9. Five Minutes

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Louis no estaba teniendo una buena semana

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Louis no estaba teniendo una buena semana.

Estaba agotado, exhausto, consumido por el cansancio. Sus ojos se cerraban por inercia cada vez que tenían la oportunidad, sus extremidades parecían pesar el doble de lo que en realidad hacían y su cabeza dolía como si le hubieran clavado un puñal en el centro de la misma. Su cuerpo buscaba a cada momento el poder recostarse en algún sitio, fuera cual fuera. Su respiración era más lenta que lo normal, su piel se sentía helada pero a la vez insoportablemente caliente y hasta la más mínima cosa parecía ser motivo de su ira y tristeza. Louis apostaría la vida a que eran síntomas de su celo, pero sabía a ciencia cierta que el mismo no llegaría hasta dentro de un mes.

En realidad, eran síntomas de un más que seguro colapso.

Las cosas en su casa no estaban yendo bien. Las discusiones habían cesado un poco, con sus padres bajando un poco la intensidad de sus gritos, pero aquello no menguaba en absoluto la incomodidad del ambiente. Las cenas, antes (mucho antes) alegres y llenas de conversación, ahora eran tristes y silenciosas, descoloridas, insípidas como las comidas que se servían en la mesa. Era media hora de pura tensión, media hora en donde el hilo más fino parecía estirarse y estirarse hasta quedar tan solo una línea casi imperceptible que con un solo tirón más se rompería irreparablemente. Louis por mientras colgaba de aquel hilo, de sus hilachas, con brazos temblorosos y manos y dedos rojos por el esfuerzo.

Si se hablaba en términos económicos, las cosas tampoco marchaban como deberían. Ni su madre ni su padre le decían mucho, pero Louis no necesitaba un monologo de horas para saber cómo era que estaba la economía de su familia. El dinero era escaso, menos de lo que había para principio de año. Louis no decía nada, pero veía como las ojeras de su madre se hacían cada vez más pronunciada, como tanto su madre como su padre comenzaban a perder peso. Como las manos de ambos se hacían más huesudas y como las raciones de comida se hacían más pequeñas. Louis no decía nada pero veía, observaba, e inconscientemente imitaba.

Otro causante de su estado era la escuela. Louis estaba harto, aburrido. Y nada marchaba bien cuando Louis estaba aburrido, Harry se lo decía a diario. En aquel estado, Louis se volvía caprichoso, berrinchudo, mucho más de lo normal. En esos momentos, Harry lo tomaba en brazos y se encargaba de entretenerlo con algo. Lo llevaba de compras, lo sentaba con él en su oficina, o lo distraía con mimos y abrazos hasta que el menor era una masita dócil y sonrojada anhelante de los brazos del alfa. Era una estrategia que funcionaba para ambos, con Louis feliz y satisfecho de estar rodeado de los brazos del mayor y el alfa de Harry tranquilo en su pecho al tener a su omega feliz en su regazo.

El problema era que Harry no podía estar presente en cada momento de su vida, incluso aunque ambos se empecinaran en ello.

Louis ya estaba anotado en la universidad, realizando aquel año un curso previo de contenidos básicos que normalmente se haría una vez terminada la secundaria, pero que el menor había decidido hacer para ahorrar tiempo. Louis no tenía que asistir a la universidad, solo aprender los contenidos, ver las tutorías y rendir los exámenes correspondientes. Era complicado, pero lo hacía funcionar. Además de que era entretenido estar ligeramente más avanzado que el resto de sus compañeros.

Harry's Little Omega [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora