Capítulo siete.

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La manada había llegado a Territorio Hombres Lobo, Kilian sentía un sentimiento de pesadez en su pecho

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La manada había llegado a Territorio Hombres Lobo, Kilian sentía un sentimiento de pesadez en su pecho.

Muchos de allí les dieron la bienvenida, familiares preguntaban si estaban heridos y si habían tenido dificultades, los niños esperaban ansiosos los relatos de los mayores acerca de aquella aventura.

Todos estaban alegres, menos alguien.

Kilian no lograba sacar de su mente esos ojos color esmeralda, que con súplicas le pedían ayuda. No podía olvidar esos labios que parecían haber sido silenciados tantas veces y que lo ocultaban con palabras altaneras, pero que temblaban a la simple sensación de abandono.

Se debatió entre volver y traerla consigo a su territorio, o dejar que sea sólo un recuerdo que luego olvidaría.

Alguien tuvo que sacarlo de su ensimismamiento, para que sus pensamientos no lograran carcomerlo por dentro.

– Demonio, estás en casa.

Kilian escuchó esa voz que por tantos años había logrado sacarle sonrisas, y algunas veces, canas.

– Esteban.

El mencionado no tuvo que ver la cara del joven, para darse cuenta que algo no estaba bien, con sólo escuchar su voz se dio cuenta que una parte de Kilian había quedado en Territorio Hadas. Se preguntaba quién era la causante de tal cambio en su pequeño, si la vieja arrugada o la chica de piernas largas y movimientos filosos.

– ¿Qué te ocurre? Entiendo que hayas extrañado a tu querido padrino, pero no pensé que te afectara tanto.

Intentó reír, realmente lo intentó. Pero lo que salió fue una risa forzada e incómoda. Esteban se dio cuenta que era peor de lo que creía.

A pasos lentos y cuidadosos, se acercó a Kilian. Llevó su mano al hombro del joven y sin mirarlo a la cara, se quedó allí, observando con él la distancia que había entre ellos y una decisión que podría acabar con todos.

– Realmente lo vale, ¿verdad?

Eso captó la completa atención de Kilian.

– ¿A qué te refieres?

– Ya sabes de quién hablo, Kilian. Sabes perfectamente que a Maat podes ocultarle cosas, pero no a mí. He visto esa mirada en ti antes, te conozco aunque sea un poco.

– No sé de qué hablas.

Esteban rió por dentro, si había algo en lo que Kilian jamás cambiaría, sería en su terquedad y negación.

– Me recuerdas tanto a una persona a la que amé y siempre seguiré amando, negando totalmente sus sentimientos e intentando por dentro matar todo rastro de amor.

– ¿Te has enamorado?

– Una sola vez, pero nunca se ha podido. Yo mismo tuve que romper mi propio corazón, negarme la posibilidad de ser correspondido. Por esto quiero saber, ¿realmente lo vale?

Kilian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora