Las rutinas que una persona va adquiriendo con el tiempo a veces... A veces podría ser autodestructivo. La razón no es tan simple, podría ser autodestructivo, sí, sin embargo, en esta vida no hay nada que no lo sea.
Si te lastima ¿entonces qué? ¿Renunciarías a ese algo, alguien, que te hace feliz solo por miedo al futuro inesperado?
Si renuncias pero al final todo sale bien, te arrepentirás.
Siento honestos, no todos se cuestionan el resultado final de sus acciones o de lo que los rodea.
Nadie piensa, por ejemplo, sobre las futuras posibilidades de que alguien cercano a ti esté en peligro. ¡Porque nadie quiere que eso pase!
No lo piensas porque la sola idea es...
Por ejemplo, Sebastian ignoró todo porque pensó que de ahora en adelante él sería la persona más feliz del mundo.
No solo lo pensó, lo creyó.
Además, ese hombre siempre había pensado de manera positiva, si él atravesara por alguna dificultad (exceptuando sus caóticos relaciones amorosas), él terminaría consolando a la otra parte.
Sus amigos estaban acostumbrados a él.
Sus padres lo mimaron porque él fue la única bendición que tuvo éxito.
Sebastián, desde su niñez siempre había visto el lado bueno de la vida.
Personas que lo amaron con verdadera intención, sus padres y sus amigos.
Él estaba seguro que solo debía encontrar la persona adecuada para establecerse... Y desde aquel día en el ascensor, él verdaderamente juraba que era su momento.
Aunque el objetivo era bastante joven, él era paciente y podía esperar. Seguramente sólo serán pocos años, ¿cierto? Además No tenía prisa, mientras pudiera pasar tiempo con esa persona él sería feliz.
Entonces, cómo podría Sebastian—un hombre optimista— pensar que toda esa felicidad que experimento durante esos meses, se fuera de esa manera.
Ethan había dicho mucho los últimos días.
Había hecho mucho por él esos últimos días.
Y finalmente Sebastian tuvo el honor de probar las galletas de Ethan. Por supuesto, él nunca le dirá que la primera vez no pudo tener un solo bocado.
Las galletas, contrario a lo que dijo Isier, parecían haberse preparado con una dedicación extraordinaria. No solo la textura parecía exquisita, el sabor era una maravilla.
Sebastián nunca había sido un fanático de las cosas dulces, y las galletas que él compraba por ahí le resultaron horriblemente dulces por lo que dejó de comer ese tipo de cosas hace bastante tiempo.
Pero, esas galletas especialmente, no eran ni dulces ni saladas, eran crujientes y simples. Simplemente deliciosas. Sebastián jamás pensó que habría alguien en esta vida que podría entenderlo a la perfección.
Él habría deseado que Ethan compartirse la receta con él, la primera vez que Ethan escuchó su solicitud fingió como si no lo hubiera escuchado.
Sebastián se lo tomó bien. Después de todo ¿no iban a estar juntos en el futuro? Ethan seguramente lo preparará para él.
¿Ellos fueron a una cita? ¡Por supuesto!
De hecho, al parecer ambos habían tenido la misma idea durante días, pero eran lo suficientemente tímidos como para decirlo tan casualmente.
La idea se mantuvo en secreto hasta que, a una hora del estreno de aquella película que habían anhelado hace bastante tiempo, salieron de su apartamento al mismo tiempo. Se sorprendieron y luego rieron cuando vieron las entradas en las manos del otro. No hace falta decir que al final, tuvieron que renunciar a un boleto cada uno para que la situación fuera equilibrada.
— Por hoy, seré yo quien complazca al profesor Watson — dijo Ethan con determinación.
Esa declaración fue demasiado inocente, pero Sebastian era un adulto con una mente muy activa y esa oración sonó tan mal que se regañó a sí mismo por siquiera haber tenido ese pensamiento fugaz.
Ethan pagó los bocadillos y las bebidas.
En el cine, mientras uno estaba prestando atención, él otro estaba intentando imitar las escenas de esas películas románticas. Estiró los brazos y cuidadosamente colocó una en el asiento de Ethan, luego lentamente la movió hasta los hombros del niño.
Pero Ethan no se percató de nada, él realmente estaba enfocado en la película.
Así, continuamente las cosas se dieron de esa manera. Parecía que Ethan era inmune a los esfuerzos de Sebastián.
Pero también había algo positivo al respecto, por lo menos, Ethan era más directo con Sebastian.
A veces Ethan se quedaba durmiendo con Sebastian con diferentes excusas cada vez.
Y cuando estaban en el apartamento de Ethan, también buscaría una para que Sebastian se quedara a dormir.
También había días en las que desaparecía inesperadamente. Sebastián se fue acostumbrando con el tiempo.
Una vez, cuando Ethan regresó, no fue a su propio apartamento. En cambio, tocó la puerta de Sebastián y cuando éste abrió no esperaba el cuerpo ajeno impactar con el suyo.
Si no se hubiese ejercitado y tuviera la fuerza necesaria, ambos abrían caído al piso.
— ¡Profesor, lo extrañé! — Sebastian no podía verlo, pero su voz sonaba particularmente alegre.
— ¿Dónde estuviste? — Preguntó mientras le devolvía el abrazo a Ethan con fuerza.
— Por allí.
— ¿Dónde por allí? — intentó una vez más.
— Solo allí.
Y cuando Sebastian quiso presionar un poco más, Ethan envolvió ambos brazos alrededor su cuello.
Sin si quiera imaginarlo o esperarlo, Ethan lo besó.
Ethan solo había rozado sus labios con los de él.
Sebastián salió de su aturdimiento, se acercó al chico una vez más y entonces lo besó realmente.
El chico era inexperto, probablemente porque fue su primer beso. Lentamente, hizo que Ethan abriera los labios para que él pudiera explorar su boca. No fue agresivo, fue apasionado. El lo besó hasta que estuvo satisfecho y finalmente lo dejó ir.
Ethan estaba siendo bastante egoísta
Y Sebastian, demasiado confiado.
ESTÁS LEYENDO
El chico del apartamento 512 - Gay love
Teen FictionUn espacio compartido, miradas llenas de emociones y la inevitable conexión que une a una persona con otra. Sebastian Watson es un hombre increíblemente despreocupado. No importa a donde vaya, siempre tendrá la atención que necesita, mujeres u hombr...