*HISTORIA ACONTECIDA ANTES DEL HÉROE PERDIDO*
POV Connor Stoll.
Llevaba todo el día pegado a Katie y Travis, estaban en una cita y por mas que quise zafarme no pude, ellos apenas comenzaban a salir y al parecer mi presencia hacía más amena la convivencia, solía soltar una que otra broma cuando el ambiente se tornaba incómodo. Pero empezaba a quedarme sin material.
Pasamos frente al árbol navideño que estaba en medio de la plaza, muchos jóvenes y parejas se tomaban fotos con una gran sonrisa, por unos segundos envidie la vida de aquellas personas, sin preocupaciones de guerras olímpicas, creo que todo mestizo había soñado con aquello pero de alguna forma logramos encontrarle el gusto a ser hijo de un Dios.
—Disculpa —una chica pelirroja se interpuso en mi camino extendiéndome un volante publicitario— Estamos buscando personal y tú eres perfecto para ser un duende de santa.
Tome el papel viendo los rasgos de la chica, era linda— Gracias pero...
—¿Cuánto pagan? —preguntó Travis viendo el papel, ni siquiera me moleste en leerlo la chica ya había mencionado que era para disfrazarse de duende.
—Siete dólares al día —respondió como si no fuera mucho, pero al ser hijo de Hermes llegas a apreciar hasta un centavo, veías el dinero como algo único a diferencia de los mortales y que la mayoría de los mestizos.
—Vale, me apunto —declare con una sonrisa— ¿Cuándo inició?
—¿Puedes hoy mismo? —cuestiono la chica, yo asenti.
Deje a Travis y a Katie, mi hermano me agradecia con la mirada pero la chica parecía estar más nerviosa de lo normal. Seguí a la pelirroja hasta una villa navideña en una esquina de la plaza, un hombre vestido de Santa Claus que recibía a los niños para escuchar que le pidieron, adentro había dos chicos también pelirrojos, sin duda alguna gemelos, que estaban vestidos de duendes.
—¡Hey! —dijo uno alegre— Conseguiste el tercer duende.
—Soy Robert, él es Richard y ya conoces a nuestra hermana Olivia —comentó el otro pelirrojo tomando un disfraz— Toma, este seguro te queda.
Entre a la que según era la cabaña donde vivía santa, tenía que agacharme para no darme un buen golpe en la cabeza, me desvestí para ponerme el disfraz, pensé que este me picaria pero era realmente cómodo, del gorro salían unas orejas puntiagudas que no hacían falta para mi, asi que decidi no ponerme el gorro y salí encontrándome con los hermanos pelirrojos.
Richard me dijo que tenía que dejar pasar niño por niño y tratar de hacerle la platica a los padres que los acompañaba o a ellos mismos sin preguntarles que iban a encargarle a Santa, era sencillo, mantener una plática a flote era mi especialidad.
—¿Cómo te llamas pequeña? —le pregunté a la niña castaña que ahora estaba en frente de la fila.
—April —rió con timidez— ¿Tu eres uno de los duendes de Santa?
—La verdad no, quiero robarme algunos juguetes —le guiñe el ojo haciéndola reír pero sus padres me miraban fatal— Claro que trabajo con Santa, le damos regalos a niñas educadas como tú.
—¿Te puedo decir un secreto? —preguntó con un puchero, yo asentí y me agaché para escucharla mejor— Quiero que papá vuelva ¿crees que Santa pueda hacerlo?
Mire a la señora atras de ella, su expresión se hizo sombría, el señor a su lado parecía estar incómodo, ninguno me daba una señal de que decirle a la niña y entonces tuve que responderle conforme a mi conocimiento sobre abandonos y vaya que sí era bastante.
—Santa puede hacer muchas cosas —le dije posando mi mano en su hombro en símbolo de seguridad— Pero muchas veces lo que le pides llega de otra forma sabes.
La niña me miró con confusión, entonces note que las personas que la acompañaban no era su madre y su nueva pareja sino su madre y su tío (debido a su gran parecido físico), eso ayudó mucho a pensar en una buena explicación.
—Una vez yo también le pedí a Santa que trajera de vuelta a papá —exclamé.
—¿Y si lo hizo? —sus ojos tenían un ligero brillo.
—No del todo —respondí en un suspiro— Él sigue conmigo, a veces me manda regalos o me llama pero no está completamente conmigo... pero Santa me dio algo mejor, un hermano.
El niño que estaba con Santa terminó de hablar con él y antes de que April me respondiera corrió con Santa, me levante obteniendo un gracias por parte de la madre, cuando le pregunté el nombre al siguiente niño vi por el rabillo del ojo una sombra.
