One Shots Rick Riordan Universe

De Coca Cola a vino.

*HISTORIA ACONTECIDA  DURANTE LOS HECHOS DEL LADRÓN DEL RAYO*

POV Cástor.
Entre a la casa blanca con cuidado tal y como lo había ordenado mi padre en su nota que dejó anoche debajo de mi almohada, fui a la sala de reuniones encontrándome con Dionisio leyendo un libro ancho, traía puesta una camisa hawaina color verde, alzó la vista para verme.
      —¿Sabes jugar Pinacle? —preguntó él con una ceja arqueada.
      Negué lentamente y él levanto el libro para no verme, me sentía ansioso a pesar de que mi padre era el director del campamento casi no pasabamos ratos juntos, Pólux y yo pasábamos desapercibidos para él, entonces en cuanto recibí su nota no dude en ir como un cohete, pense que seria algo relacionado con la misión de Percy, Annabeth y Grover en busca del rayo maestro, el campamento había enloquecido y seguramente me pediría una especie de favor para apaciguar a los campistas.
      —¿Qué me dices del ping pong? ¿Juegas? —cuestiono dejando el libro abierto.
      —Sí señor —contesté dudoso, él se levantó y caminó hasta la mesa de ping pong que había en la habitación, me aventó la pelota.
      —Tu saca —expresó tomando la paleta para pegarle.
      Respire profundo y golpee la pelota, mi padre la regreso sin hacer ningún esfuerzo. La pelota iba y venía en una especie de juego amistoso, fluía y en ningún momento se cayó o se detuvo la partida.
      —¿Qué dicen los campistas? —interrogó, sentí un poco de preocupación en su voz.
      —Toman bandos en esta guerra civil —respondí fingiendo indiferencia— Algunos mencionan que Percy debió morir en manos del minotauro, otros que fue afortunado y muy pocos que será un héroe.
      Dionisio río burlón— ¿Un héroe? Son los peores —expresó con desdén golpeando la pelota un poco mas fuerte— ¿Tu que opinas de él?
      —Humm... no lo se, solo quiero que los Dioses no inicien una guerra —respondí con sinceridad— ¿De que lado te pondrías tu?
      Él me miró detenidamente pero no dejaba de atinarle con la paleta a la pelota, es como si tuviera ojos en todos lados justo como Argos, sostuvo la pelota en vez de golpearla después de un rato, tomó un plumón y le hizo un dibujo.
      —¿Qué opina Pólux? —cuestiono tomando el libro que leía y se acercaba a mi.
      —Estaría del lado de Poseidón, apoya a Percy —respondí y él asintió dejando el libro frente a mi.
      —Vale chaval, no te llame para eso —señaló un párrafo del libro— Lee eso.
      Hubiera deseado que consiguiera el libro en griego, tardé alrededor de diez minutos tratando de leer correctamente lo que decía, sentía las letras moverse pero no en el buen sentido para entender, sino para causarle un ligero dolor en mi cabeza.
      El párrafo hablaba de un joven llamado Jesus que le pedía a sus sirvientes llenar de agua unas tinajas que había en el banquete, ellos lo hicieron tal como lo ordenó. Luego hizo que sirvieran el agua en copas y se las llevara al encargado de la fiesta, cuando este lo probó supo que era vino y no agua, se pregunto como habia lograr tener vino.
      —¿Y bien? —preguntó mi padre en un tono amargado.
      —¿Quién es Jesús? —alcance a preguntar, sinceramente no sabia que decir.
      —Un semidios inventado por los humanos o algo así —dijo indignado— Hijo de un Dios y una mortal.
      —¿Que Dios? —cuestione confuso, jamas habia escuchado ese nombre.
      —Un Dios de todo —se burló haciendo aparecer una coca cola light— En fin, hoy te enseñaré a hacer vino y me dirás si sabe a vino, ya que no puedo tomar.
      Dos vasos aparecieron frente a mí, Dionisio vertió un poco del líquido oscuro burbujeante en uno de ellos, el otro se relleno mágicamente con un líquido violeta, del mismo color que mis ojos, deduje que era vino.
      —Pruébalo —dijo mi padre, más que una invitación lo sentí como una orden.
      Tome el líquido del vaso, era un sabor ácido pero no molesto, tenía cierta dulzura en su composición, mi padre miraba el vaso como si fuese lo más preciado del mundo, no me imagino estar cien años sin poder tomar tu bebida favorita, era como si a un bebe le quitaran su chupete, así que pude sentir la tentación que transpiraba mi padre pero a la vez algo de miedo, obviamente por Zeus.
      —Ahora ya sabes como es el vino —exclamo relamiéndose los labios— Convierte esta Coca Cola en vino.
      Me hizo cerrar los ojos, estaba relajado pero él aclaró que un poco de locura o diversión en mis pensamientos me ayudaría a lograrlo, me hizo pensar en el olor a vid que tenía la cabaña doce, sentí el vaso moverse ligeramente pero no me atreví a abrir los ojos hasta que Dionisio celebró en una especie de murmullo algo en griego antiguo.
      Ahora solo había dos vasos de vino, me miró como invitándome a probar lo que acababa de hacer. Tome del líquido y casi lo escupo, estaba amargo y aun tenia ligeros toques de sabor a Coca pero sin gas, mi padre río después de oler el vaso.
      —Necesitarás practicar el sabor —exclamó haciendo desaparecer los vasos— Cuando logres hacerlo a la perfección no le des a los hijos de Hermes o Apolo.
      —¿Los demás si tienen permiso? —interrogue divertido, él sonrió pero negó lentamente.
      Un trueno retumbó en el cielo, mencionó que debía regresar al Olimpo, ordenó que regresara con mi hermano y que éramos libres de tomar los bandos que nosotros quisiéramos, él no estaría molesto si apoyaramos al abuelo, Zeus o al padre de Peter Johnson, reí cuando se refirió así a Percy, anhelaba el día en que dijera bien el nombre de algún campista que no fuéramos Pólux o yo.
      —Pero respondiendo a tu pregunta de a quién apoyaría... —hablo haciéndome detenerme y girar, aventó la pelota de ping pong que tenía dibujado un tridente.
      Sonreí torcidamente sin creer que no estaría del lado de su padre, volví a girar para irme pero una duda me hizo volver a quedarme seco.
      Entonces pregunté— ¿Por qué me llamaste?
      El pareció pensarse su respuesta, podía jurar que su mirada se torno triste —Tuve una plática con el oráculo y me aconsejo pasar tiempo con ustedes —contesto después de unos minutos, como si no me contara la trágica verdad.
      —Genial, muy guay —halague nervioso— Cuando veas a Pólux tal vez compartan un gusto más de batalla, sabes... es más activo.
      No obtuve respuesta.
      Él había desaparecido y en el lugar donde estaba descansaba un ramo de vid y una copa dorada.