Louis se sentía morir.
No hubo forma posible de probar bocado alguno de la comida servida por su madre una vez que esta se hubo marchado por la puerta, tampoco hubo mucha voluntad de por medio. Louis simplemente se había quedado congelado, mirando un punto fijo de la pared color beige de la pequeña cocina que el omega castaño había aprendido a odiar tras las incontables discusiones familiares que tomaron lugar en aquel escenario, con Louis como un fiel espectador y los vecinos como buenos oyentes. Era odiar y sentir repulsión por cada pequeño rincón de aquella estancia, desde el refrigerador siempre vacío, las alacenas juntando polvo y el suelo siempre sucio. Era pensar que tan difícil seria huir y quedarse con Harry para siempre, o al menos hasta que este se aburriera de él o se diera cuenta que Louis era un chiquillo malcriado con demasiados problemas.
Hasta que se diera cuenta que era una rueda chirriante que solo traía problemas.
Porque si ya de por si su mente se había encargado de repetirle numerosas veces lo mal omega que era tras la breve, pero muy funcional explicación de Matthew (sin malas intenciones por parte de este último, por supuesto), tras las palabras de su madre fue como si se le hubiera otorgado un megáfono a cada una de aquellas voces. Diciéndole que era un mal omega, que como si no fuera suficiente causarles problemas a sus padres también se los tenía que causar a quien, en un acto de narcisismo puro, Louis llamaba su alfa. Y Louis sabía que aquello era verdad, pero no necesitaba a mínimo diez voces gritándosela en la soledad de la cocina, para eso tenía a sus padres.
Sintiendo un nudo en la garganta por tirar la comida, Louis limpio la cocina lo más rápido que su poco conocimiento de limpieza le otorgaba. Plato, mesa, muebles y piso, todo listo para la llegada de su madre en... algún tiempo. Louis odio cada segundo, arrojando algunas cosas al suelo o contra la pared cuando veía el reloj contra la pared indicándole que cada vez le quedaba menos tiempo. No quería hacerlo, no debía hacerlo, no se lo habían pedido directamente, pero sabía que su padre llegaría, se quejaría de que la casa estuviera sucia y lo hablaría con su madre quien estando demasiada cansada para razonar las cosas se enfadaría con Louis por no mantener la casa incluso cuando el mismo no estaba en todo el día. La culpa nunca recaería en su padre, sin embargo. Su jugada era digna de un aplauso.
Con el tiempo jugándole en contra, el menor ni siquiera tuvo tiempo de bañarse y deshacerse del aroma del alfa castaño como había planeado. El trayecto hacia la casa de Harry era de aproximadamente una hora y media en auto, auto al que no podía llamar porque todos ellos eran manejados por choferes que sentirían su aroma y no dudarían en decírselo a Harry, incluso si Louis los amenazaba al respecto. El omega incluso podía verlos usando aquello en su contra, llenando la cabeza del alfa rizado con quien sabe qué tipo de tonterías. Y si Louis ya estaba metido en un problema del tamaño de un yunque, ciertamente no necesitaba a más personas complicando innecesariamente la situación.
El transporte público era la única opción.
Si había que destacar algo de aquella decisión, era que el omega llegaría a la casa del rizado más rápido que en auto, puesto que, utilizando vías y accesos solo disponibles para los autobuses, estos últimos evitaban el irritante e interminable tráfico que parecía una propiedad propia de la autopista. Se ahorraría tal vez quince o veinte minutos, pero incluso aunque fueran segundos Louis los apreciaría con su vida.
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Harry's Little Omega [L.S]
Fanfiction"Si soy tan importante para ti, ¿Por qué soy un secreto? "Porque eres el líder de la mafia más importante de toda Europa, ¿Quizá?" "Ah sí, cierto". O en donde Harry es el líder de la mafia más importante de toda Europa y Louis es su pequeño Omega...