Capítulo 2

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Abro la puerta de casa con Romeo en brazos dormido. Dejo las llaves en la entrada y avanzo hasta mi habitación, le tumbo y rodeo su pequeño cuerpo con la manta. Antes teníamos una habitación para cada uno, pero desde que vino mi abuela se tuvo que cambiar de cuarto. Y a consecuencia de eso muchas de las noches las paso en el sofá.

—Abuela, ¿necesitas algo?—la pregunto asomándome a la entrada de su habitación

Estaba tumbada en la cama con un camisón rosado. Sus ojos azulados (el mismo color de ojos que heredé de ella) se notaban cansados y su corto pelo canoso estaba sujeto con una horquilla

—No cariño, está todo bien—sonríe—. ¿Qué tal te ha ido hoy?—pregunta mientras da pequeños golpecitos a la cama para que me siente

—Bien, sin más—me encojo de hombros

No tengo el valor suficiente para contarle lo de esta tarde, ella también está muy unida a mi hermano y no se cual será su opinión respecto a todo esto.

—Se te ve triste—me acaricia la mano

— ¿Te has tomado ya las pastillas?—la pregunto mirando hacia las mesilla de noche donde supuestamente debería estar la caja de medicamentos, sin embargo, está vacía. Mi abuela se da cuenta y agacha la cabeza

— ¿Dónde están las pastillas?—la pregunto revisando los cajones

— Ya no hay, se agotaron... Son muy caras y creo que puedo aguantar sin ellas un par de semanas

— ¡¿Claro que no?! ¡Esas pastillas son muy importantes para tu salud!

— ¡No montes ningún escándalo! Mañana hablaremos de todo esto, vete a dormir y descansa—sonríe y me da un pequeño beso en la mejilla.

Salgo de la habitación y en unos pequeños pasos llego al salón. Pongo el móvil a cargar, la batería se murió al salir del gimnasio. Rápidamente me salen un par de notificaciones. Una de ellas es sobre un aviso sobre el pago de la luz y otro es de Rubén:

Pásate mañana por casa

Contesto con un simple OK y por otra noche consecutiva no consigo dormir.

A día siguiente aprovecho la mañana para ir al trabajo. El verano pasado conseguí un puesto de camarera cerca del barrio y aunque el sueldo no es muy elevado es mejor eso en vez de nada.

Termino mi turno y me dispongo a salir del bar. El móvil me comienza a vibrar, Susana me está llamando.

— ¿Ya has tomado una decisión?—pregunta

— No, todavía no le he dicho nada a mi abuela, ya sabes que ella está muy unida a Romeo y...

—No quiero presionarte pero es muy importante que tomes una decisión lo antes posible

—Sí, lo se

—Irina... Tu madre hubiese querido...

—No quiero llorar ahora, estoy saliendo del trabajo. Mañana te daré una respuesta—no dejo que conteste, cuelgo inmediatamente. El tema de mis padres es algo de lo que no quiero hablar aunque haya pasado dos años y medio.

En menos de diez minutos ya estoy en el portal de Rubén, cojo la copia de la llave que tengo de su casa y abro la puerta. En cuestión de segundos escucho unos golpes acompañados de gemidos de dolor.

Gotas de sangre ensucian el suelo de la entrada. Inmediatamente me pongo en alerta, con el máximo cuidado posible saco la navaja que llevo en mi mochila.

Apenas consigo avanzar hasta el salón cuando alguien me agarra desde atrás, me tapa la boca y puedo notar perfectamente el arma que esta apretado uno de mis costados. Mi pulso va a mil por horas y un sudor frio comienza a aparecer por mi cuerpo.

Cien alas blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora