Parte #41

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-¿Cuánta munición nos queda?

-Más que de sobra si la utilizamos bien.

-¿Qué hacemos con Sky, Sam y Cameron?.

-Yo tengo una idea, ¿hay algún supermercado cerca?

-Puede, iremos a investigar.

Nos preparábamos para llegar a Calais. En el coche todos estábamos asustados pero a la vez con fuerzas por llegar a un lugar en el que estar a salvo.

A Nash se le había ocurrido utilizar carritos de la compra para llevar a los heridos y todo nuestro equipaje y comida en el caso de que tuviéramos que llegar a Inglaterra por el túnel intra europeo.

Llegados al punto de cómo estaba el panorama en Normandía nos decantábamos por lo peor: que no nos viniesen a buscar.

Nash y yo acordamos que íbamos a proteger a Sky, Hugo y Hayes como a nuestras vidas. Y que las daríamos por ellos llegado el momento. En el caso de que algo le pasara al otro, cuidaríamos de los tres como si fuesen nuestra sangre.

Prometimos no poner en riesgo las vidas de los demás si nos mordían.

Aparcamos en un supermercado. Eran las seis de la mañana del 24 de Diciembre. Era nochebuena. El verano había acabado hacía ya tiempo y el frío se notaba en la atmósfera.

Sky me agarraba de la mano mientras caminábamos a la puerta principal. Nash nos miraba de lejos. Teníamos miedo, de verdad lo teníamos. Estábamos arriesgando nuestra vida más que nunca.

Habíamos visto la muerte de la raza humana de cerca. Teníamos a algunos de nuestros seres queridos con nosotros, pero les íbamos a poner en peligro y la culpa nos comía por dentro.

A mi algo más me estaba consumiendo. Yo era consciente de que mis heridas están infectadas y que en cualquier momento eso me iba a causar problemas, pero no podía pensar en mi en esa situación.

La mitad de los chicos fueron al puerto a descubrir si realmente íbamos a tener que entrar en el túnel o nos iban a venir a buscar.

El resto nos quedamos haciendo algo de comida decente y buscando cosas que nos fueran útiles.

Al medio día mientras los más pequeños y los herido descansaban, Nash y yo fuimos en busca de los carros.

Juntamos cuatro y los atamos con cientos de bridas para que fueran unidos y no se soltaran con facilidad. En los dos costados irían Cam y Sammy y en el centro Sky y el resto de maletas.

-Nash, vamos a salir de esta, confía en mi. Daré todo por salvarla.

-También me preocupas tú y Cam y los chicos. Lo hemos pasado mal. Sólo nos quedamos los unos a los otros.

Los demás volvieron y confirmaron nuestra teoría, no vendrían a buscarnos.

Por enésima noche consecutiva, no pude pegar ojo. Me dolía todo y no quería tomar nada por si estaba infectado. Me dediqué a beber café y a morder el cuello de mi chaqueta mientras me curaba las heridas.

Antes de todo esto nunca me había roto nada ni había tenido ninguna herida importante. El dolor que estaba pasando era terrible y me hacía agotar mi energía sin siquiera moverme.

A la mañana siguiente todos despertaron al amanecer. Noté la falta de Nash y Sky y comencé a asustarme.

¿Habría sido capaz de dejarnos de lado?.

El verano que vivimos peligrosamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora