Una vez que llegaron al centro de los mercados donde una bruja o un mago podían comprar todo lo que necesitaban para cocinar, Renata se encargó de guiarlos por el territorio extranjero porque James sentía que no tenía nada que hacer allí. No conocía ni la mitad de las especias que pasaban, ni su sabor, ni cómo se utilizaban. Por suerte, Renata parecía entenderlo mientras caminaba por las filas, hablando con los vendedores que parecían reconocerla mientras la saludaban con sonrisas. Harry parecía disfrutar de todos los nuevos olores y colores de su entorno mientras buscaba a Renata para que lo abrazara.
Con él apoyado en su cadera, lo llevó entre las filas sin problemas mientras James se quedaba atrás. James no sabía cómo sentirse ante la naturalidad con la que Renata tomaba a Harry en sus brazos o lo relajado que estaba Harry con ella. Ella seguía siendo, en muchos sentidos, una extraña para ellos y, sin embargo, Harry había acogido a la mujer en su vida con los brazos abiertos. Podía recordar todas las veces que Harry había estado tan inquieto, especialmente cuando era un bebé, porque no quería que lo cogieran o no quería que lo molestaran.
Hubo muchas veces en las que rechazó que James, Lily, Remus, Sirius y otros que querían abrazarlo, pero él buscaba activamente a Renata para que lo cargara y eso dejaba a James incómodo. ¿Cómo podía una desconocida ser tan reconfortante para el chico frente a las personas que habían estado con él desde que nació? Pero, al mismo tiempo, James se reprendía a sí mismo por haberle dado importancia a eso en su mente. Supuso que debería haber agradecido que Harry no intentara encerrarse, debería haber agradecido que Harry pareciera feliz en esos momentos.
James no había sido consciente de las caras que se permitía poner y en un momento dado, Renata se detuvo por completo y se volvió hacia él, todavía con Harry en brazos.
-¿Estás enfadado conmigo?- le preguntó ella, de forma bastante atrevida, añadiría él. La pregunta le pilló desprevenido hasta el punto de que su cara se quedó completamente en blanco.
-¿Qué? N-no, ¿por qué piensas eso?
-Bueno, por las caras que me pones, parece que quieres prenderme fuego usando tu mente- le informó -si he hecho algo mal, puedes decírmelo....
-No, no has hecho nada malo- se dijo internamente dándose una patada -de verdad. Sólo estaba pensando para mí mismo, no era consciente de que estaba poniendo caras. Lo siento.
La mirada de ella le hizo pensar a James que no le creía, pero obviamente tampoco quería discutir, ya que le ofreció una pequeña sonrisa y volvió a sus compras con Harry. James maldijo en voz baja, decepcionado consigo mismo por estar tratando de encontrar fallos en alguien que realmente le estaba ayudando. No tenía que decir que sí ni aceptar ser la niñera de Harry, de hecho, no tenía que hacer la mitad de las cosas que ya había hecho por ellos.
Se enfrentaba a terribles problemas de confianza, ya que la traición de Peter aún le afectaba mucho. Por culpa de un hombre, todo se había roto y destrozado a su alrededor. La gente había sido asesinada, las amistades se habían perdido, y James sentía que todo recaía sobre sus hombros para recomponer las cosas, aunque nunca volvieran a ser lo mismo.