~☆Capítulo Diez☆~

280 16 53
                                    

____, ¿de verdad tengo que irme? -Anne te miró triste-

Anne, no podemos permitirnos poner tu vida en riesgo -acomodaste su pelo- Tienes una familia y muchas cosas para hacer acorde a tu edad.

Finalmente la niña entendió, pero le iba a doler mucho dejarlos atrás. Decidiste darle un beso como buena hermana y la continuaste abrazando durante el trayecto de viaje que les quedaba.

┊ ┊ ┊ ┊

┊ ┊ ┊ ✯

┊ ┊ ★

┊ ✯

Antes de continuar con el viaje, le sugeriste al grupo hacer una parada técnica para poder atender las heridas de tus compañeros, además de que debían comprar insumos por la falta de estos, a lo cual el equipo aceptó el pedido. Compraste lo que había al alcance de aquella pobre farmacia: agua oxigenada y apósitos.

Comenzaste a curar las heridas de Polnareff primero, tenías cierta confianza con él.

Puffle, mira -abriste el agua oxigenada- Esto sirve para... -fuiste intrrumpida-

Sí, sí, sí -Polnareff movía su mano izquierda de arriba a abajo rápidamente- Ya sé para qué sirve eso ____. Solo hazlo.

Suspiraste ante la interrupción del francés, él no quería escuchar tus advertencias latinas. Simplemente le dirigiste un "ok" y echaste el producto. Instantaneamente al europeo le comenzó a arder fuertemente, trató de soplar la herida y fue totalmente inútil, le tapaste la boca con la mano antes de que pudiera hacerlo, en cambio, usabas tu mano para abanicar la herida.

Traté de advertirte -le dijiste- Pero no querías escuchar.

Polanreff se lamentó y buscó tu consuelo poniendo los típicos ojitos de cachorro mientras se acercaba a ti, eres de tan buen corazón que no pudiste no abrazarlo, así que lo hiciste. Luego del consuelo, procediste a colocarle los apósitos para que la heridas puedan curar mejor. Al finalizar con Puffle, seguiste con Kakyoin, trataste de ser lo más gentil que podías ya que sentías que era un chico algo nervioso y/o tímido, así que fuiste lo más cuidadosa y respetuosa que podías serlo. Por suerte el pelirrojo no hizo escandalo como el francés, aunque al pobre se le notaban los nervios y tenía sus mejillas un poco ruborizadas.

Con Jotaro fue una historia diferente, él en ningún momento tuvo problema alguno en que curaras sus heridas, él te dejó todo a tus manos ya que confiaba plenamente en ti. Mientras lo estabas curando, no podías dejar de pensar en los cuerpos que tenían tus compañeros, tu cabeza no dejaba de decir que eran como los dioses griegos, aunque eso te hizo sentir avergonzada porque lo único que tú tienes de apariencia griega, es tu Stand. Tus mejillas estaban levemente ruborizadas, aunque empeoró cuando miraste a la dirección donde estaba Polanreff para poder distraer tu mirada con alguna otra cosa, grave error, ya que el francés solo movió de arriba a abajo sus cejas. Esto te enfureció un poco, así que solo respondiste frunciendo el ceño y redirigiendo tu mirada hacia las heridas de Jotaro. Después de un rato, finalmente habías terminado de curar las heridas de todos.

Finalmente, mi trabajo terminó -te tiraste al suelo-

Al finalizar esa parada tecnica, se dirigieron a la ciudad para que Jotaro pueda volver a tener su abrigo y, además de eso, para poder despedir a Anne ya que ella debía volver con su familia. Lamentablemente no tenías nada a mano para poder darle como recuerdo, sin embargo le diste un abrazo que esperas que ella nunca lo olvide, además de darle un beso en la frente.

Las despedidas siempre te ponían sentimentales, así que tus ojos se veían algo cristalinos aunque por suerte estaba tu amigo Kayoin para poder calmarte.

☆𝐷𝑒𝑠𝑑𝑒 𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎 𝑄𝑢𝑒 𝑇𝑒 𝐶𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖☆ 𝐽𝑜𝑡𝑎𝑟𝑜 𝑥 𝐿𝑒𝑐𝑡𝑜𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora