Cuando Sebastian lo vio, fue como si el tiempo se hubiese detenido y el único ruido existente fuera el latido de su corazón volviéndose loco en su pecho. La oportunidad que creyó nunca tendría, ahora estaba saludándolo... Pero, ¿Qué hacer? Por un segundo, Sebastian consideró oportuno llorar dramáticamente y fingir que algo estaba mal con él. Sin embargo, tomando en cuenta su nivel actoral, probablemente se partiría de risa antes de incluso poder curvar los labios hacia abajo. El problema es que ni él mismo sabía qué estaba haciendo ahí tocando la puerta de alguien a altas horas de la noche.
Y lo más importante, en el momento en que lo vio, rapantemente se sintió culpable.
El rostro adormilado de Ethan tratando de enfocar al individuo mientras se protegía del frio, su cuerpo delgado revelaba una fragilidad que era difícil de ver durante el día y, cuando finalmente logró ver de quién se trataba, sus labios se curvaron en una sonrisa que hacía a cualquiera querer atrapar ese momento y nunca dejarlo ir.
Entonces, preso del pánico, Sebastian soltó lo único que llegó a su cerebro. Dijo: — ¿Tienes galletas?
Tonto Sebastian.
Después de decirlo, sintió cómo sus mejillas ardieron por la vergüenza. Solo esperaba que Ethan ignorara ese hecho.
— Profesor Watson... — Ethan revisó la hora en su reloj antes de continuar — , ¿ga ~ bostezo ~ lle ~ bostezo ~ tas, galletas a esta hora?
Sebastian se reprendió a sí mismo tras ver cómo Ethan hablaba entre bostezos, parecía como si hubiese estado semanas sin dormir... Sin embargo, recordó sus años universitarios y concluyó que probablemente él fue así en esos tiempos también.
Ah, ¿por qué su cerebro siempre deja de funcionar cuando ve a Ethan.?
Ya que todo estaba hecho, sólo tenía que seguir fingiendo...
— Yo... Es algo vergonzoso para relatar pero, olvide ir al supermercado y yo... — bajó su tono de voz a una de alguien que sentiría pena en este tipo de situaciones — tengo hambre...
Sebastian reunió todo el coraje que pudo para cruzar los brazos y apoyar su cuerpo en el marco de la puerta, había visto en las series de televisión que eso era, de alguna manera, algo sexy. Y, a pesar de no saber si había logrado su objetivo, vio como Ethan asintió feliz.
Una vez que fue invitado dentro, sus ojos escanearon el lugar disimuladamente; en su imaginación, Sebastian veía estantes llenos de libros, tal vez colecciones de algún tipo. Se sorprendió al hallarse en un lugar demasiado vacío y apenas cálido. ¿Deberá hacer algún tipo de comentario? Correcto, pero no sabía qué decir.
Ejem, solo debía esperar a que el amor de su vida le dé de comer y comenzar a halagarlo, sí, eso sería un maravilloso comienzo.
Sin embargo, no esperaba que Ethan volviera con un sándwich y un vaso de leche, ¿eh? Él realmente no tenía hambre, por lo que pensó que pedir galletas era una gran idea, podía guardarlo con la excusa de acabarlo despacio, pero ahora, debía resignarse a reventar su estómago porque no quería decepcionar a Ethan.
— Las galletas se acabaron — declaró Ethan apenado.
Sebastian aceptó el sándwich y la leche buscando la mirada de Ethan para que éste notara su felicidad sincera y, el agradecimiento en sus ojos, pero fue ignorado por lo que no le quedó más remedio que decirlo en voz alta.
— No no no, esto también está bien. Comida es comida, ¡mi
estómago está feliz! ¡Muchas gracias!El fue sincero con sus palabras.
— La próxima vez, le prepararé algo muchísimo mejor — comentó el chico con entusiasmo.
Sebastian pensó que para Ethan fueron palabras vacías y las palabras vacías nunca debían ser tomadas en serio, por lo que él solo asintió.
Después de eso, Ethan sonrió y Sebastian estuvo elogiando su sándwich todo el tiempo hasta que terminó. Pero, si era honesto consigo mismo, esta fue la primera vez en años que probó algo tan simple, nada delicioso. Es solo que, Ethan no debía enterarse, él podía soportarlo. Más tarde le enseñaría cómo cocinar adecuadamente.
Al principio Ethan era feliz prestándole atención hasta que, después de unos minutos, sus ojos comenzaron a cerrarse por el agotamiento. Trató varias veces de no rendirse, de mantener los ojos abiertos, pero fue inútil, al final, aún así se quedó dormido.
Terminando su sándwich, Sebastian primero lavó y secó el plato y el vaso que había ensuciado, inmediatamente regresado a la sala para despertar a Ethan y enviarlo a la cama, solo que al llegar al lado de Ethan se dio cuenta de un gran problema ¡él realmente no podía hacer eso! Es inhumano.
En cambio, pensó en otra solución.
¿Debería cargarlo y llevarlo a la cama él mismo? Para él no era un problema, pero no sabía cómo sería la reacción de Ethan al día siguiente. Bueno, podía lidiar con eso luego.
Levantó a Ethan en sus brazos sorprendiéndose de lo ligero que era ese cuerpo. Él mismo había sido testigo de cómo Ethan devoraba su comida en la Universidad, sentirlo así, parecía como si lo hubiesen privado de alimentos por días.
La mañana llegó, un Sebastian se levantó de buen humor cantando todo el camino a la ducha y luego todo el tiempo en la cocina, he incluso después de desayunar siguió tarareando alguna canción que solo él conocía. Fue después de tomar sus herramientas de trabajo cuando recordó que había olvidado preparar sus temas para este día. No importa, con su grato humor de hoy, seguro podría pensar en algo para improvisar más tarde.
Quiso llevar a Ethan a la universidad, sin embargo, justo como antes, nadie le respondió.
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El chico del apartamento 512 - Gay love
Roman pour AdolescentsUn espacio compartido, miradas llenas de emociones y la inevitable conexión que une a una persona con otra. Sebastian Watson es un hombre increíblemente despreocupado. No importa a donde vaya, siempre tendrá la atención que necesita, mujeres u hombr...