Manteniendo la conversación con el pequeño mire a la derecha, había gente pasando pero en el suelo estaba la sombra de un perro grande, al segundo desapareció e imagine que solo estaba alucinando, no había comido aún y ya eran cuarto para las cuatro.
Doce niños más y volvió a aparecer la sombra esta vez al final de la fila, decidí acercarme pero una segunda sombra a mi izquierda me hizo parar, ahora notaba que eran sombras de lobos y no de perros, pude tranquilizarme un poco, al menos no eran perros del infierno (sin saberlo todavía, eran algo peor).
—Oye Connor —me llamo Olivia, gire viéndola. Traía dos vasos de frappe con ella— Te traje uno, me preguntaba si podríamos ir a comer otro día.
Tome el vaso aun viendo las sombras que se habían movido hasta detrás de la cabaña de Santa— Si, claro.
—¿Te parece ahorita? —cuestiono con una sonrisa, por más que me gustara que una chica me coqueteara en ese momento solo podía imaginar a un par de lobos descansando en la cabaña de Santa.
—Tengo planes, otro día estaría bien —respondí tratando de no sonar preocupado.
—Perfecto —fue lo único que dijo, me miró detenidamente logrando captar toda mi atención— Ya termino tu turno, mis hermanos terminaran con los tres niños que quedan.
Me extendió los siete dólares, agradeci metiendome a la cabaña de Santa para cambiarme. No había lobos descansando, de hecho ya no estaban las sombras, me vestí dejando el disfraz en la bolsa donde estaba. Salí pensando dónde buscar a Travis, pero entonces escuché un aullido, justo como en las películas cuando un hombre lobo aúlla en luna llena, mis manos comenzaron a temblar buscando las llaves del auto que se convertían en una espada.
Entonces una pared de la cabaña fue perforada por un lobo saltando directamente contra mi, las llaves cayeron a escasos centímetros de mi mano pero tenía a un hambriento lobo aplastandome. Me mostro sus dientes, si no fuera por el miedo hubiera vomitado por su aliento, me olisqueo sin ganas de atacarme sin embargo pose mis manos en su lomo y lo avente estrellandolo contra la chimenea, escuche el grito de un niño que decía: "Se caen los bastones de caramelo sobre Santa".
Tome las llaves de auto, un segundo lobo mordió mi pantorrilla, ahogue un grito viendo como salían pequeñas gotas de sangre.
—No te levantes, no queremos hacerte daño aun —habló el lobo con una mirada fulminante, dos lobos más salieron para rodearme— Llévenlo con el jefe.
El lobo más cercano me tomo de la capucha de mi sudadera y me arrastro por todo el centro comercial. Me preguntaba que miraban los humanos, ya que ninguno parecía prestar atención a que un adolescente estaba siendo arrastrado por un lobo.
Finalmente me llevó hasta el estacionamiento, mi auto estaba tres hileras detrás, solo debía distraerlos y conducir el auto hasta perderlos, tal vez después volver por Travis y Katie con un poco de ayuda, no estábamos tan lejos del Campamento.
Nos detuvimos, me levante reclamando a los lobos, podía haber caminado todo ese tiempo, gire para verlos y tenían a Travis y Katie rodeados y atados de manos y pies, ahora eran toda una manada, alrededor de veinte lobos.
El lobo mas grande de todos, con unos ojos amarillos que irradiaban poder me olisqueo— ¡Puaj! Este también es de Mercurio.
—Llevemonos a la chica, Ceres nos dará una recompensa por ella —dijo un lobo con ánimo.
Travis me mostró sus manos, estas ya no estaban atadas y con una sola mirada me dijo que intentaramos escapar. Sentí que algo jalo mi pantalón, vi hacia abajo, una raíz se movía, tanto Katie como Travis estaban listos para atacar pero yo quería escuchar lo que decían los lobos.
—Matemos a los tres —exclamo otro lobo— El hijo de Júpiter tiene que venir a nosotros tarde o temprano.
—¡No! —grito el que parecía ser el jefe pero me daba la impresión que incluso el segui órdenes de alguien más— Para antes de que acabe el invierno tenemos que encontrarlo, el chico no vendrá hacia nosotros, se aliara con un hijo de Vulcano y Venus, serán poderosos para entonces —se acercó a Travis con cautela— Llevémoslos ante el jefe.
—¿Mercurio? ¿Venus? —cuestione llamando la atención de todos— ¿Los lobos estudian astronomía?
—Estos también son griegos —gruño el que me había arrastrado— Y no son inteligentes.
—¡Átenlos! Cuidado con ellos, los hijos de Hermes son escurridizos —ordenó el líder.
—Tienes el hocico lleno de razón —expresó Travis pateando al lobo, se desató y desenvaino su espada.
Katie sujetó a varios lobos de las patas con raíces surgidas del suelo, converti las llaves del auto en una espada y ataque al lobo más cercano. Pero la hoja solo le hizo una pequeña cortada, pareció reírse de mí y se lanzó con enojo.
Travis también intentaba pulverizar a los lobos, pero parecía inutil, el bronce celestial no los hacía desintegrarse.
—Dejen de intentarlo, sus armas no nos hacen daño —gruñó uno de los lobos acorralandonos.
—¿Alguna idea? —mire a Katie que hacía crecer raíces del suelo pero eso no los detenía, el auto ahora estaba detrás de ellos.
—¡Lo tengo! —gritó Travis— Plata, necesitamos plata.
La mirada intimidante de algunos se disolvió delatando que la plata era lo único que los dañaba, el único problema es que no teníamos plata, aunque eso no lo sabían los lobos.
Mi espada se convirtió en llave de nuevo, los amenace con ella y como la mayoría de los monstruos no eran listos, se creyeron que mi puñal era de plata, me abrí paso entre ellos guiando a Travis y Katie para que no los lastimaran, comenzamos a caminar en dirección al auto sin darles la espalda.
Un portal se abrió entre Travis y yo, era una caja donde se leía:Hermes
Hermes Express
Planta 34
Con el deseo de que no mueran...No pudimos abrirla ya que un lobo se lanzó contra Katie, le clave la llave sin dudarlo pero esta no le causó nada, no hizo falta que habláramos, los tres corrimos en dirección del auto. Travis abría la caja, subimos al auto, arranque de inmediato pero un lobo saltó al capo, mire por el rabillo a mi hermano que sacaba una cadena que soltaba un ligero destello.
—Es plata —susurro pasándole tres flechas y un arco a Katie— Gracias padre.
—Prefiero las cadenas —exclamó Katie— No tengo buena puntería.
—Tienes más que nosotros —le grite viéndola por el espejo retrovisor— Solo necesitas rasgarlos, aunque estaría mejor que los atravesaras.
Frene de golpe haciendo que el lobo del capo saliera volando a algunos metros, Travis me ordenó ir a toda marcha, sacó la mitad de su cuerpo por la ventana, movía la cadena como si fuera una cuerda para atrapar ganado, a un metro de atropellar al lobo la cadena rodeo al lobo, este se retorció de dolor, su piel se quemaba y Travis lo retiró del camino.
Por otro lado Katie había enterrado una de las flechas en el cuello de un lobo, la segunda fue a una de las patas traseras de otro y estaba por disparar la última cuando el lobo jefe saltó al techo del auto, di la vuelta en la esquina con mucha rapidez esperando que este cayera pero no sirvió, sus garras estaban enterradas en el techo del auto, Travis volvió a agitar la cadena esperando tomarlo como una vaca mas, Katie le pidió que esperara. Abrió su ventana y tomó la última flecha con una mano.
—Connor a mi señal da una vuelta en U —dijo la hija de Demeter.
—¿Que? Es sentido contrario —exclame nervioso— Te recuerdo que podemos morir como humanos también.
—¡Entonces busca un retorno! —gritó Travis desviando las mordidas que soltaba el lobo hacia él.
Me meti de golpe al carril de la orilla, a unos metros estaba un retorno— Hermes, padre, por favor haz que no nos matemos —rogué en silencio— ¡Ahora!
Gire el volante derrapando las llantas del auto, Katie enterró la flecha en sus costillas mientras Travis lo capturaba por el cuello, tiró de la cadena con fuerza haciéndolo caer para adelante, pase por encima del lobo y seguí conduciendo como si aun mi vida corriera peligro.
Nadie dijo nada los próximos veinte minutos, había tomado el camino hacía el campamento y ya no había señales de los lobos.
—¿A que hijo se refería? Estoy confundido —admití llegando a la carretera que conducía a Long Island.
—Ni idea —respondió Katie.
Para cuando los tres unimos las piezas de nuestro ataque, Jason, Piper y Leo (mestizos recién llegados al campamento), ya habían partido a una misión suicida, mas peligrosa que las que había hecho Percy antes de desaparecer.
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One Shots Rick Riordan Universe
FanfictionHistorias, anécdotas y entrevistas breves del universo del Tío Rick, trae palomitas de color azul, una coca cola y disfruta de tus héroes favoritos. --------------------- Todos los personajes utilizados son propiedad del escritor Rick Riordan.