Capítulo 5: La Búsqueda

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Era de noche, estábamos nerviosos y el frío era intenso. Rocío y yo asistimos juntos al callejón, no queríamos permanecer solos, teníamos miedo de separarnos y encontrarnos solos ante nuestras pesadillas. Llegamos los segundos ya que Alejandro y Nacho estaban ya esperando.

-         Creo que solo hay dos. – Dijo Alex mientras se fumaba un cigarrillo apoyado en una pared.

Se refería al número de policías que estarían dentro de la casa. Era imposible entrar ahí, nos verían y nos señalarían como posibles sospechosos de la muerte de Tatiana, ya que podría parecer un falso suicidio. Estábamos esperando, Elena todavía no había llegado. Era tarde y ella nunca era impuntual. Estábamos apoyados viendo a los policías pasearse por el patio mientras charlaban sus cosas. En ese momento, uno de ellos alertó al otro, parecía que se estaba quemando algo en una parte del bosque. Había una gran cantidad de humo ascendiendo y los policías tuvieron que salir hacia allí.

En ese momento un mensaje sonó en nuestro teléfono. Elena había actuado, era nuestra hora, debíamos entrar. Saltamos el muro y caímos al patio. Nos acercamos a las ventanas, todas estaban cerradas y forzar la puerta no era un gran plan. Pensaba en como podíamos entrar sin dejar rastro, por lo que algo se me vino a la mente. Mi madre, muchas veces dejaba a Dylan en su casa cuando volvíamos de las reuniones, nos quedábamos con él para hacerle compañía ya que Tatiana debía seguir trabajando. Un día, no cogimos las llaves, no podíamos entrar en la casa. Dylan, nos dijo que sabía un truco, su madre le había enseñado a abrir una pequeña ventana que conectaba al garaje, solo tenía que arrastrar un lado, el cual estaba roto, tras ello debía meterse y abrir la puerta del patio, para que nosotros pudiéramos entrar.

Me acerqué a la ventana yo solo, agaché mi cuerpo y cuidadosamente intenté abrirla.

-         Lo conseguí. – Esas fueron mis palabras antes de alertar a los demás.

Yo no cabía por ese hueco, pero Rocío sí. Ella reptó por la ventana y abrió la puerta que nos daba acceso. No encendimos la luz, en su lugar utilizamos linternas que nos hicieran parecer más discretos. Decidimos separarnos por toda la casa en busca de respuestas. No debíamos descolocar nada a simple vista, debíamos buscar en los cajones, muebles y estanterías.

Alejandro y Nacho miraron en la parte de abajo, mientras Rocío y yo buscábamos en la de arriba. No reconocía a penas la casa, mis recuerdos me lo impedían. ¿Todo seguía igual, o había cambiado algo? No lo sabía. Buscamos todo lo que podíamos sin dejar huella, llevábamos guantes de látex y unos cubre zapatos que Nacho nos había dado, íbamos preparados, pero a la vez no sabíamos por dónde empezar. El tiempo corría en nuestra contra, solo teníamos una oportunidad ya que los policías podían volver en cualquier momento.

Seguía sintiendo una sensación fría, la cual aumentaba al adentrarme en cada parte de la casa. Rocío no entendía que debíamos buscar. La policía se había llevado todo lo que podía ser sospechoso y eso era un gol en contra para nosotros. Todo estaba en silencio, el tic tac de los relojes corría muy rápido, al igual que nuestros corazones. Por un momento desistimos hasta que Rocío encontró una llave. Entramos a la habitación de Dylan, era algo extraña, seguía igual de eso estaba seguro, pero en ella las manecillas del reloj no se oían. Rocío alcanzó un libro, era el que Dylan leía antes de conocernos, un cuento de zombies poco común para un niño de su edad. Al abrirlo, una llave cayó al suelo, el golpe de esta tampoco sonó. Alejandro y Nacho subieron, ya que ellos no habían encontrado nada. Al cruzar por la puerta, ellos también sintieron que el tiempo se había parado.

Empezamos a notar más frío de lo normal, nuestro cuerpo estaba debilitado y solo teníamos una llave unida a un pequeño papel.

-         ¿Qué hay escrito en el papel? – Preguntó Alex.

El Hombre sin rostroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora