Capítulo 9

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–Creo que con esto basta– declaró mi hermano mientras soltaba una maleta sobre el sofá.

–¿Tan pocas cosas?

Se encogió de hombros.

–No necesito mucho. Lo realmente importante lo llevaré conmigo en un portafolios, por ahora tú puedes encargarte de esto– señaló la maleta dirigiéndose a Daniel.

–No soy tu puto botones.

–Puto sí que eres– le palmeó el pecho –Que tus títeres lo lleven.

La pequeña broma me había sacado una sonrisa natural, pero algo en la escena no me convencía. Diego no era el mismo de siempre aunque intentó parecerlo. Las expresiones de su rostro eran vacías, al igual que sus ojos y color de voz.

–Te mudarás con nosotros ¿Verdad?– quise estar segura –Lo poco de tu equipaje no es porque se trate de una visita.

Me miró con extrañeza.

–¿Cómo podría mudarme con ustedes, ¿Por qué lo haría? Tienen sus propias vidas.

–Nuestra casa es muy grande– me apuré –Mucho– extendí los dedos de mi mano, abriendo los ojos tanto como pude –Espacio es lo que nos sobra. Piensa en... un Montemagno a menor escala.

–¿Tienes contrato con la escudería?– intervino Daniel.

–¿Tú qué crees?

–¿Quieres seguir en eso?– cuestionó.

Mi hermano se rascó la frente.

–La verdad no sé lo qué quiero ni lo que haré.

–Venir te hará bien. Encontrarás la dirección de vida que necesitas.

–Dirección– repitió Diego, murmurando por lo bajo y con un tono áspero –¿Pueden llevar eso mientras recojo lo que me falta?– hizo un mohín hacia su equipaje.

–Tendrás que cargarlo tú. Damara y yo hemos venido solos. Esclavos y escoltas esperan fuera del perímetro que rodean regularmente.

Diego frunció el ceño.

–Queríamos sorprenderte– añadió con sonrisa irónica y se arremangó la camisa para mirar su reloj –¿Crees que Ejos y Sestnev ya hayan vuelto al aeropuerto?

Me encogí de hombros.

–¿Quién es Sestnev?

–Han habido algunos cambios en nuestro personal cercano– explicó mi esposo –Elegimos sólo a un par de esclavos para venir a nuestra casa, Sestnev es una de ellos. Ztefy Khary ya no está con nosotros, en su lugar hay dos vampiros: Andmeé, a quién probablemente recuerdes y que ahora vela por los cuidados estéticos de Damara. Y Grakjhe, antiguo perro y ahora escolta de primera línea. Sabes que Ztefy se encargaba de ambos roles.

Era cierto. Grakjhe era para mí lo que Ejos para el Zethee. Aunque yo no solía pasearme sola tan a menudo, cuando lo hacía, él debía estar y estaba siempre allí. Era hijo de vampiros, y huérfano igual que Ztefy. Sus padres habían sido asesinados por cazadores hacía un siglo, cuando él era niño. Fue compañero y amigo de Daniel durante el mandato de Itrandzar, y posteriormente movido con los perros: un grupo de vampiros cuyas acciones eran de estructura militar, pero fuera de la alta y respetada categoría del ejército. Existían para ejecutar ciertas operaciones especiales. Un grupo de exterminio no sujeto a la ética de la que se enorgullece la historia zansvrika.

Daniel me contó que la transferencia de Grakjhe fue consecuencia de su incapacidad para separar el trabajo de lo personal. Que él sentía un odio bestial hacia los cazadores, y a pesar de que la orden en algunas misiones fuera la de capturarlos vivos, a Grakjhe siempre se le iba la mano. Con tal de atraparlos se había vuelto un rastreador de desempeño perfecto, y a todos los despellejaba vivos. Se decía que tenía un récord para desollar, que nadie lo hacía tan rápido como él. No eran malas cualidades. El problema era que no se adaptaba a lo que ejército requería, sino que podría servir mejor entre los perros. Así estuvo con ellos por años, hasta que la zrasny precisó renovar su escolta y el Zethee lo eligió a él. No le gustó mucho pero tampoco era como que podía elegir.

Corona de Sangre  | Libro 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora