Capítulo 19:

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Narra Samara:

"¿Así que por casualidad encontraste a Lauren en la cafetería que siempre ibas cuando era niña?", pregunté a Sofía, que ya se hacía una novela en su mente.

"Sí, fue genial", dijo ella. "A Lauren la había conocido en el hospital, cuando acompañaba a su amigo...

Ella estaba tan mal cuando él falleció. Yo había tenido un accidente también, pero fue pequeño, pero tenía que estar en observación".

"Bueno, te tengo que contar algo", le dije, y ella dejó de andar en su celular. "Yo ya conozco a Lauren y me gusta a mí, pero antes de decirle algo de mis sentimientos, ella pasó algo muy fuerte: su mejor amigo falleció".

Ella se quedó sorprendida. "Me gusta, pero tú hablabas de esa chica como si de verdad la quisieras mucho", entendió con una sonrisa. "Así que ve por  ella".

Yo sonreí y agarré mi celular y escribí:

Yo: Te tengo una propuesta

Esperé a que contestara y me sorprendió lo rápido que fue:

Lauren: ¿Cuál?

Yo: ¿Te gustaría salir conmigo?

Lauren: Claro

Me contestó y aceptó. Le enseñé mi mensaje y yo sonreía festejando.

"Suerte, Samara", me deseó Sofía.

Comencé a alistarme con música, al fin voy a ver a la ojiverde sexy que me cautivó hace un año. La vida me había dado una oportunidad y no la desaprovecharía.

Me puse mi vestido favorito y me maquillé con cuidado. Quería impresionar a Lauren. Me miré en el espejo y sonreí. Estaba lista.

Salí de mi casa y me dirigí al lugar donde íbamos a encontrarnos. Estaba nerviosa, pero emocionada. ¿Qué pasaría en nuestra cita? ¿Sería el comienzo de algo especial?



Narra Lauren:

"¿Entonces aceptaste?", preguntó Michelle con una picardía.

"Sí", dije mientras estaba viendo las llamadas perdidas de Camila. "¿Ian y tú cuando piensan hacer algo por la tía?"

"Algún día", respondió Michelle.

Me alisté y manejé hasta el lugar acordado, iba nerviosa. Samara era una chica muy hermosa.

"Hola", saludé al estar frente a frente, ella se puso de color tomate. ¿Pero por qué?

"Hola, niña", se levantó y me dio un beso en la mejilla, pero se quedó un rato ahí. "Toma asiento".

Hice lo que ella pidió mientras ella pedía su orden y luego después.

"Nunca pensé volverte a ver", dijo ella con una sonrisa tan natural que tenía.

Me tomé el tiempo para estudiarla. "Opino lo mismo", fui sincera. "Después de lo que pasó, me alejé de todos".

"Entiendo, yo hubiera hecho lo mismo, pero mírate aquí estás", dijo Samara.

Charlamos de temas que compartíamos. "¿Oye, soy yo o esa que me mira tiene ganas de asesinarme?", pregunté.

Yo giré mi rostro, pensando que estaba equivocada, pero no. Sin duda, aquella chica era Camila, se encontraba con una cara seria.

"No lo estás imaginando", decidí ignorar a Camila y concentrarme en mi amiga.

Entonces escuché aquella voz. "Cariño, no esperaba verte en estos sitios", dijo yo sonreí, bueno, ella pensaba que yo no la había visto.

Samara la vio seria y luego sonrió. "Camila, que gusto verte por aquí y lo mejor, sola", solté. Ella me miró con pánico.

"Te lo puedo explicar", dijo con la voz rota.

"Evita hacerlo", dije mirándola como si nada. Samara solo nos veía. "Hablamos después".

"¿Por qué presiento que no será cierto?", dijo triste.

"Evitemos un drama", me levanté y dejé dinero de más. "¿Quieres ir conmigo, Samara?", pregunté.

Samara copió mi misma acción. "¿Ella qué es para ti?", preguntó interesada.

"Ella y yo somos novias", conté mientras caminábamos por la avenida. "Pero la vi besando a alguien más".

"Qué mal", dijo mientras a mí se me ocurría ir donde mi tía. En ese momento, me llegó un mensaje de Michelle, invitándome a que pasara por ahí, nos veríamos afuera de la casa de mi tía.

Miré a Samara, que estaba entretenida con mi rostro. "¿Quieres acompañarme a casa de mi tía?", le pregunté.

"Claro, me cae bien tu tía", respondió. Sospecho que ella le había dado el número a Samara.

Manejé mi auto, gracias a que Samara no había traído, había venido en taxi. Puse música. Ella iba cantando y yo sonreía de la manera que ella interpretaba.

"Vamos, no seas amargada", dijo con un guiño. Y comenzamos a cantar hasta que vi el auto de mi hermana estacionado afuera, pero me di cuenta de que otro auto estaba ahí, no lo conocía.

"¿Quieres un cigarro?", le preguntó mi hermana a Samara, la cual asintió.

Esperé que ella fumara. Y luego fuimos a tocar la puerta, pero esta estaba abierta, se escuchaban unos gritos.

"Creo que nos quedamos aquí por si acaso", dije, y mi hermana asintió con Samara.

"Yo te dije que te alejaras de él", dijo una voz de una mujer que no conocía.

"Vete, la puerta está abierta.

Sigue así y Michelle y Lauren se enterarán de que tú eres su mamá", comentó.

Yo y Michelle nos quedamos viendo las unas a las otras. Esto no podía ser, esto era un estúpido sueño. Ella nos mintió a todos.

Entonces la puerta se abrió y reconocí a esa mujer, la que siempre me miraba.

"Lauren y Michelle", dijo nuestros nombres mi tía, con una voz temblorosa. "¿Desde cuándo están aquí?"

"Lo suficiente para escuchar todo", respondió Michelle, enojada.

"Nos mentiste", le dije, pero mis lágrimas bajaban. "Eres una mentirosa".

Samara se alejó, como si no supiera qué hacer. Y yo decidí irme, agarré el auto y junto a Samara huí de mi pesadilla.

"¿Por favor, no preguntes? Solo acompáñame", le pedí a Samara.

Ella asintió, sin decir nada. Me miró con comprensión y se subió al auto.

Manejé en silencio, tratando de procesar todo lo que había escuchado. Mi tía, la persona que siempre había confiado, me había mentido. Me había ocultado la verdad.

Samara me miró de reojo, como si supiera que estaba sufriendo. "¿Quieres hablar de ello?", me preguntó suavemente.

Negué con la cabeza. "No puedo", respondí. "Todavía no".

Ella asintió y me dejó en paz. Seguimos manejando en silencio, hasta que finalmente llegamos a un lugar tranquilo.

"¿Quieres parar aquí un rato?", me preguntó Samara.

Asentí. "Sí, por favor".

Paramos el auto y nos bajamos. Caminamos un rato en silencio, hasta que finalmente encontramos un lugar tranquilo para sentarnos.

"¿Quieres hablar ahora?", me preguntó Samara, con una sonrisa suave.

Asentí. "Sí, creo que sí".

Y comencé a contarle todo, desde el principio. Le conté sobre mi tía, sobre que ahora es mi madre, sobre todo. Samara me escuchó atentamente, sin interrumpirme.

Cuando terminé, me miró con comprensión.
"Lo siento", me dijo. "Lo siento mucho pero todo mejorara".

Asentí. "Gracias", respondí. "Gracias por escucharme".

You Know  (Camren).  EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora