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—Hoy es el día

Sebastian se repitió esas mismas cuatro palabras desde que se despertó hoy en la mañana, cuando desayunó ni siquiera prestó atención a la comida. Se encontraba en un caso de ansiedad que no había experimentado antes, los nervios se manifestaron en sus manos y de pronto él ya no era el elegante maestro que se paraba frente a un montón de adultos para impartir lecciones sobre temas que a veces comenzaban a aburrirlo.

Las agujas del reloj avanzaban lentamente hacia el número que Sebastian anhelaba tanto y al mismo tiempo, del que quería huir. De camino al hospital, trató de mantener pensamientos positivos en su cabeza, pero exactamente ahora no sabía si había sido una buena idea.

Media hora faltaba para que el paciente pudiera recibir visitas.

—No estés tan nervioso.— El hombre al otro lado del escritorio trato de confortarlo. Pero su aura seria y dominante no ayudó mucho, en cambio, Sebastian no pudo evitar temblar en su asiento.

Todd y él no eran tan cercanos como lo eran Isier y él, así que ahora mismo, se sentía incómodo. Ahora estaban solos, sin Isier para actuar como intermediario.

Sebastian se dio cuenta de repente, sin Isier él...

Se encogió en su asiento, no le gustaba estar a solas con esa persona y no pudo evitar querer huir de ahí. Incluso olvidó por un momento que había ido por Ethan.

Todd se levantó de su asiento y rodeó el escritorio, sacó un vaso y lo lleno de agua antes de entregárselo, parecía ver a través de él.

—Puedes quedarte aquí el tiempo que necesites, pero no olvides que hay un límite de tiempo para las visitas— pausó un segundo —El paciente al que quieres ver está débil de salud. No... No sé cuál es tu relación con él pero trata de ser lo más cuidadoso posible. Al parecer, prohíben visitas de extraños. Tú fuiste su maestro, después de todo, pudimos arreglar eso.

Sebastian musitó un simple —Gracias.

Cuando faltaba menos de 5 minutos, fue al pasillo de la habitación de Ethan. Se sorprendió cuando vio a Daim ahí. El otro no lo saludó y entró directamente en la habitación. Al parecer, la regla de las visitas no aplicaban para todos.

Un momento después, una enfermera llegó con él avisándole que podía entrar.

La puerta volvió a abrirse antes de que él siquiera diera un paso adelante. Daim cerró lentamente la puerta y fijó su mirada en él.

—Ethan no va a verlo hoy, vuelva una próxima vez— su tono era frío y su mirada penetrante y seria.

El contrate entre ambos hermanos era extremadamente notorio: Eran como el Ying y el Yang; el invierno y el verano. Sebastian se había acostumbrado al verano, el fragante olor a aire fresco, paz y armonía. Alegría y calor. Era lo que sentía por Ethan.

Y no estaba acostumbrado a la soledad, el invierno, los días fríos.

—...Necesito verlo

—Profesor, entiendo que debe hacerlo. Sin embargo, él está descansando, si usted entra en este momento, él no podrá descansar correctamente.

—No lo molestaré, será sólo un momento.

Daim parecía pensarlo y al final no respondió, salió del camino y se fue. ¿Estaba dándole permiso?

Sus pasos eran lentos mientras que su respiración era un lío. Asomó su cabeza y vio perfectamente al chico tendido en la cama del hospital.

Había planeado tantas cosas que quería hacer y decir una vez que lo viera, sin embargo, en este momento todo su mente estaba en blanco. Sus movimientos se detuvieron y todo su entorno pareció cambiar abruptamente a la realidad que no quería aceptar.

Ver a la persona que te gusta en ese estado... Él no había estado listo.

Se acercó un poco más a la cama de Ethan y su corazón comenzó a golpear en su pecho violentamente; un poco por la emoción y otro por miedo.

Ethan estaba más pálido que la ultima vez que lo vio, se veía más flaco y su constitución era tan demacrado que cualquiera que lo viera no sabría que era él.

Ethan no estaba despierto por lo que Sebastian sólo se paró a un lado con miedo a despertarlo.

En un débil murmullo dijo:—Te extrañé

Antes de venir a verlo, había pensando tantas cosas para decir y preguntar, sin embargo, solo pudo pronunciar eso para sentirse completo. No era necesario, se dijo a sí mismo, no había necesidad de decir tanto o preguntar algo que sólo le robaría tiempo para decir lo que realmente deseaba. Él no le reprochará nada.

—Realmente te extrañé tanto

Lentamente se fue acercando más al chico, no importa cuánto se dijo a sí mismo que no lo haría. La necesidad de tocarlo lo consumía.

Había una silla al lado de la cama, no lo pensó mucho y se sentó ahí.

—Pensé que nunca volvería a verte, nadie sabía nada sobre ti. Afortunadamente, Daim no fue reservado al respecto.

Si en ese momento él hubiera prestado más atención al rostro del chico en lugar de sus manos, habría notado el atisbo de la combinación de molestia y nostalgia en él.

Sebastian siguió hablando por un rato más pero Ethan no pudo concentrarse porque su mente aún trataba de recordar a alguien con ese nombre.

Daim.

No lo conocía. Y esa leve sensación de celos que sintió antes, creció más.

Por supuesto, alguien como Sebastian seguramente no tenía tiempo para desperdiciar. Él era guapo, inteligente y gentil.

A Ethan le había gustado desde el primer instante en que lo vio. Y se había sentido tan envidioso de las personas que siempre estaban alrededor de él mientas que su persona tenía que conformarse con admirarlo de lejos.

Sebastian nunca lo vio y él tenía poco tiempo.

Al principio sólo quería acercarse un poco más al maestro que siempre sonreía a los alumnos y tenía ese aura carismática alrededor de él, solo un poco más cerca era suficiente.

Ni siquiera hubiera esperado que Sebastian se hiciera amigo de él con el tiempo.

Todo lo que quería era disfrutar de los pequeños cambios en sus emociones desde que lo conoció.

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Espero que hayan disfrutado hasta aquí ♡




El chico del apartamento 512 - Gay loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora