Capítulo 1

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-Ya te he dicho que no voy a ir, Iris.

Se lo he dicho mil veces. No solo hoy, sino durante las últimas dos semanas, desde que ella y Jimena empezaron a hacer planes para la feria.

-Tía, ¿Cómo no vas a venir? Es miércoles. Miércoles de feria. ¿Te has olvidado de lo que eso significa?

Claro que no lo he olvidado. Ningún cordobés ignora que el miércoles es el día en el que todo el mundo sale, tanto estudiantes como trabajadores. Es el día en el que se suelen hacer las comidas de empresa, aunque ese no sea nuestro caso. Pero es cierto que hemos salido cada miércoles de feria desde hace siete años, cuando los cuatro nos fuimos a vivir juntos. Lanzo un sonoro suspiro.

-Sé lo que significa, pero de verdad que... este año no me apetece salir Iris. Lo sabes.

-No, lo único que sé es que mi amiga ha envejecido 80 años en un mes-levanta ambos brazos-Julia, ¡tenemos 25 años! Hazme el favor de disfrutar un poco más.

Iris se agacha para coger los vasos y tazas limpias del lavavajillas, y se dispone a colocar cada cosa en su sitio, en la estantería que hay encima de la cafetera vintage. Yo mientras estoy limpiando las mesas, procurando que no vea mi cara de "Dios llévame pronto".

-Oh, discúlpeme usted, no sabía que no salir UN día atentaba contra la juventud-le digo mientras espurreo producto en la mesa.

-Julia, entiendo que aún no te sientas preparada para encontrártelo...-Iris se refiere a mi ex. Lo dejé hace un mes-Pero escúchame; sabes cómo se ponen las casetas de gente, y las probabilidades de verlo son mínimas. Además, le dejaste tú.

-Mira Iris, con la mala suerte que tengo, me lo encuentro nada más poner un pie en la feria-he dejado de limpiar, y he puesto los brazos en arras, con el bote en la mano izquierda y la bayeta en la derecha-Que siempre me pasa lo mismo. Cuando no quiero ver a alguna persona, me la acabo encontrando en todos sitios. Además, por mucho que le dejase yo... duele. No olvides que fueron 2 años de relación.

Siento un pellizco en mi interior, en un hueco cerca del corazón. No porque echase de menos a Álvaro, sino porque recuerdo todo lo que me hizo pasar. La verdad que fue una relación bastante tóxica. Básicamente puede resumirse en él diciéndome lo tonta y estúpida que era, preguntándome por qué no podía ser más guapa y tener las tetas más grandes, y yo llorando todas las noches en mi cama. Sola. Porque no quería dormir conmigo.

Menudo imbécil.

-Julia, claro que no me olvido cariño... he visto cómo te trataba, y lo engañada que te tenía-ahora Julia ha adoptado un tono más relajado y familiar- pero por eso mismo odio que te quedes encerrada, como si tuvieses que guardarle luto a ese cabrón.

-Tranquila, no es por guardarle luto. Simplemente, no quiero arriesgarme a encontrármelo aún. Ya está.

Iris se queda mirándome fijamente con sus ojillos color miel, medio cubiertos por su flequillo castaño despeinado. Es una mirada de comprensión.

-De acuerdo.

-Gracias.

A las 15h llegan nuestros compañeros del turno de tarde. La verdad es que me encanta trabajar por las mañanas; no me cuesta nada madrugar, y suelo levantarme bastante activa. Iris y yo llevamos un año y medio trabajando en esta cafetería, y a ambas nos encanta, sobre todo porque lo hacemos juntas y, quieras o no, las horas pasan más rápidas y amenas.

Nuestros días suelen ser iguales casi siempre: entramos a trabajar a las 8h, y a las 15h volvemos juntas a casa, donde nos esperan Ulises y Jimena, nuestros amigos y compañeros de piso. Cuando llegamos, Ulises nos ha preparado la comida antes de marcharse a la academia donde imparte clases de refuerzo a niños pequeños. Le encanta cocinar, y no le importa hacer un poco más para que nosotras no tengamos que preparar nada cuando llegamos a casa. A cambio, nosotras Iris y yo preparamos la cena para todos cada noche. Jimena suele estar en clase cuando nosotras llegamos; está matriculada en un máster de investigación de archivo. Por las mañanas va a casa de una pareja de abuelitos, y se encarga de limpiar su casa y de hacerles la comida. Aunque lo haga por el dinero, sabemos que le encanta ayudarlos y acompañarlos.

Tras la barra de JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora