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Estaba jodida, tan simple como aquello. El art.35 de del Reglamento del Segundo Genero decía claramente lo que temía: Cualquier niño o adolescente huérfano o en situación de riesgo debe antes de su primer periodo de celo ser enviada al instituto especial o Casa Hogar exclusivo de su género y entrar al sistema para contactar con su pareja compatible.

Me enviarían lejos, mi padre estaba en el exterior y consejería estudiantil ya notifico que en cuanto tenga mi primer celo me recogería. Leía una y otra vez el folleto que me dio el consejero, lindas habitaciones, educación de primera, viajes escolares, putas mentiras. Yo no iría a ningún lugar, no quiero irme de mi casa incluso de esta horrible escuela.

—... En caso que el menor ya tenga una pareja totalmente consumada se le retirará los beneficios del Estado... Es decir que si tengo el cuello mordido para antes de mi celo, estoy salvada.

¿Pero quién?

— ¡Señor Smith, no lo entiende! ¡Yo no tengo ningún problema, mis padres siempre envían dinero constantemente como puede ver los registros de cuenta! ¡Vienen tres veces al año, soy perfectamente responsable de mí!

Armin Arlet, el nerd del salón. ¿Qué problema puede tener un niño tan bien portado como él? El único alfa que no quería odiar, siempre fue respetuoso y jamás me veía como un trozo de carne como otros imbéciles. Podía jurar que era omega como los otros pero increíblemente era alfa.

—Armin, nunca has tenido tu celo como alfa. Ya tienes 16 años, eres un peligro en esta escuela si no tienes supervisión de un adulto. ¡Podrías lastimar a alguien! — Armin tenía pequeñas lágrimas de lo que creí eran frustración, se podía ver incluso detrás de esas gafas. — Sé que es difícil, pero la mayoría de tu salón ya está emparejado. La Academia de Alfas del Este será un buen lugar para ti, podrás fortalecerte sin distracciones.

—Yo jamás atacaría alguien, soy un enclenque cobarde. Me gusta estar alrededor de mi amigos, si voy a esa academia lo demás me comerán vivos.

— ¡Es suficiente Armin, vuelve a tu salón! — El consejero Erwin se puso duro con él y cerro su puerta en la cara del joven rubio.

El solo podía estar estupefacto al igual que yo, jamás pensé que viviera solo al igual que yo. Siempre estaba con la parejita formalizada de Eren y Mikasa. Parecía un mal tercio para un Alfa y Omega ya realizados.

— ¿Annie? — Me pregunto porque yo había quedado como una mirona.

—Yo tengo que ir a clases.

Armin desvió su mirada al folleto que trate de ocultar de él.

— ¿Tú también te iras? — Pregunto con cierta preocupación.

— ¡No es tu asunto, Arlet!

—Lo siento si fui un entrometido. — Se disculpó contesten mientras se limpiaba las lágrimas y su lentes. Yo solo me mordí el labio. — Parece que estamos muy solos.

—Parece que sí. — Dije bajando un poco la guardia, pero quería hui lo más rápido posible. — Tengo club de música.

—Yo también, soy técnico de la banda. Creo que Mikasa será guitarrista principal hoy, ¿no? — Dijo un poco más calmado.

—Sí, pero yo sigo siendo la única vocalista. — Dije con un poco de repugnancia.

—Claro, te he escuchado cantar en el festival. Tienes una voz preciosa.

¿Cómo es que es tan lindo cuando dice algo así? No es varonil de ninguna manera, pero llega a atraerme como los mil demonios. Debo estar loca.

En los ensayos, todo salió perfecto menos yo. Armin estaba entre los equipos asegurándose que todo este correctamente, diligentemente manejaba las mezcladoras y parlantes. Su cara de concentración es más bonita, jamás me di cuenta. Mis mejillas quemaban y mi olfato se agudizaba cada vez mas solo para saber cuál era el olor de sus feromonas. Si jamás había tenido un celo como yo, como puede tener esos detalles que me atraen.

—Annie concéntrate. — Oí a Reiner decir. — Tu voz no está del todo bien, parece que ya no tienes esa ira.

— ¡Cállate, estoy cansada! Es muy tarde de todos modos, ya me quiero ir.

— ¡Descansar, no es posible! ¡El concierto es una semana y ni siquiera hemos pasado de la tercera canción...!

Maldita cara de caballo, si no fuera el director de esta ridiculez... quisiera patearlo.

Antes que Jena siguiera haciendo méritos para una paliza, Armin paso delante de Jean y Reiner. Tenía una mirada profunda y decidida, su postura era recta y perfecta.

—Todos estamos cansados, es mejor no sobre explotar a los miembros antes de hora. Los aparatos ya están sobre cargados de todos modos.

Dijo en sus caras, Armin tenía cierto liderazgo cuando se trataba de esto. No por algo era el segundo al mando de la clase. Todo el ambiente se iba aligerando con tan solo la mirada decidida de rubio. Cuando ambos dejaron su brazo a torcer y dejarme en paz, el solo me regreso a ver y me miro con ternura. El cosquilleo en mi estómago empezó y nunca se detuvo, me estaba volviendo loca.

Ya casi las cuatro de la tarde y yo seguía en la escuela practicando mi guitarra, sin darme cuenta que Armin seguía en el teatro.

— ¿Por qué sigues aquí? — Le pregunte dejando que el sonrojo inundara mis mejillas.

—Soy el técnico de equipos, siempre salgo más tarde que todos los demás. Tocas muy bien la guitarra.

—Gracias y gracias. — Fije con una timidez impropia de mí.

— ¿Por qué dos gracias? — Dijo bajando de la mesa de controles y caminando hacia mí.

—Por defenderme de aquellos imbéciles.

—Sabía que no estabas de humor para cosas así. Yo no estaba de humor para soportarlos tampoco. — Él se sentó a mi lado y pide olerlo discretamente.

Canela y naranjas. Como un omega pero con un toque fuerte, con cuerpo. Yo olía lirios y como mi padre me describió como libros viejos. Debía oler espantoso para Armin.

—Puedo ayudarte y terminarías más pronto, nadie me espera en casa.

—Te lo agradecería mucho.

Se acercó mucho, pero sin pasar de mí espacio personal. Hubiera desea que lo hiciera.

—Lamento lo de la Academia de Alfas.- Dije esperando que me grite diciendo que ese asunto no era de mi incumbencia pero no.

—Estaré bien, supongo. Seguramente seré la burla de otras alfas por no ser fuerte o dominante; pero hasta que no llegue mi celo estaré bien. Supongo que para ti tampoco será fácil...

— ¿Estar rodeada de omegas delicadas? No, pero lo odiaré por el resto de mi vida. Juro que matare a cada pareja que me envíen a ser mi pareja. — Dije un poco molesta ante la idea.

Armin apretó los puños enredados de alambres, y sentí que no quería molestarlo.

—Yo tampoco quisiera que terminaras de esa manera. — No le vi el rostro. — No quiero que terminéis de esa manera. Eres muy genial para acabar en un internado rodeada de gente así.

— ¿Así? — Dije con curiosidad.

—Eres una chica muy ruda y maravillosa, no quiero verte como alguien inferior a mí. Me gusta que seas fuerte e impredecible.

No sé porque pero decidí seguirle el juego.

—A mí me gusta que tengas cerebro en lugar de músculos, eres muy amable.

Ese cosquilleo en mi estómago revoloteaba cuando vi sus mejillas rojizas, tal vez por el trabajo o por mis palabras. 

𝙂𝙪𝙮𝙨 𝙡𝙞𝙠𝙚 𝙝𝙞𝙢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora