Harry's Little Omega [L.S]

5. A Bad/Good Alpha

El almuerzo no termino siendo lo que esperaban.

Había comenzado bien, con la pareja llegando a aquel prestigioso restaurante que hacía mucho tiempo había llamado la atención del menor de ambos, siendo atendidos por una amable camarera beta que los dirigió a una mesa apartada del resto en el segundo piso del establecimiento, rápidamente tendiéndoles la carta con las diferentes comidas preparadas para el lugar con la promesa de volver en cuanto se hubieran decidido. Harry asintió sonriente para sumergirse en la carta y elegir algo apto para él y su omega – sobre todo para Louis, cualquier cosa que Harry comiera estaría bien – Louis por su parte se dedicó a mirar a su alrededor, desde la decoración del lugar hasta a los diferentes comensales que lograba ver desde donde estaba. La primera vez que había ido a aquel lugar había intentado elegir la comida por su cuenta, pero cuando no entendió ni un solo de los nombres de los platillos ni sus ingredientes le cedió la tarea el rizado, afirmándole que cualquier cosa estaría bien siempre y cuando no tuviera mucha carne ni se tratara de algún tipo de molusco.

El restaurante era un lugar grande y caro, ostentoso, en donde el plato más simple y barato costaba más que la cena para diez personas en un restaurante promedio. Pero valía la pena, a los ojos de Louis al menos, no por la comida – toda la comida sabe igual si está bien cocinada – sino por la belleza del lugar, la belleza de su decoración y su estructura, diferentes estilos que habían enamorado a Louis tan pronto como puso un pie en el establecimiento. Y no era para menos.

La planta inferior era normal, paredes blancas decoradas con cuadros de diferentes colores a juego con el estilo del lugar. Algunas plantas decorando los rincones vacíos y una gran barra en una de las esquinas posteriores que tenía su gran protagonismo a la noche. Era normal, y Louis había estado a punto de largarse hasta que lo llevaron al piso superior; lugar en donde se encontró con un gran pergolado de vidrio que dejaba una vista perfecta de la ciudad. Pergolado del cual caían grandes lámparas de vidrio con detalles en negro que le daban otro carácter al lugar. Las columnas contaban con pequeñas enredaderas verdes que se llevaban el total protagonismo, haciendo juego con las decoraciones en madera del lugar.

El otro elemento que se llevaba el protagonismo eran los comensales.

Alfas, betas y omegas ricos, adinerados, riqueza desbordando de cada uno de sus poros. Todos ellos con ropas finas y costosas, delicadeza y finura presentes en cada uno de sus actos, desde la forma en como tomaban los cubiertos a como se levantaban para retirarse. Todos siguiendo un mismo orden, un mismo patrón, todos compartiendo una misma característica que los distinguía del resto de la sociedad por fuera de dicho establecimiento. Harry no era la excepción, millonario, atractivo y desbordando riqueza y fortuna por donde se lo viese. Y Louis lo hacía de igual forma, delicado, suave, y a simple vista con varios miles de dólares en su cuenta bancaria. Claro que no sabían que Louis comió sobras de la comida que su madre trajo del trabajo la noche pasada.

Louis se cuestiona si aquellas personas realmente comieron recalentado alguna vez en su vida, seguramente no, Harry no lo hacía hasta que lo conoció. Louis indignándose y haciendo un escándalo cuando Harry tras comer de su plato, casi tira una fuente llena de fideos, alegando que al día siguiente comería otra cosa.