esa casa con su hermana, era su amiga o folla amiga, o lo que cuernos fuera de Octavia, no suya.

Sinceramente no podía actuar ofendida, como si la hubiera traicionado o algo por el estilo, porque era totalmente ridículo. Aunque en el fondo, Lexa sí se sentía traicionada, y mucho. Ya que minutos después de que casi se besaran, Clarke se había sacudido ese tan especial momento que habían casi compartido, y simplemente había caído en esa cama desnuda con su hermana. Sin siquiera importarle el pequeño detalle de que ella estaba en esa habitación, oculta.

Más allá de su enojo, frustración, o sentirse traicionada de alguna manera por parte de Clarke, era muy consciente de que la fotógrafa no le debía ninguna explicación. Había llegado a esa casa con su hermana, y simplemente estaba con ella. Recordando asimismo que Clarke incluso trató de advertirle que no era alguien para ella. Osea, que ella no la había buscado, no había tratado de jugar con ella y Octavia al mismo tiempo, sino que la misma Lexa se había sentido demasiado atraída por la bonita y enigmática fotógrafa. De ninguna manera podía culpar a Clarke de nada. Ella había sobreactuado y lo seguía haciendo, o demostrando si no atendía esa llamada y se mostraba totalmente bien con la rubia.

Asi que decidió dejar su herido orgullo y sentimientos de lado, y pensar algo más lógica y friamente. Además, deseaba advertirle a Clarke acerca de lo que había sucedido durante la madrugada, y que gracias a su inesperada marcha en medio de la noche, se había convertido en la sospechosa número uno. También el pequeño detalle de que le había salvado el culo, mintiendo a su prima, diciéndole que había estado con ella.

Dejó salir el aire pesado de sus pulmones como un soplido de fastidio, mientras de fondo se escuchó de repente el fuerte estallido de un trueno, o un rayo que agitó toda la mansión, y a ella también, haciendo que sus ojos miraran hacia el balcón y el teléfono dejara de sonar.

Amanecer [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora