-VI-

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Regresó corriendo a toda velocidad a casa, no le importaba las explicaciones que tendría que darles a sus padres del porqué llegaba un poco tarde, podría decir qué se quedó minutos extras con Malcolm y lo acompañó primero a casa. Seguro lo creerían. Le daba igual si podía seguir repitiendo esa rutina todos los días con el chico que le gustaba.

- ¡Llegué!- anunció mientras entraba al jardín de la casa.

- ¿Porqué tan tarde?.- preguntó la señora
Heelshire de forma interrogatoria pero calmada mientras apartaba las flores que arreglaba.

- Ah, simplemente Malcolm y yo decidimos caminar un poco y tomar algo en el camino.-

- Está bien, sólo intenta no tardar mucho, ¿si?.- volvió a lo suyo.- Por cierto, tú padre está arreglando unas cosas en el ático, ¿Podrías ayudarlo, hijo?

-Si, mamá.- subió de prisa por las escaleras.

Mientras tanto, nuestro castaño soportaba los característicos gritos diarios de su madre, subió las escaleras buscando con sus ojos llorosos la puerta de su habitación, cuándo entró cerró de un portazo la puerta y camino hacia su cama sentándose en el borde de esta mientras trataba de controlarse, no podía entender porqué su madre no lo aceptaba, no buscaba su aprobación sólo su respeto y ni si quiera eso podía darle.
Algo se había prometido: no importaba cuántas veces pasara por lo mismo, no iba a darle el lujo de verlo llorar a la persona que se supone debería de quererlo.

-¡Billy!-

-¿Qué?- gritó.

-¿Qué le sucede a Agnes?-

Se preocupó, se puso de pie rápidamente y corrió hacia dónde estaban los gritos de su madre, independientemente de que no quisiera verla, si media hermana le importaba un poco.
Entró a la habitación y sólo pudo ver a su madre cargando el pequeño cuerpo de su hermana.
Días después se encontraba mirando cómo bajaban el ataúd qué próximamente se encontraría tres metros bajo tierra. Su odio había crecido más hacia Constance Lenz.
¿Cómo había permitido que Agnes se asfixiara mientras dormía? ¿Enserio estaba tan empeñada en desgraciarle la vida qué la había descuidado mientras peleaban?
Después del entierro llegaron a casa, no quería hablar, nadie quería hacerlo, así que sólo subió las escaleras con pesadez, cuándo lo hizo se recostó y se abrazó así mismo finalmente soltando las lágrimas que se había guardado por un buen tiempo. Realmente no había nada que pudiera joderlo más.

Trató de dormir lo que quedaba de la tarde pero no lo consiguió, solamente se quedó en silencio hasta que decidió levantarse para tomar un baño y despejarse un poco.
Sintió el agua fría caer en sus hombros, su nariz blanquizca y mejillas se tornaron de un color rosado por el llanto al igual que por la frialdad del cuarto de baño.
Salió de la ducha para recostarse nuevamente en cama, se quedó en interiores y con el cabello húmedo, lloró desconsolado un poco más hasta qué finalmente había podido conciliar el sueño.

Los días y el tiempo pasarían tarde o temprano.

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