Capítulo Seis

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Después del almuerzo, el grupo se disolvió con mucho alivio, para consternación de Victoria, ya que no pudo manejar una hora más o menos de charla y conocer a Osvaldo Sandoval.

Fernanda pudo irse a su antojo mientras Max y María despegaron como habían planeado al principio.

A la izquierda, estaban Victoria y Heriberto y lograron llevarse bien en un cómodo silencio.

-- Heriberto, tengo que preguntarte algo... --preguntó, con la cabeza apoyada en la palma de la mano durante el viaje.

-- ¿Si? --la miró y luego volvió a mirar hacia la carretera.

-- ¿Qué opinas de Osvaldo? Parece que te llevas bien con todo el mundo y no puedo decir si no te agrada o no. --

Él se rió entre dientes.

-- ¿Pues, qué piensas? --miró, mirando su perfil, sabiendo que estaba en medio de un proceso de pensamiento.

-- Parecía un buen tipo. Realmente no lo conozco, Victoria, lo acabo de conocer. Mientras él las trate bien a ustedes tres, damas, junto a mí, entonces no tengo ningún problema. --

Inmediatamente, fue devuelta a su moral de juicio; cómo podían pensar en un hombre al que no conocían.

Se relajó un poco y miró hacia adelante.

-- ¿Qué piensas? --el se preguntó. -- Ha tenido el placer de conocerlo un par de veces. --

-- ¿De verdad? --ella arqueó una ceja. -- Me pone un poco nervioso. --

-- ¿Si? --

-- Mhmm. --

-- ¿De mala manera? --

-- No lo sé --se encogió de hombros. -- No tengo mal presentimiento, pero su presencia parece que me dan ganas de poner la guardia... Ay, sobre todo cuando Fernanda hizo ese comentario y me miró, fue tan vergonzoso. --

Se rió de nuevo solo porque todos encontraron divertido el comentario, incluida ella.

-- No tiene gracia, Heriberto --puso los ojos en blanco.

-- No, pero es muy cierto --colocó su mano sobre la de ella y le frotó el dorso de la mano izquierda.

Su calidez sobre su manita le dio una sensación de seguridad y se sintió a salvo una vez más, aunque estaba en conflicto por los sentimientos en los que brindó Osvaldo.

-- Tú y yo tenemos el resto del día. ¿Para qué estás de humor? --el se preguntó.

-- ¿Yo? --

-- ¿Quién más? --bromeó.

-- Bueno, no lo sé... No es frecuente que tengamos el día para pasar juntos. ¿Para qué estás de humor? --

-- Mientras estemos juntos, no me importa. --

-- Siempre podríamos ir a casa y ver una película... --sugirió.

-- Está bien --asintió, disfrutando la idea de pasar una noche tranquila con ella, simplemente relajándose sin sus hijos.

Al ver la mirada de acuerdo con su expresión, pensó. -- ¿Sigues interesada en mí, de todas las formas imaginables como cuando nos conocimos? --

-- ¿Porqué preguntarias eso? --arqueó una ceja.

-- Ya no pasamos tiempo juntos. En nombre de los dos, quizás culpe al trabajo, pero siento que hemos perdido el contacto. --

-- Quizás --estuvo de acuerdo. -- ¿Qué te gustaría hacer al respecto, mi vida? --se llevó la mano a los labios y la presionó contra la parte posterior, colocándola cerca de su pecho inmediatamente después.

Amor MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora