Capítulo Diez

506 57 15
                                    

Victoria paseaba por la sala de espera del hospital, de un lado a otro con anticipación, mientras Heriberto estaba adentro con su hija.

-- ¡Victoria! --Antonieta se apresuró a estar a su lado junto con Oscar y Pipino.

-- Victoria, ¿cómo está mi niña? --preguntó Pipino, muy abrumado por la idea de que Fernanda estuviera involucrada en un grave accidente de coche.

Aunque Fernanda nunca había sido fanática del trabajo de su madre o del tiempo fuera de casa, se enamoró de Pipino, la compañera de trabajo más cercana de su madre y él la adoraba absolutamente como lo hizo con María. En lo que a él respectaba, las chicas eran suyas.

-- No lo sé --negó con la cabeza. -- Heriberto me dejó entrar sólo un minuto y ella... --gritó profusamente-- estaba tan malherida. --

-- Pero está viva --la abrazó, frotando el costado de su brazo con firmeza. -- Eso es todo lo que importa... --

-- Tienes razón, pero es tan malo. --

-- Está en buenas manos --aseguró Oscar, considerando que Heriberto era el que se ocupaba de las cosas.

-- ¿Y su novio? --Antonieta se preguntó entonces. -- Federico, ¿verdad? --

-- Sí, pero ... --ella negó con la cabeza. --Está muerto... Murió en el accidente. --

-- ¡Ay, Dios mío! --ella jadeó. -- ¿Ha venido Rodolfo? --

-- No --negó con la cabeza. -- No, todavía no ha venido. No creo que lo sepa. El hospital se acercó, pero no estoy seguro de que deba hacerlo. No puedo... --

-- No, no tienes que... Estás aquí por tu hija --afirmó Oscar.

-- No te preocupes por nada más que rezar por una pronta recuperación... Nuestra principessa --dijo Pipino en italiano, muy entristecido.

-- ¿Pipino? --Antonieta le negó con la cabeza porque su tono era muy cansado; algo que sabía que Victoria no necesariamente necesitaba escuchar.

Ella asintió con la cabeza, una ansiedad insoportable causando su incapacidad para calmarse o incluso intentar relajarse.

-- ¡¿Mamá?! --María entró con Max viajando detrás de ella.

-- Ay, María --dijo Victoria bastante aliviada de ver a su hija mayor. Luego extendió la mano para alcanzarla.

-- ¿Cómo está? ¿Qué pasó? --entró trotando, abrazándola inmediatamente. -- Fuimos a casa y Micaela nos dijo que estaba en el hospital. Corrimos aquí. --

Ella solo negó con la cabeza porque incluso las preguntas de su hija parecían abrumadoras.

-- ¿La has visto? --preguntó Max.

Ella asintió, las lágrimas producían y caían más rápido de lo que podía seguir. -- Tu hermana tuvo un accidente de auto muy grave y las cosas no se ven bien... --

María sintió que su corazón se hundía y sus lágrimas finalmente comenzaron, especialmente desde que había estado sintiendo las hormonas del embarazo. -- ¿Dónde está mi papá? --

Max frotó firmemente el hombro de su novia mientras palmeaba el brazo de Pipino e intercambiaba una expresión llena de simpatía con Oscar y Antonieta.

-- Él está con ella ahora --suspiró, abrazándose a sí misma.

-- Aquí, mamá, siéntate --María la guió hasta el sofá que estaba en la habitación y se puso en cuclillas frente a ella, tratando de ser lo más reconfortante posible. "Papá sabe lo que está haciendo, estoy seguro de que todo irá bien. Tienes que tener fe, lo sabes. --

Amor MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora