Capítulo Ocho

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Bajando las escaleras-- Tengo que ir, amor...-- dijo Victoria mientras se dirigía a palmear el pecho de su marido.

-- ¿Que? ¿Usted tiene que ir? -- la abrazó estrechamente. -- No estoy trabajando y pensé que hablamos de cosas anoche...--

-- Sí, lo hicimos... Pero Antonieta me llamó ayer y me dijo que tenía que pasar a firmar unos papeles. Eso es todo...--

-- Hm...--

-- Siempre puedes acompañarme si quieres...--

Y la simple insinuación le hizo sonreír.

-- Entraré y saldré y luego podremos hacer algo juntos... Fer estará encerrada en su habitación el resto de la semana y probablemente María estará con Max.--

-- Bueno-- el acepto. -- Pues, salgamos hoy.--

-- Suena bien, mi cielo -- se puso de puntillas y lo besó amorosamente.

Separando-- Quizás podamos alquilar una habitación de hotel.--

Ella se rió un poco-- ¿Para qué?--

-- Pues, estaríamos solos...--

-- Seguro.--

-- Y luego podría tomar un vino y cenar contigo... Mostrarte que todavía me queda un poco de encanto-- el guiñó un ojo.

-- Bueno. No es mala idea-- luego le dio un beso en los labios y agarró sus cosas.

Ofreció su brazo y salieron de su casa juntos, dejando saber a las sirvientas del castigo de sus hijas mientras les pedían que les avisaran a ambas de su futura ausencia.

···

Mientras estaban en el trabajo de Victoria, se encontraron con su hija, María y Max, ya que estaban saliendo.

-- Hola, hija-- Victoria le dio un beso en las mejillas a su chica mayor. -- Hijo... ¿Como estas? --ella preguntó.

Estrechando la mano de Heriberto-- Bien --Max sonrió.

-- ¿Que están haciendo ustedes aquí? --miró entre sus padres. -- ¿Pensé que no estaban trabajando?--

-- No, no lo estamos... Solo tengo que firmar unos papeles y nos pondremos en camino --aseguró Victoria.

-- ¿Y tu, pá? --ella se preguntó.

-- Viniendo a dar un paseo... Saldremos y tendremos una cita romántica --se rió entre dientes.

-- Aj, veo --ella sonrió feliz. -- Espero que ustedes dos se diviertan. Max y yo vamos a ir a ver a los niños y al Padre Juan Pablo, como te dije... Y gracias otra, papá, por la donación. --

-- Cualquier cosa en la que pueda ayudar, hija. --

-- Si --suspiró y luego se volvió, sonriéndole a Max. --Pues, vamos a ir. Nos vamos, Max --dijo bastante rápido, agarrándolo de la mano y tirando de él con ella con un poco de prisa. -- ¡Adiós! --

-- ¡Adiós, Dr. y Snra. Ríos! --exclamó él mientras ella lo arrastraba.

-- Si. Cuidate mucho, niños --Victoria subrayó.

-- ¿Por qué tenían tanta prisa? --Heriberto se preguntó.

-- No sé --ella se encogió de hombros. -- Pero aunque no importa, mi vida. --

-- No me gustó eso... Parecía que estaban escondiendo algo. --

-- Berto... cálmate, por favor. Todo está bien, no esconden nada --ella suspiró, aunque le pareció gracioso que él fuera tan protector. -- Ella es una adulta. --

Amor MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora