Visita a Amazon (Parte I).

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Era un lindo día en Florida, el cielo estaba despejado, Apolo o Ra, como prefieras llamarlo brillaba con tanta intensidad que Carter pensó que su hermana terminaría con la piel tan tostada como la suya.
          Habían dejado las lecciones de magia a cargo a Jazz y Amos mientras ellos estaban en un forzado descanso debido a que Sadie casi provoca el derrumbe del empire state al intentar seguir investigando sobre el mundo griego.
           Ese día estaban en una cita doble, Sadie y Walt se habían alejado a un restaurante para conseguir comida dejando a Zia y Carter en la orilla del mar, el chico pensó en su nuevo amigo: Percy Jackson, él y su novia lo habían ayudado con un problema de magia griega y egipcia, desde entonces no sabía nada de ellos pero al ver el mar tuvo que acordarse del hijo de Poseidón.
          —¿Crees que tarden mucho? —preguntó Zia acurrucándose en el cuerpo de Carter, el chico jamás había sido muy bueno con las chicas y el coqueteo pero a veces su novia le facilitaba la tarea, cuando estaba de muy buen humor.
          —Espero que no, sino tendré que comerte —tan pronto las palabras salieron de Carter se ruborizó, afortunadamente Zia solo sonrió.
         Entrelazaron sus manos y vieron el horizonte donde se alzaba una pequeña isla o al menos eso parecía, al principio Carter pensó que era parte del duat y lo que a veces veía detrás del mundo real, pero entre más se acercaba la mancha oscura advirtió que estaban en peligro.
         Una estatua de diez metros de una mujer con armadura griega ya estaba casi sobre ellos cuando sacó su kopesh, Carter colocó detrás a su novia y observó al autómata ideando un plan de ataque.
          —¡Ey! —dijo Zia mientras hacía crecer su báculo—. Puedo defenderme sola.
          —Intentaba ser un buen novio —se quejó Carter.
          La guerrera autómata blandió su espada contra Carter, Zia lo empujo antes de que el arma los rebanara por la mitad y rodaron a lados opuestos llenándose de arena.
          —Sé un buen novio y conviértete en un pollo gigante —grito Zia.
          —No es un pollo —murmuró Carter mientras intentaba invocar su avatar, por alguna extraña razón no lograba concentrarse lo suficiente.
          Zia corría con la misma suerte, su báculo se debió convertir en un león pero no era mas que un lindo gatito corriendo en la arena y entre las piernas de la automata.
          —No sirve mi magia —anunció Zia confundida.
          El cerebro de Carter casi explota cuando recordó que debían hacer magia griega y no solo egipcia, el problema es que sus amigos griegos posiblemente estaban en Manhattan y no había forma alguna de que llegaran tan rápido, ellos ya estarían enterrados en la arena para cuando los refuerzos llegará.
          —Intentemos con palabras de poder —grito Carter, tomó una gran bocanada de aire y usó el hechizo favorito de Sadie— Ha-di!
          Antes de que la espada de la automata chocara con el kopesh de Carter, se agrieto y explotó en millones de pedacitos. El chico casi suelta un grito eufórico porque funcionara.
          Zia sacó la cuerda de su maleta y susurro: Tas. De inmediato la cuerda se extendió hasta alcanzar los cincuenta metros y se enredó en los pies del autómata logrando que cayera, la cuerda recorrió la estatua como una serpiente enrollando todo su cuerpo.
          —Es hora de irnos —dijo Carter desde el otro lado.
          —¿Vamos a dejar esa cosa así?
          —Es algo griego, no lo vamos a poder destruir ni enviar a lo más profundo del duat.
          —¿Griego? —por unos segundos Zia pensó que su novio había perdido la cabeza pero Carter no era lo suficientemente bromista para inventar algo así.
          —De hecho esa cosa es romana —ambos giraron para ver a la mujer que había hablado.
          Carter ni siquiera pudo observarla a detalle, en cuestión de segundos su rostro estaba pegado a la arena, alguien lo había derribado y le ataban sus manos. Escuchó como Zia se quejaba y soltaba maldiciones. Carter odiaba cuando Sadie interrumpía sus citas pero ahora imploraba que su fastidiosa hermana hiciera acto de presencia.
          Lo hicieron hincarse y por fin pudo ver el rostro de su atacante, más bien de sus atacantes. Eran alrededor de veinte chicas de distintas edades que vestían una armadura y una espada de tipo romano: gladius.
          Carter supuso que la chica que tenía enfrente era la líder, ya que tenía una mirada indecisa, intentaba decidir como lo mataría. Para su sorpresa, Zia no estaba atada, solo rodeada para que no lo ayudará.
          —¿Quien eres? —preguntó Carter.
          —Primero vas a decirme como hiciste añicos una espada de oro imperial —respondió la chica—. ¿Que clase de monstruo eres? ¿Por qué te acompaña una mortal?
         —¿¡Mortal!? —gruño Zia sacando su varita, no estaba segura de si un hechizo surtiría efecto en la romana pero al menos si le daría un buen golpe en la cabeza por su ofensa.
         —Disculpa —dijo otra chica—. ¿Acaso eres mestiza?
         —Una mestiza boba para estar tan pegada a un monstruo —terció otra.
          —¿Hija de Afrodita? —pregunto la líder.
          Las piezas en el cerebro de Carter encajaron a tiempo. Se levantó haciendo uso de todas sus fuerzas a pesar de ser amenazado por cinco chicas y sus espadas, busco la palabra correcta que seguro había aprendido en sus clases de latin, él recordaba que los romanos hablaban latin.
           —Release —dijo con seguridad. Las ataduras de sus manos y pies se soltaron, las chicas retrocedieron asombradas—. No soy ningún monstruo, soy un mago egipcio. Sé que es confuso, para Percy y Annabeth también fue confuso.
          —¿Percy Jackson? —pregunto una de ellas, Carter jamás había sentido vergüenza decir que tenía amigos pero al escuchar el nombre de Percy salir con tanto odio quiso no haber abierto la boca.
         —Atenlos a ambos —ordenó—. Y nada de truquitos, Merlín.
          Con una mirada Carter le dijo a su novia que no pusiera resistencia, los ataron mejor que antes y les taparon la cabeza con una bolsa de papas.
           Estuvieron caminando por veinte minutos, Zia distinguió que estaban bajo tierra por el olor pero no comprendía cómo era eso capaz si desde el principio pareció que caminaba en línea recta. Por otro lado Carter imagino que estaban en una fábrica por el ruido, para ser específico una de envíos. Escuchaba los paquetes ser cerrados y etiquetados, es extraño que lo notara pero hacía cosa de tres meses que tuvo que perseguir a un monstruo dentro de un edificio de correo y el recuerdo seguía lo bastante fresco para que el incomodará a sus atacantes con preguntas.
          —¿Qué corporación es esta? —preguntó— ¿DHL? ¿Amazon?
         —Callate y entra —fue lo único que obtuvo como respuesta, le quitaron la bolsa de la cara y lo empujaron dentro de un cuarto.
           Cuando Carter vio a Sadie y a Walt atados, pensó que hacer las cosas diplomáticamente era la peor idea que había tenido en toda su vida. Y deseo tener al menos un shabti a la mano.

One Shots Rick Riordan UniverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora