II

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Mis ojos se abren de repente, estoy desorientada y siento como si me hubiese pasado un tráiler por encima, decir que todo me duele es poco. Me incorporo y todo me da vueltas, descubro el día completamente gris. Miro a mi alrededor y los pinchazos en mi cabeza son tan insistentes que me obligó a cerrar los ojos y masajearme la sien. Los abro de nuevo y descubro que esto es el cuarto de Male. Me pongo de pie y descubro que estoy en ropa interior. Me dirijo al baño y observo mi reflejo detenidamente, me veo pésima. Arañazos por todas parte, moratones, el maquillaje corrido, el pelo enmarañado... Me acerco a la pica y mientras elimino todo el maquillaje los flashes aparecen poco a poco en mi cabeza haciéndome sentir de nuevo esos pinchazos. Me veo obligada a apoyarme con ambas manos en la pica y que el agua gotee por mi cara hacia el desagüe.

"Noto su pie en mi sien, pisa fuerte mi cabeza y es mi perdición, mi vista se nubla más aún. Pinchazo.

-¿Cómo sienta eso de ser la indefensa?- su aliento está sobre mi oído. Amago un gemido, está tirando demasiado fuerte. Me suelta y mi cuerpo se estampa contra el suelo. Y otro pinchazo más.

Cierro mis ojos y la pinaza pincha contra mi mejilla lisa. El suelo da vueltas, abrirlos es como estar en uno de los ejes de un huracán. Y otro más."

Abro mis ojos y suelto todo el aire. Ha sido demasiado intenso. Recojo mi pelo en un moño mal hecho y busco en el armario de Male algo que ponerme. El armario está extrañamente vacío, todavía hay algo de ropa suya, pero no llega ni a la mitad. Corro al baño porque de repente he sentido una nauseas tremendas y devuelvo todo lo que tenía en el estómago. De nuevo voy hacia el armario, algo mareada. Agarro una camiseta vieja y camino por el pasillo en busca de encontrarme a mi novio. Necesito encontrarle. Lo que más me sorprende es encontrarme a Dwice en el sofá, al verme me dedica una sonrisa, siento un calor horrible y molesto en mi frente y mi cabeza pincha, es odioso lo que siento dentro ahora mismo. Me apoyo contra el sofá y Dwice me ayuda.

-¿Te encuentras bien?- me pregunta, niego con la cabeza, y con cuidado, me sienta en el sofá –Te ves horrible- murmura.

-Gracias- digo apoyando mi cabeza en el reposa brazos.

-No quería decir eso...- oigo que dice Dwice. Pasa su mano por mi frente durante unos segundos y le miro –Destinee, estás ardiendo- me dice. Me encojo de hombros. Recuerdo a Alissa... ¡Mierda! ¿Dónde está?

-¿¡Dónde está Ali!?- pregunto alarmada levantándome del sofá, cosa que provoca que me desestabilice y casi caiga al suelo sino llega a ser por los brazos de Dwice, que me depositan de nuevo en el sofá -¿Y Male?- pregunto.

-Se ha ido- Espera ¿Qué?

-Dwice, ¿cómo que se ha ido?- no me lo puedo acabar de creer.

-Tenía que llevar a Sam a Italia Destinee, me he quedado yo para ver si estabas bien- me paso la mano por la mejilla dolorida.

-Dest- oigo la voz de Ali y levanto la cabeza para verla de pie, que se acerca a mi.

Se pone delante mío y la abrazo. La retengo y se me escapa un sollozo, no me gusta llorar delante de Dwice pero no puedo evitarlo, me siento tan mal... Me siento de nuevo en el sofá y ninguno de los tres dice nada.

-¿Qué hora es?- pregunto.

-Son las seis- abro mucho los ojos al enterarme de la hora pero Ali me calma al instante.

Miro mi teléfono y sólo tengo mensajes de mi hermano, nada de Male, nada de mis padres. Pongo el teléfono en mi oreja a la espera de que me responda pero Ali niega con la cabeza.

-Su vuelo sale ahora mismo, no te lo va a coger- me dice.

Suelto un pesado suspiro y cierro los ojos. Me levanto del sofá y me marcho a la habitación. Me meto en el baño y me deshago de la ropa. Me fijo en mi aspecto. Tengo una herida en la frente y otra en la mejilla. La espalda está llena de arañazos y uno de mis brazos también, además de que el costado derecho está morado y solo con rozarlo me duele, va a ser imposible disimular esto delante de toda la familia.  Me pego una larga ducha y el agua, en lugar de aliviar el dolor de mis heridas solo lo aumenta, me pican y me escuecen a rabiar, pero el hecho de solo rozarles me hace enloquecer. Al salir me pongo un culotte y la camiseta ancha, después de eso me pongo mis pantalones negros bastante manchados de tierra. Suelto mi pelo con tal de evitar el máximo posible que se me vean esas marcas. Salgo y me pongo los tacones.

-Me quiero ir a casa- aviso, con cansancio. Las piernas me tiemblan, creo que tengo fiebre.

Dwice me pone mi chaqueta por encima de los hombros y me pasa un brazo por estos, con cuidado. Camino a su lado sin decir nada. En la calle está nevando y hace un frío tremendo. Me siento en el asiento del copiloto del coche de Male mientras Dwice conduce. Estamos los tres en silencio pero estoy tan agotada tanto mental como físicamente que hasta hablar me cuesta. Llegamos a casa y antes de salir Ali me da sus gafas.

-Gracias chicos- y dicho esto salgo del coche.

No sé cuánto rato me tiro frente a la puerta de casa. Llevo llaves pero sé que alguien me va a ver. Estoy empezando a coger frío de verdad cuando me atrevo a abrir la puerta, pero al ir a meter la llave mi madre abre la puerta.

-¿Qué haces ahí fuera tanto rato?- me pregunta mi madre al abrir la puerta -¿Y qué haces con gafas de sol a las siete de la tarde?- ríe ella -Quítate eso, anda- estira la mano hasta las gafas.

Entro en pánico y me aparto de ella, pero es demasiado tarde, me quita las gafas y me aparta el pelo de la cara y ve el destrozo que tengo encima. Se lleva las manos a la boca y yo bajo la vista al suelo, su mirada expresa sorpresa y temor, no puedo seguir mirándola.

- Pero... ¿qué te ha pasado, cariño?- dice ella con horror en el rostro.

-No es nada, mamá- le digo para intentar tranquilizarla -Estoy bien- le aviso, aunque las dos sabemos que eso es completamente mentira.

-No, no estás bien- me coge del brazo y me mete dentro de casa.

Empieza a tirar de mi y me hace daño, estoy magullada de pies a cabeza y con una pinta horrible. Me lleva a su cuarto rápido y al pasar por el salón todos se me quedan mirando, oigo como los pasos de mi padre vienen por detrás.
Me sienta en la cama de su habitación.

-Ahora mismo me vas a contar qué te ha pasado- dice con cierto enfado en el tono, pero intentando suavizarlo, yo solo tengo la cabeza gacha.

Me quedo en silencio, y elevo la vista, veo la mirada seria de mi padre sobre mi. Suelto un largo suspiro, y por fin mi voz temblorosa parece despertar tras muchos minutos de silencio.

-Me caí anoche- digo, sencillamente. No me gusta mentir, odio mentirles a mis padres, nunca he tenido la necesidad de hacerlo, pero no puedo decirles lo que realmente cuando ni si quiera lo sé del todo yo.

-Joder, Destinee...- oigo la voz de mi padre.

-Cariño, eso es un puñetazo, no una caída- dice mi madre, suavizando el tono de voz.

Nunca he sido una chica problemática, nunca les he dado motivos a mis padres para preocuparse, siempre he sabido cuidar bien de mi misma sin la necesidad de tener a alguien que mire por mí, pero últimamente parece que no hago otras cosa... Lo del coche, los problemas con Alex y ahora esto. He tenido suerte, ni de lo del coche ni de lo de Alex se han enterado mis padres, pero esto ha sido inevitable. No me gusta mentirles, no lo voy a hacer, por lo que en parte, les cuento una parte de lo que pasó.

-La ex-novia de Male está loca, a ella no le ha sentado bien que él haya rehecho su vida conmigo, y bueno... pues eso- digo con la cabeza gacha, rezando por que se lo traguen.

En realidad, es todo cierto lo que he dicho. Esa loca me drogó y me pegó una paliza porque no está mentalmente estable. Cruza por mi mente la imagen de Male con una pistola en la mano... Dios santo. Suelto un suspiro.

-Vamos a ir al médico a que te revisen- habla mi madre con severidad.

Estoy reventada, me duele mucho todo, sobre todo una parte del abdomen, además de la cabeza y las piernas. Lo único que quiero es dormir, pero no puedo hacer nada por parar a mi madre, así que me resigno y me dejo llevar al hospital y acabar con esto de una buena vez.

Una vez en casa y un diagnostico después descubro que tengo una costilla rota y dos astilladas, contusión semi-leve en el estómago, brazo derecho y ambas piernas, además de los rasguños en la cara y espalda, que eso sanará solo. Mis padres me están presionando para que vaya a denunciar a Nora, pero no pienso hacerlo, sólo quiero olvidarme de todo lo que pasó anoche y no rememorarlo una y otra vez.

El monstruo IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora