Capítulo ocho.

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Esteban y Kilian estaban preparados para salir en busca de Adelia, sin tener en cuenta algunos factores claves

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Esteban y Kilian estaban preparados para salir en busca de Adelia, sin tener en cuenta algunos factores claves. Por ejemplo, que la salida iba a estar rodeada de los de seguridad, que no sabían si Adelia colaboraría en el escape o los delataria, y el hecho de que Maat los había sorprendido entrando a la habitación de Esteban.

–¡¿Qué chingados?! – Exclamaron Kilian y Esteban a la vez.

– Perdón, no pensé que los asustaria tanto.– dijo para luego formar una sonrisa de inocencia, después exclamó– Creí que sería el primero en saludarte Esteban, pero al parecer Kilian se adelantó.

Eso los dejó confundidos.

Maat sin esperar respuesta continuó hablando:

– De igual forma lo haré.– carraspeo su garganta– Esteban, ya ha pasado la media noche y dando comienzo a éste día tan especial, deseo que tus anhelos más profundos puedan cumplirse. Quiero que sepas que por más peleas que tengamos, jamás cambiará mi forma de quererte hermano, espero puedas perdonar mis palabras en momentos de cólera.

《 Sé que no he sido la mejor persona para apoyarte en tus decisiones, sé también que muchas veces ignoro tus deseos pensando que es por tu bien, cuando sólo logro lastimarte. Por eso prometo intentar llegar a acuerdos con vos, en vez de sólo decidir yo.

Esteban lo escuchaba atentamente, con un nudo en su garganta, pero aún sin entender de lo que hablaba Maat.

"Estará borracho" Pensaba Esteban.

Sin embargo, Maat no dejaba grandes pausas, sino que seguía con su discurso.

– Recuerdo el día en el que llegaste a mi vida, tenía cinco años aproximadamente cuando Byron te trajo a la cabaña con sólo tres años. Te había ocurrido lo mismo que a mi, te habían abandonado. En ese momento creía que me robarías a Byron y a mi supuesto puesto de próximo líder de la manada. Realmente te odiaba.

"¿Se vino a disculpar o a echarme en cara algunas cosas?"– En la mente de Esteban no cabía más que confusión, y lo demostraba en su cara, cosa que Maat no notaba.

Mientras tanto Kilian ya se había perdido en la conversación e intentaba recordar las antiguas leyendas sobre las especies extintas. Lo normal.

– No fue hasta que un día caí de un árbol, no había nadie cerca para ayudarme. Gritaba pidiendo socorro, pero nadie venía, excepto vos. Me curaste las heridas e intentaste hacerme dejar de llorar. Eras tan pequeño, pero con un instinto protector tan fuerte, que logró llenar mi corazón con tu amistad.

《 Siempre serás aquel que me ha apoyado cuando nadie lo ha hecho, el que me ha dado su hombro en noches de tristezas y el que me alentó a superar los desafíos. Sos una de las personas más importantes en mi vida Esteban, no quiero perderte.

Luego de tantas palabras, ambos amigos intentaban retener sus lágrimas. Ambos igual de orgullosos, de tercos y enojones, pero también con la misma cantidad de amor por el otro.

Kilian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora