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A Sebastian le duró tres días, cuatro horas y cinco minutos las galletas que con tanto afecto había atesorado. Antes de siquiera probarlas, decidió que lo mejor sería esperar el día adecuado para comerlas junto con su amado, pues aunque no estaba seguro cuándo iba a conquistar a Ethan, ya daba por hecho que él era el indicado. No es que él había contado las horas y minutos todos los días desde que recibió las galletas... Tal vez un poco.

¡Pero el hijo de puta de Isier no dejó que su objetivo se cumpliese!

Además de haberse comido las galletas tuvo el descaro de decir que no eran tan deliciosas.

Ahora, con el corazón roto, solo podía observar las migas que descansaban en la caja listos para ser tirados a la basura. Y su amigo, quien no hacía más que burlarse de él desde la cocina le dio la mejor idea que nunca le había dado.

— Amigo, ve a él y pídele, amablemente, que haga más galletas para ti. Hombre, te acabo de hacer el favor de tu vida... — Sin embargo, antes de que pudiese terminar, Sebastian ya no estaba en la habitación.

El hombre río para sus adentros, satisfecho por la actitud de su amigo, Sebastian era muy impredecible a veces, pero sentía un alivio viéndolo persiguiendo nuevos intereses...

Fue a observar el espectáculo, porque ni de coño pensaba perderse la interacción de esos dos.

Sebastian se encontraba de pie frente al apartamento 5-12, indeciso, sus emociones incluso comenzaban a marearlo, ¿era así como se supone debía ser? Su corazón palpitaba con fuerza, cuanto más se acercaba, más era la presión en su pecho. Es difícil, se dijo, es difícil ser quien da el primer paso... Porque, justo en ese momento, supo que él no había ido detrás de nadie, todos lo habían perseguido a él.

Y cómo se supone que debería comenzar con aquello; un saludo formal no sonaba adecuado, comenzar con un "¡Hey! ¿Puedo tener más de tus galletas?" no sonaba educado. Pero, considerando que Ethan era muchos años menor que él, debía ir por lo primero incluso cuando no lo quisiera.

Tocó la puerta una vez ese día, luego dos veces, y luego tocó hasta que olvidó la razón por la que había ido en primer lugar. Ethan nunca salió y Watson se rindió.

No supo nada de él ese día, sin embargo, los días que siguieron a ese, tuvo como protagonistas a un maestro de Universidad acosando a un alumno, o, en el mejor de los casos; a un adulto interesado en su vecino muchos años menor que él. Gracias a esas actividades, Sebastian conoció varias facetas sobre Ethan. La primera, pensó, es sobre Ethan siendo un aficionado por la lectura... Cada vez que lo veía de lejos, el chico siempre tenía la vista puesta en algún libro y los audífonos puestos. Encontrarlo por los pasillos de la universidad para poder tener una conversación con el chico era todo una odisea; no sólo los horarios no coincidían, Sebastian siempre iba acompañado la mayoría del tiempo.

La segunda: era un joven bastante delicado en gustos, siempre llevaba algo sano para sí mismo. Nada de comida rápida o comidas chatarra. Sebastian creía que era para mantener su figura, sin embargo, para él, Ethan seguiría siendo guapo incluso con unos cuantos kilos de más.

La tercera era, probablemente, su trato amistoso con los demás estudiantes. Caminaba por los alrededores regalándoles sonrisas a cada persona que encontraba, un saludo en caso de que esa persona fuera algún educador o un amigo más íntimo.

Así que, mientras más lo observaba, más se preguntaba por qué nunca le había prestado atención a alguien como él antes. La respuesta tal vez la conocía, entre tanta gente, ¿cómo podría él haber conocido a alguien así si solo se ocupaba de sus propios asuntos? Sin mencionar que seguía pensando en un ex infiel todos los días.

Pero, sin importar cuan amistoso y educado era Ethan con todos, el chico evitaba todo tipo de relación con los demás. Siempre caminaba sólo, comía sólo y estudiaba sólo. Al principio Sebastian sintió un poco de pena pensando que nadie lo quería cerca, pero tras algunas observaciones  más, se dio cuenta que quién no quería compañía era exactamente la otra parte. Entonces vino a su memoria la vez que no le abrió la puerta, posiblemente tampoco quería tener ningún tipo de relación real con sus vecinos.

La vez de las galletas era solo él siendo amable y educado, siguiendo su naturaleza.

Mientras más lo pensaba, más lloraba en su interior. Se ilusionó tan rápido con ese chico; tanto, que podía sentir su corazón, nuevamente, rompiéndose en mil pedazos.

Oh, Isier Isier, vuelve pronto para poder llorar a gusto.

Las pocas veces que Ethan le devolvió la mirada, su sonrisa siempre fue tan gentil y cálida.

Sebastian, ¿por qué eres así? Sólo una mirada y tú ya estás cayendo... Tan profundo.

Pero, nuevamente, quién podría culparlo. Él siempre fue así. Se enamoraba rápido y sin importar cómo, terminaba sufriendo sólo.

Y había otro dato más importante que todas las anteriores, aún no sabía si Ethan era, por lo menos, gay.

Sebastian sólo se metió con un tipo completamente heterosexual una vez, por supuesto, las cosas no terminaron bien para él. Fue una verdadera pesadilla y una lección bien aprendida. Isier estuvo atendiéndolo por una semana tras semejante agravio, en parte preocupado y en parte, ¡le divertía la situación!

Sebastian también estuvo maldiciendo hasta que todos los moretones desaparición de su delicada piel, a Isier no le importaba esa actitud, al fin y al cabo, ya estaba más que acostumbrado a la bipolaridad de su amigo.

Es por todas esas cosas que Sebastian no entendía qué estaba haciendo en la puerta de ese chico a altas horas de la noche, tocó sólo una vez, una vez era suficiente para ser rechazado de nuevo.

Sin embargo, nunca esperó que esa gran barrera, algún día, sería abierta.

¡O era algún producto de su imaginación o el mundo está a punto de caerse!




¡Feliz año nuevo a todos!

No olviden comentar que les ha parecido el capitulo..-

El chico del apartamento 512 - Gay loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora