Ulises
Miro la hora en el teléfono. Las 2.15h de la madrugada. Debería soltar el libro en la mesilla e intentar dormir de una vez. Pero no puedo, no dejo de darle vueltas a una cosa.
Este fin de semana he conseguido mi "objetivo". No sé muy bien por qué, pero desde que vi a Paco, sentí la necesidad de acostarme con él. ¿Me gusta? Pues no mucho, la verdad. Es un puto estirado. Pero es guapo. Y me apetecía. Y sabía que a él también, por mucho que intentase negarlo. Esas cosas se notan.
No dejo de pensar en por qué no me siento bien. Después de echar un polvo me quedo como una reina, pero esta vez no ha sido así. Y ya no solo es esto; son más cosas. Adoro mi trabajo, pero siento que ya no me llena. Antes adoraba ir a ver a mis pequeños alumnos, sus caras sonrientes al ver al "profe Uli". Pero ahora es diferente. No me hace feliz.
¿Debería dejar la academia? Pero entonces, ¿Qué coño hago con mi vida? ¿Estudiar oposiciones? Me niego en rotundo entrar en ese bucle de amargura. Siempre he sabido lo que quiero hacer, pero es muy complicado. Y la enseñanza me da de comer. Lo otro lo dudo mucho.
Intento no darle más vueltas. Me acuerdo de Julia. Otra loca del coño que no sabe qué hacer con su vida. Vaya panda de desgraciados nos hemos juntado, de verdad. Aunque la entiendo. Sé que a veces soy un poco brusco con ella, pero creo que también lo necesita. Para espabilarse. Para darse cuenta de que no todo el mundo va a estar esperando hasta que ella quiera. Pero es normal que esté así de asustada. Lo ha pasado realmente mal.
Jamás olvidaré la noche en la que llegó al piso con los ojos rojos de llorar. Iris y Jimena estaban fuera, y yo estaba cenando solo en el salón. Julia entró y, cuando me vio, se echó encima de mí, buscando consuelo. Al principio se mostró reacia a contar lo que había sucedido, aunque yo ya me imaginaba que tenía que ver con Álvaro. Siempre que Julia lloraba, era por él. Cuando por fin se decidió a desahogarse, me quedé alucinando.
Habían ido de compras. Tenían una boda en un mes, y Julia necesitaba el vestido, y le pidió que la acompañase. Me contó que él no dejaba de mirarla con cara de desagrado con cada prenda que se probaba. Ella estaba desesperada, se sentía fatal. Se veía fea con todo. El colmo fueron las palabras de ese desgraciado.
"Da igual lo que te pongas, ese cuerpo no tiene arreglo".
Pero, ¿quién coño le dice algo así a su pareja? Empecé a buscar su número en la agenda de mi teléfono para liársela, pero Julia me suplicó que no. Que él tenía razón, que solo había dicho la verdad. Así estaba su mente. Siempre he creído que pagaba con ella sus propios complejos. Joder, que vale que Julia no sea una modelo de Victoria Secret's, pero es guapa. No es como Jimena, que es la típica chica que llama la atención del todo el mundo con solo levantar la mirada. Pero Julia es especial.
Recuerdo que esa noche lloré. No soportaba ver a mi amiga así. No podía. Todavía le debo un puñetazo a ese cabrón.
Suena el móvil. ¿Quién cojones envía mensajes a estas horas? ¡Que son las 2 y media de la mañana, coño! Lo cojo para decirle cuatro cosas al desgraciado. Pero cuando veo el nombre, se me olvidan todos los insultos y maldiciones, y los sustituye una sonrisa.
-"Hola Uli, ¿qué tal la vuelta de tus minivacaciones?"
Es Iago. Es un chaval que conocí en una app de ligues hace un par de semanas. Normalmente no suelo intercambiar más de las palabras necesarias para quedar con la gente que conozco por ahí, pero con él es diferente. Principalmente, porque él vive en Santiago de Compostela y yo en Córdoba.
Miro su foto, y no puede gustarme más. Moreno, con unos ojos enormes castaños. Alguna vez me ha mandado un audio, y su acento gallego me vuelve loco. Casi tanto como su sonrisa.
-"¡Hey! Muy bien, agotados, lo hemos pasado genial la verdad. ¿Qué tal tu finde?"
-"¡Me alegro! El mío, bueno... no tan divertido. Escribiendo un artículo para la web de una empresa. Vamos, trabajando".-"Chico, deberías marcarte unos límites con el curro, ¿no crees?".
-"Lo sé, pero... me gusta demasiado".
Le entiendo. Cuando algo te gusta de verdad, cuando te apasiona, te da igual que sea lunes, jueves o domingo. Lo haces y punto. La verdad es que tenemos muchas cosas en común; ya no solo nuestra pasión por escribir, también coincidimos en cine, música, teatro... joder, si tenemos los mismos gustos.
-"Espero no haberte despertado, Uli".
-"No, no te preocupes. Estaba leyendo. ¿Qué plan tienes para esta semana?".
-"Pues voy a ir al teatro con mi prima este jueves. Y poco más, la verdad".
-"¿Qué obra vais a ver?".
-"La nueva de Isabel Ordaz".-"Buah, me encanta".
-"A la próxima, te vienes, ¿vale?".
-"¿Me estás pidiendo una cita, Iago?".
-"Mmm, tal vez. Aunque va a ser complicado...".
-"Podríamos intentar conocernos este verano. Seguro que nos coinciden algunos días libres".
-"Estaría genial conocerte en persona, Ulises".
El corazón se me para. Se ha saltado al menos dos latidos. Estoy seguro. Iago es demasiado tierno. Demasiado adorable. Y no lo entiendo. A mi siempre me han gustado otro tipo de chicos. Los vikingos, los leñadores. Los robustos, vamos.
Pero tiene algo. Algo que me llama, que tira de mí.
-"Lo mismo digo, guapo".
-"Vale. Pues tenemos una cita pendiente, ¿de acuerdo?".
-"Por supuesto 😉".
-"Te dejo dormir. Buenas noches Uli".
-"Buenas noches, Iago".
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Tras la barra de Julia
Roman d'amourJulia comparte piso con sus tres mejores amigxs: Ulises, Iris y Jimena, a cada cual más loco de la cabeza. Además, trabaja con Iris en una cafetería, el Roma Caffè. Julia acaba de salir de una relación tóxica, y no quiere volver a saber nada de los...