\VII/

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- ¿Hicimos bien en venir?

- No lo sé, no podía dejarte venir solo, niño bonito.
Te debía una, estaba aburrido; tampoco tenía mucho que hacer hoy...realmente nada- Malcolm rio compartiéndole de su comida a su amigo.- ¿Seguro que era por aquí?

- Puede qué.- mordió el aperitivo.
Un suspiro sonoro fue lo que obtuvo como respuesta.
-  Oye.- tomó su hombro.- relájate, ¿vale?

Respondió con una sonrisa sincera.

"Relájate, ya aparecerá" esas tres palabras se volvieron cotidianas para él en un corto tiempo de dos semanas, para todos era extraño que Lenz no hiciera una de sus típicas apariciones, siempre hablando y generando eco con su extenso pero no tan culto vocabulario o simplemente no sentir su presencia ahí los hacia especular, unos comenzaron a pensar que probablemente había muerto, qué quizás se perdió y murió de hambre; otros reprochaban. Lenz era independiente e inteligente.

Brahms le había pedido a su mejor amigo que lo acompañara a buscarlo a su casa, claro, después de reunir el valor suficiente.

¿Qué se supondría que le diría? Comenzó a pensar demasiado en eso, la ansiedad llenó su cabeza durante el camino, aun le sorprendía como podía recordar el trayecto a casa de Lenz desde la ultima vez, pensó tanto que no se dio cuenta de que habían llegado, era como si sus pasos que golpeaban las hojas secas ya caídas tuvieran consciencia propia.

- No hicimos bien en venir.- dijo.

- ¿Vas tú o lo hago yo?.- lo miró haciendo una mueca.

- Lo haré yo.- respondió a Malcolm con cierta seguridad, aunque fuera muy poca, sabia que no podía seguir dependiendo de todos o pedir ayuda siempre que le temía a algo.

Caminó hasta estar frente a la puerta, se tomó su tiempo para mentalizarse y tocar, no todos los días llegas como si nada a la casa del chico que te gusta solo porque te preocupaste por algo que posiblemente podía ser increíblemente mínimo.

- ¿Qué carajos?.- la voz lo sacó de su trance.

- ¡Hola, Billy!.- saludó Malcolm al chico castaño que se encontraba en la ventana del segundo piso de su residencia, apreciando su cara de "¿Qué putas hacen aquí?".- No hace falta que lo preguntes, venimos a buscarte, no es normal que alguien que ganó su "lugar" en un instituto de mierda desaparezca como nada.

- Cierto...¡Hola, Brahms!.- lo miró y alzó una ceja mientras una sonrisa burlesca pero agradable se formaba en su palidezco rostro.- ¿Los británicos no tenían modales muy refinados o porque no saludas?

- ¡L-lo siento, hola!.- subió la mirada tratando de no verse nervioso.

- No te apures, miren...,no podemos hablar aquí, ya bajo.

Esperaron unos minutos hasta que Malcolm les dijo que se sentaran en la acera a esperarlo, realmente no querían tocar o incomodar ya que habían escuchado los gritos que Constance le ofrecía a su hijo y viceversa.

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