Shinobu Kochou, la hija de una adinerada familia, recuerda los momentos más importantes de su infancia vividos con su hermana mayor, y sus amigos, especialmente un niño llamado Giyuu.
En realidad, su mente vaga especialmente en los recuerdos de él...
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Los días se volvieron semanas, las semanas meses, hasta completar un año de la llegada de los Tomioka a la mansión Kochou. El tiempo se evapora como un charco a plena luz del día, y aún más cuando se es un niño.
Shinobu aprendió a querer a Giyuu bastante y lo aceptó como parte de su entorno. Todos, especialmente sus padres, estuvieron felices de que se llevaran bien. De hecho estaban demasiado felices con el resultado. No había sido una mala idea traerlo a él allí, había sido una experiencia positiva para sus hijas, y quisieron repetir el éxito de esa decisión.
Fue así como poco tiempo después de haber cumplido un año la llegada se Giyuu, llegó un niño más, Sanemi Shinazugawa. Sanemi era un niño más sombrío y serio que Tomioka, definitivamente una persona amargada y de mal carácter, pero se esforzaba por llevarse bien con el grupo.
La historia se repetía una vez más. A Shinobu no le gustó mucho que se modificara de nuevo su estilo de vida, a lo que estaba acostumbrada, pero a diferencia de hacía un año, decidió aceptar el cambio y buscó la manera más rápida de acostumbrarse a ello.
Pero había un pequeño problema.
—¿Por qué Shinazugawa-kun es mi guardián? —preguntó una noche a sus padres. —Me llevo mejor con Giyuu.
La respuesta a aquella duda era tan simple como increíblemente estúpida e injusta. Su padre le dio una sonrisa amable. —Porque Giyuu-kun llegó primero, por eso él acompaña a tu hermana, que es la mayor.
El pequeño cuerpecito de Shinobu se llenó de indignación. Cruda y pura indignación contra su progenitor. —¡No quiero! —gritó, estrellando su pie contra el suelo. —¡No lo quiero, no lo quiero!
—Basta, Shinobu, no voy a tolerar tu comportamiento. —le advirtió su madre con una severa mirada.
—¡Él y yo no nos llevamos muy bien! ¡Prefiero a Giyuu-kun!
Su madre se puso furiosa. Se paró frente a ella con los brazos cruzados y la ira irradiando de sus ojos. —Vete de aquí. No habrá ningún cambio, y menos si sigues teniendo ese comportamiento, ¿me escuchaste?
Shinobu se fue, apretando los puños y dando fuertes pisadas por todo el suelo de madera. Aquella noche, se acostó llorando por su propio berrinche.
La mayor parte del tiempo estaban juntos los cuatro. Se formalizó una rutina. En las mañanas, todos recibían sus lecciones generales en matemáticas, historia y literatura. Sin embargo, Shinobu, por ser la más joven, recibía clases diferente a la de los otros tres. Durante las primeras horas de la tarde, tenían sus lecciones... "acorde a su género": ella y Kanae aprendían de modales y los chicos aprendían sobre combate y el manejo de la katana. El resto del día eran libres de poder jugar.
