Capítulo Doce

679 47 9
                                    

Heriberto salió al corredor rápidamente, sin siquiera mirar dos veces a Osvaldo con su esposa. En cambio, se acercó a ella y lo sacudió mientras su propia angustia se apoderaba de él.

Y en cuanto él entró, tanto Antonieta como Pipino se pusieron nerviosos ante cualquier posible noticia.

-- Heriberto --Victoria se puso de pie al instante y casi se arroja a sus brazos, consolando las lágrimas que estaban a punto de caer.

Él la abrazó cálidamente, besando la parte superior de su cabeza mientras frotaba su espalda.

-- ¿Cómo está Fer? --ella todavía estaba aferrada a su costado, incluso cuando se apartó de su fuerte abrazo, ella continuó sosteniendo su brazo cómodamente.

-- Ella está bien... Todavía no está despierta, pero tengo que revisarla cada veinte minutos... --suspiró, pellizcándose el puente de la nariz.

Aunque la morena lloró y sollozó por esas cosas, se dio cuenta de que a su esposo le estaba costando mantener la cabeza unida.

-- Otro médico y colega mío va a entrar y hacer un seguimiento de mis pacientes como habíamos planeado para la noche, pero con el cambio de planes, quiero estar a cargo de Fer. --

-- Gracias, mi vida... --gritó Victoria.

-- Heriberto, ¿estás seguro? --Antonieta preguntó por curiosidad considerando que el hombre se veía muy estresado por decir lo menos.

-- Sí --asintió y relató. -- ¿Y María? --preguntó, mirando a su mujer.

-- Todavía está con Max... Él iba a pasar la noche con ella. --

-- ¿Perdón? ¿Mande usted? --él la miró, sin gustarle el sonido de esas palabras.

-- Él estaba muy preocupado por ella, Berto, no hagas un escándalo... Ella estaba muy preocupada por Fer y no la quería sola en casa si se sentía enferma. --

Osvaldo se levantó de haberse arrodillado junto a Victoria y se acercó a su asistente ya que Guillermo insistía en que debían irse.

Por suerte para Guillermo, su jefe estaba dispuesto a escuchar.

Antonieta y Pipino acogieron al hombre, con la esperanza de que no siguiera molestando a Victoria porque ella estaba demasiado vulnerable en ese momento y estaban seguras de que el movimiento en falso le quitaría el temperamento fácil. Por lo tanto, haz que el temperamento de Heriberto se vuelva loco también.

-- Guillermo me dice que tengo algunas cosas que atender temprano en la mañana --Osvaldo extendió su mano hacia la pareja, esperando que uno de los dos le diera la mano.

-- Gracias por venir, te lo agradezco... --Heriberto le estrechó la mano. -- Era innecesario, pero lo hiciste... --

Victoria se quedó mirando sus manos por un momento y luego miró a sus dos amigas mientras se derretía más profundamente en el costado de su esposo, pero luego sus ojos se movieron hacia Osvaldo cuando colocó su mano sobre su hombro.

Sus ojos se posaron en ella-- Puedes llamarme si necesitas algo... --añadió, de nuevo, mayormente en dirección a la mujer pero hablándoles a ambos.

-- Sí, gracias... --dijo un poco más fría, metiendo su cabeza en el hombro de Heriberto.

Osvaldo luego respiró hondo junto con un asentimiento. -- Le pediré a Max que me informe, así no tendré que molestarte... Trata de tener una noche tranquila --agregó.
-- Disculpen... --asintió respectivamente a los asociados de la mujer.

Antonieta ayudó a Heriberto a llevar a Victoria al sofá y la sentaron con un café.

-- ¿Hay algo más que pueda conseguirte? --preguntó su amiga.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 25, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amor MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora