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Después de recibir la tranquilidad que necesitaba de Molly, Renata se sintió mucho mejor con respecto a toda la situación, especialmente cuando Molly prometió que hablaría con Augusta y que Neville estaría presente en la fiesta. A Renata se le ocurrió una idea a la hora de preguntarse qué les iba a regalar a los chicos por sus cumpleaños y finalmente, decidió lo que iba a hacer. En realidad, no había planeado estar todo el día fuera del piso de los Potter, pero necesitaba tener las cosas en marcha y hechas para cuando llegara el día de celebrar el cumpleaños de Harry. Por supuesto, tuvo que dar toda clase de vueltas, conocer a gente que le indicaba dos direcciones diferentes, y la mitad de las veces, terminaba en el lugar equivocado.
Pero al final, lo tenía todo resuelto y su plan se puso en marcha, para su satisfacción. Sin embargo, se encontraba bastante cansada, pero no totalmente preparada para volver con Harry y James. Todavía se sentía culpable por haberle llamado "señor Potter" y no haberse corregido. En cierto modo, como James había dicho algo que le causaba dolor, parecía que ella había sentido la necesidad de hacer algo similar a cambio. Pero eso estaba mal por su parte, lo sabía y se sentía avergonzada por haberlo hecho.
En el fondo, sabía que probablemente James no quería hacerle daño con su comentario, pero Renata también sabía lo poco que le gustaba que le llamara "señor Potter", a menos que estuviera bromeando, claro.
Decidiendo no volver a casa hasta que formara una disculpa en su cabeza, Renata se encontró en el mismo parque donde había conocido a James, Harry y Sirius en la accidentada tarde con Enzo. Eso le hizo sonreír, porque si alguien le hubiera dicho alguna vez que se encontraría donde estaba ese día, ella diría que le estaban echando humo por el culo. Incluso cuando sintió por primera vez la atracción hacia James, nunca pensó ni en un millón de años que tendría una oportunidad o que se encontraría en una relación con él.
Y pensar en todas las cosas que había experimentado desde que asumió el papel de niñera de Harry, era como si le hubieran dado toda una segunda vida. Desde la experiencia de la primera vez en la playa hasta el primer partido de Quidditch, ambos eran recuerdos increíbles y disfrutaba de la idea de poder vivirlos con Harry, ya que también eran sus primeras veces. Por supuesto, mirando hacia atrás, el partido de Quidditch no terminó tan bien, algo arruinado por su fobia a la sangre, pero eso le había abierto una experiencia totalmente diferente.
Fue cuando James se hizo pasar por su marido para poder acceder a visitarla y eso le permitió a Renata saber que le importaba plenamente. Porque cuando ella anunció que no le parecía buena idea ser la niñera de Harry con su fobia a la sangre en juego, James no la echó. En cambio, se aseguró de hacerle saber que quería ayudarla y que quería que se quedara con él y con Harry.
Esa fue la primera vez que Renata sintió que realmente pertenecía a algún lugar, porque era un lugar donde la querían.
No es que Adelmo se opusiera a que se quedara con él, después de todo, fue él quien la invitó a vivir con él en primer lugar, pero nunca fue algo permanente. Se suponía que él era un punto intermedio para ayudarla a recuperarse hasta que resolviera las cosas y fuera capaz de salir por su cuenta. Renata sabía muy bien durante su estancia con él que Adelmo querría vivir su propia vida y no tener a su hermana pequeña viviendo en su piso con él para siempre. No importaba lo unidos que estuvieran en la hermandad, él tenía derecho a vivir su vida como realmente quisiera sin mover las cosas por el bien de ella.
