Capítulo 4

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—Eres nueva ¿verdad?

—Sí, si lo dices por lo de la bebida...

—No— me interrumpe— Es porque no acostumbro a ver chicas tan guapas por aquí— noto como se me tiñen las mejillas

POV SAÚL

— ¿Para eso la querías aquí?— pregunta Jon a mis espaldas

—Si quieres la pongo a vender droga por el barrio— suelto con ironía

—Ambos sabemos que nunca has metido a una chica aquí y menos si es por culpa de otro. Algo buscas ¿verdad?

—Deja de inventarte películas, me das dolor de cabeza

— ¿Entonces no te interesa?— cuestiona

—Claro que no— miento

—Pues espero que tampoco te importe que ella esté hablando en este mismo momento con tu amiguito Derek Dávalo – le escucho reírse a mis espaldas

— ¡Que estás diciendo!— inmediatamente mi mirada viaja hacia la planta de abajo. Al principio me cuesta ubicarla pero gracias a sus escandalosas risas consigo visualizarla y en efecto ahí están los dos riéndose.

Noto como Jon sonríe de lado al ver mi expresión. ¿Qué narices hace este imbécil  aquí? Sabe que tiene la entrada prohibida aquí y en todos mis locales.

—Ya he llamado a los de seguridad en unos minutos estará fuera

—Bien— respondo

POV IRINA

Estoy agotada, hace diez minutos se ha ido el último cliente. Me siento en el taburete. Al parecer ya han cerrado todas las puertas y ya nos podemos ir.

Llego a los vestuarios y me cambio de ropa. Enciendo el móvil y compruebo las últimas notificaciones que he recibido, son todos avisos por el pago de la luz y otro de Susana, que leeré cuando llegue a casa.

—Todavía sigues aquí— pregunta Jon cuando salgo de los vestuarios

—Sí, acabo de termina de cambiarme. Me voy a casa.

— ¿Necesitas que te lleve?— pregunta poniéndose el abrigo

—No— me cuelgo la mochila al hombro

—No seas tan orgullosa

— ¿Tu acaso piensas?— le pregunto y frunce el ceño sin comprender. — ¿Después del día de hoy piensas que me voy a ir tan pancha a tu coche?

—Pues si— se encoje de hombros

—Jon, deja las drogas— se ríe a más no poder y salgo por la puerta

¡¿Pero a esta gente que le pasa?!

***

Abro la puerta de casa, todo está en silencio. Dejo las llaves en la entrada y suelto la mochila en el sofá.

A medida que avanzo por el pasillo escucho unos suaves ronquidos. Mi hermano esta acorrucado en un lado de la cama mientras abraza su oso de peluche, el mismo que le regaló mi padre cuando cumplió un año.

Entro en la habitación de mi abuela. Esta completamente dormida, en su mesilla de noche esta su libro favorito, el mismo que se relee una y otra vez. Cierro la puerta y me dirijo a la cocina.

Estoy comiéndome un sándwich, mientras reviso los avisos por el pago de la luz. Si no pago en menos de una semana, me la van a cortar.

El siguiente mensaje es de Susana:

Cien alas blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora