CAPÍTULO III: CINCO SENTIDOS

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Gusto

—Cierra los ojos.

Nunca ha sentido nada igual. No sabe si es por haberse convertido en un ser físico que necesita comer o porque en los baños termales de Yubaba la comida no sabe tan bien, pero nunca ha sentido nada igual. Los sabores le invaden, entrando por la boca y recorriendo cada centímetro de su cuerpo.

—¿Está bueno?

No sabe qué contestar. No hay palabras para describirlo. Asiente con su formalidad habitual. Cuando abre los ojos todo vuelve a cobrar forma y color alrededor suyo, pero sigue sumergido en los sabores. Howl parece leerlo en su cara.

—La próxima vez que intentes volar, piensa en esta sensación.

Olfato

—Mandarina.

—Correcto.

Haku abre los ojos y lee la palabra escrita sobre el tarro. Efectivamente. Lo deja en su sitio y esta vez es Howl quien coge uno sin mirar. Lo huele.

—Cardamomo.

—Exacto.

Antes de que vuelva a depositarlo en su sitio, Haku le quita el tarrito de las manos a su maestro (con educación, por supuesto) y lo huele. Cardamomo. Jamás se le hubiera ocurrido que existiera tal cosa como un "Museo del perfume". Les han explicado cómo se destila en unos artefactos enormes de vidrio y metal, les han dado a oler diferentes perfumes de mujer y de hombre y ahora están jugando a adivinar los olores encerrados dentro de esos tarros. De nuevo, su maestro le dice cierra los ojos y cuando lo hace es como si la energía que su cuerpo usa para analizar lo que ve, fuera reconducida para analizar lo que huele. Se le potencia el sentido del olfato, como pasó antes con la comida. La voz de la joven que les guía por el museo le saca de su ensimismamiento.

—Pasamos ahora a la siguiente habitación donde veremos el proceso final de embotellado.

Tacto

Haku se encoge nada más meter un pie en el agua. Está helada. Literalmente. Por la superficie flotan cubitos de hielo. Howl se ríe de él, sumergido hasta la cintura. Le tira agua.

—¡Ah! —Haku intenta cubrirse el cuerpo con los brazos. En vano. Sonríe un poco. Cuenta hasta tres mentalmente y salta a la piscina. El gélido abrazo del agua parece activar todo su cuerpo. No sabe explicarlo, pero es como si cada uno de sus poros se cerrase. Una sensación punzante que no resulta desagradable del todo. Abre los ojos y le duelen. Puede ver el cuerpo borroso de su maestro delante suya.

—No está nada mal —le dice cuando al fin saca la cabeza. Lo que a Howl le llega por la cintura para él supone estar sumergido casi hasta el pecho. Su maestro le mira, triunfante. Como si fuera él mismo quien ha sido capaz de meterse entero a la primera. Haku piensa que las aguas termales de ese mundo no son tan diferentes de las del suyo.

Esta vez ya no hace falta que le diga nada. Haku inspira con fuerza y se sumerge de nuevo, esta vez con los ojos cerrados. Va soltando el aire, hundiéndose lentamente hasta quedar sentado en el fondo de la piscina. De nuevo se hace consciente de la sensación, potenciada, de frío. Contrasta infinitamente con el agua caliente de la piscina anterior. La sensación de irrealidad que le acompañaba desde los primeros días fuera de su mundo se va disolviendo conforme sus sentidos se vuelven nítidos. Siente como si estuviera despertando, y quizás así es. Durante los primeros segundos en los que no necesita respirar, es al mismo tiempo el agua y el aire.

Vista

El cielo se extiende ante sus ojos. Naranja, rosa, violeta. La Luna llena ya puede verse en el horizonte. El Sol se ha ocultado hace unos instantes. Haku siempre se levanta antes del atardecer para atender asuntos pendientes de la noche anterior o para preparar alguna cosa en las termas. Sin embargo siente que esa es la primera vez que lo ve, el cielo pasando por todos los colores antes de oscurecerse.

Haku's Moving CastleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora